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Xabier Makazaga | Autor de «Manual del torturador español»

Terrorismo de Estado

Mientras una de las partes del conflicto nunca ha ocultado su responsabilidad en el mismo, la otra se niega en redondo a aceptar la suya.

Un claro referente del PSOE en lo que concierne a las víctimas del terrorismo, el catedrático de Ética de la Universidad de Deusto Xabier Etxeberria, afirma que existen dos tipos de terrorismo, el de «grupos con motivación política armados frente al Estado» y el ejercido por «el propio Estado a través de una violencia que quebranta gravemente los derechos humanos y que tiene en la tortura su expresión máxima -terrorismo de Estado-». Y reconoce «la existencia de víctimas [del terrorismo] tanto por parte de ETA como por parte del Estado».

Al PSOE le encanta el discurso de Etxeberria respecto a las víctimas de ETA, pero hace oídos sordos a lo que dice en relación a las víctimas del Estado, y niega la realidad tanto presente como pasada del terrorismo de Estado español. Por eso se ha opuesto a que sean considerados víctimas del terrorismo los cinco trabajadores que fueron asesinados por la Policía en Gasteiz el 3 de marzo de 1976. Y otros muchos miles más.

Su objetivo es negar la existencia de conflicto político alguno y para ello debe ocultar a toda costa el terrorismo de Estado. Especialmente, su expresión máxima, que es la tortura, aunque para ello tenga que volver a contradecir de plano a Xabier Etxeberria, quien afirma que dicha lacra «no se ha desterrado, se ha hecho secreta». Secretismo que denuncia con firmeza porque «por un lado, garantiza la impunidad del torturador y, por otro, deja sumida a la víctima en el mayor desamparo no sólo en el momento de ser torturada, sino en el momento de reclamar la justicia y la reparación debida por lo que se le ha hecho».

Ante ello, Etxeberria subraya la importancia de continuar la batalla por desterrar la tortura, y recomienda tratar de «hacerla pública, de hacer que se sepa, de airearla con vigor», pero el PSOE hace justo todo lo contrario. Silencia cuanto puede los casos de tortura y hace caso omiso de las recomendaciones de todos los organismos internacionales que trabajan para erradicar esa lacra.

Así, ha tratado a miles de víctimas de la tortura de mentirosas, exigiéndoles unas pruebas que el régimen de incomunicación hace casi siempre imposibles. Y se encierra en un negacionismo flagrante, recono- ciendo tan sólo los casos de torturas en las bien escasas ocasiones en las que hay torturadores condenados en firme, y negando que al Estado le quepa responsabilidad alguna por dichos casos.

Mentira esta última que cae por su propio peso, ya que la gran mayoría de los torturadores condenados en casos relacionados con el conflicto político vasco han sido indultados por el Gobierno español. Y dado que tanto ellos como el resto han sido posteriormente condecorados, ascendidos, y promocionados a puestos de innegable importancia, es absurdo que quieran hacer creer que se trata de manzanas podridas que actúan al margen del Estado.

Ese negacionismo de la realidad de la tortura por parte del PSOE está también en abierta contradicción con otra de las ideas claves de Xabier Etxeberria, quien defiende el imprescindible reconocimiento de todo el daño causado como base de resolución del conflicto que vive Euskal Herria. Un reconocimiento de ambas partes del conflicto, por supuesto, y que incluya a todas y cada una de las vulneraciones de los derechos humanos y de las víctimas que las han sufrido.

Pues bien, mientras una de las partes del conflicto nunca ha ocultado su responsabilidad en el mismo, la otra se niega en redondo a aceptar la suya. El PSOE sí que ha empezado a dar algunos tímidos pasos con la ponencia sobre las «víctimas de motivación política» por parte del Estado, pero por el momento se niega a admitir su existencia a partir de mediados de la década de los 80 y mucho me temo que seguirá priorizando la mentira y el negacionismo en lo que concierne a la gran mayoría de las víctimas del terrorismo de Estado. Y no digamos nada del PP.

Por eso es tan importante exigir que se constituya cuanto antes una Comisión de la Verdad que esclarezca todo lo sucedido durante estas décadas de conflicto, para que sea posible llegar a la verdad, el reconocimiento y la reparación de todas las víctimas. De absolutamente todas. Y también es imprescindible denunciar una y otra vez que, mientras ETA respeta escrupulosamente su tregua unilateral, el Estado por su parte se jacta de no estar en absoluto en tregua y sigue practicando impunemente la tortura. Y cometiendo otras graves violaciones de derechos humanos.

De todos modos, no creo en absoluto que en las actuales circunstancias vayan a poder seguir así durante mucho tiempo. Bien es verdad que las denuncias de torturas se han incrementado aún más desde que ETA decidió de forma unilateral no realizar acciones armadas, pero estoy persuadido de que se verán obligados a adaptarse, y a ir prescindiendo del terrorismo de Estado. El motivo es simple: la razón básica a la que atienden es a la cuenta de resultados costo/beneficio, y en esta nueva situación dicha práctica terrorista les va a resultar políticamente cada vez más cara.

¡Espero no equivocarme!

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