Los restos del músico y escritor argenino Facundo Cabral, yacen en una funeraria de la capital a la espera de ser repatriados a su país. Siguiendo órdenes de la embajada de Argentina en aquel país, el cuerpo del cantautor permanece embalsamado en una sala privada de Funerales Roma, a la que no se permite el acceso a centenares de admiradores suyos, que siguen llegando al lugar para darle el último adiós. «Tenemos órdenes de no dejar pasar a ninguna persona», dijo a Efe un empleado del velatorio, al tiempo que la delegación argentina comunicó que «la familia pidió que todo fuera muy privado».

Las mismas fuentes anunciaron que los restos de Cabral, de 74 años, serán repatriados a su país mañana. Mientras, las autoridades guatemaltecas investigan ls circunstancias en las que se produjo la muerte de Facundo Cabral, acribillado a balazos por un rupo de sicarios cuando se trasladaba al aeropuerto internacional La Aurora, de Guatemala, para viajar a Nicaragua, donde iba a continuar su gira de despedida.

Fuentes de la investigación precisaron que todo apunta a que el ataque en el que falleció Cabral, no iba dirigido en su contra, sino que el objetivo era el empresario nicaragüense que lo contrató, Henry Fariña, quien lo llevaba en el automóvil al aeropuerto.

Jefes de Estado, artistas y otras personalidades condenaron ayer la muerte del trovador, quien tuvo una vida marcada por el abandono, la pobreza y el dolor, a los que se sobrepuso.

El músico cubano Silvio Rodríguez recuerda en su blog «Segunda Cita» al cantautor y poeta reproduciendo el texto de la canción «Está la puerta abierta» del argentino Alberto Cortez, quien la interpretó en varias ocasiones a dúo con Cabral. «Facundo Cabral. Todas las cosas bellas comenzaron cantando, no olvides que tu madre cantándote acunó», dice la última estrofa de la canción citada por Silvio Rodríguez.

Una vida dura

Rodolfo Enrique Facundo Cabral nació en La Plata, provincia de Buenos Aires, en 1937. Un día antes de su nacimiento, su futuro padre se fue del hogar. El abuelo paterno, hogar donde vivia su madre con siete hijos más, les puso en la calle de inmediato. Con 9 años se escapó del hogar, para terminar en un reformatorio. Con 14 años termina en la cárcel por su carácter violento. Un jesuita le enseña a leer y escribir. Cabral se convierte en un hombre místico. En 1970 le llega el éxito con «No soy de aquí, ni soy de allí».