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LOS NUEVOS AYUNTAMIENTOS, en el punto de mira

Ceremonia de la confusión sobre dos meses de gestión municipal de Bildu

Hoy se cumplen dos meses de la constitución de los nuevos ayuntamientos vascos, y por tanto dos meses de gestión de Bildu. 60 días en los que ha quedado claro que la lupa de políticos y medios está muy fija sobre cualquiera de sus pasos y acaba proyectando al exterior una imagen distorsionada, cuando no directamente falsa, de sus acciones. Rubalcaba y Urkullu dan pistas sobre el objetivo final de esta estrategia. En el intento de crear contradicciones a Bildu, quienes acaban enredados son a veces los autores de la campaña: así, para algunos Bildu estuvo en el acto del lunes en Zumaia, para otros no, y para algunos más, sí pero no.

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Ramón SOLA

El lunes, el portavoz del PP en el Ayuntamiento de Donostia, Ramón Gómez, echó a rodar una pequeña bola de nieve. La sequía informativa de agosto hizo que cogiera velocidad y terminara convertida en toda una gran «bola» en su doble sentido. Etxerat emitió una nota que explicaba que era mentira que el nuevo Consistorio dirigido por Bildu le hubiera denegado un acto, sino que únicamente el lugar solicitado estaba ocupado a esa hora. Sin embargo, al día siguiente pocos medios hostiles a Bildu dejaron que la realidad les estropeara un buen titular. Así, por citar un ejemplo, ``El País'' daba pábulo total a la bola en el titular «Izagirre niega permiso a Etxerat para poner una carpa en las fiestas donostiarras», mientras relegaba al último párrafo el elemento que la desinflaba: «Etxerat añadió que el Consistorio tenía conocimiento de su intención de no instalar nada allí y, por tanto, `no ha prohibido ningún acto'».

Este episodio resulta ilustrativo sobre el afán de sembrar contradicciones entre los votantes y los electos de Bildu. Pero paradójicamente, al final quien incurre en la contradicción son los autores de la campaña, ya que para atacar a Bildu parece servirles igual acusarle de proximidad a los presos políticos vascos y sus familiares que afirmar justo lo contrario: que les prohíben actividades.

Esta ceremonia de la confusión comenzó en Andoain, apenas tres días después de la llegada de Bildu a la Alcaldía. Se necesitaron varios días para que hasta Patxi López reconociera una imagen que es diaria para cualquier persona que viva en Euskal Herria: que los escoltas están habitualmente fuera de los consistorios, en las plazas. ¿Quién se acuerda ahora de que al inicio de la polémica Alfredo Pérez Rubalcaba amenazó incluso con una ley-express para solucionar el caso? ¿Y quién recuerda la tormenta que se desató por que en Donostia se había quitado la foto del Rey español, que luego resulta que no está en muchos salones de plenos y hace mucho tiempo?

Este lunes, el mismo día de la no-noticia de Donostia, esa gran lupa político-mediática se posó también sobre el homenaje al empresario Joxe Mari Korta en Zumaia. Se trataba de escudriñar, con celo casi policial, cuántos miembros de Bildu acudían al acto por una víctima de ETA. Y ocurrió lo que suele pasar cuando la lente se aumenta demasiado: que la imagen se acaba emborronando. Así, para unos Bildu sí estuvo, para otros no, y para algunos más sí pero no, porque los que acudieron eran realmente «comparsas» de la coalición según ``El Mundo''.

En realidad, lo más novedoso no fueron tanto las caras -habituales en estos actos-, sino el mensaje de Pello Urizar, recalcando que «Bildu tiene ese compromiso de trabajar por todas las víctimas. Lo vamos a demostrar. El tiempo nos va a dar la razón». Pero al «gran hermano» que vigila cada paso de Bildu no le interesa su mensaje, sino las contradicciones que se le puedan generar. Lo ha demostrado la asociación Covite: primero cargó contra el Ayuntamiento de Donostia por no invitarle a la recepción a colectivos sociales, y ayer, al constatar que la carta sí estaba en el buzón, se declaró indignada también, y por supuesto declinó acudir.

La lista de ejemplos similares crece en los últimos días: Bildu de Iruñea ha tenido que matizar que si no acudió a la jornada de hermanamiento de fiestas de Baiona fue simplemente porque desde el Ayuntamiento de UPN no le invitaron. Desde Azpeitia se concreta que Bildu se limitó a indicar a los animalistas los requisitos para hacer una consulta sobre los toros, por lo que no es cierto que haya impulsado una recogida de firmas con ese objetivo. Anteayer, el concejal de Movilidad de Donostia, Josu Ruiz, debió negar lo que nunca ha dicho: que los turistas tendrían que aparcar sus vehículos en un parking disuasorio en Orio, como creyó haber entendido Ernesto Gasco (PSE). Ayer, también el grupo municipal del PSE se dirigió directamente a Bildu para exigirle que recoloque un monolito por Fernando Múgica Herzog, atacado por desconocidos en el monte Igeldo. El Ayuntamiento lo hará, pero censura que «no es de recibo que se intente que se intente perpetuar la confrontación política con un uso partidista, como ocurre con el señor Gasco». Y es que el PSE lo sabía y no avisó al Consistorio. Y suma y sigue...

Del mismo modo, cualquiera que se haya alimentado estos días de ciertos medios habrá concluido que las fiestas de Gasteiz han estado alteradas por la presencia de Bildu en la balconada y su invitación a Etxerat. Pues bien, el alcalde del PP, Javier Maroto, destacaba ayer la «normalidad» en La Blanca y constataba que «se puede tener unas fiestas tranquilas». El listado de incidentes se ubica justo en la acera contraria a la de la izquierda abertzale: su presidente, Antonio Basagoiti, dio la nota en la bienvenida oficial a Celedón; el Departamento de Interior de Lakua tensó una manifestación por los presos; y la sede de Etxerat fue asaltada.

Con todo, la distorsión interesada de lo que hace -y hasta de lo que no hace- Bildu seguirá. Porque, de hecho, hay otra batalla electoral a la vuelta de la esquina, sin tiempo prácticamente a que los perdedores del pa- sado 22-M hayan digerido la nueva situación.

Anteayer cargaban los cañones dos dirigentes muy representativos: Alfredo Pérez Rubalcaba e Iñigo Urkullu. Para el mandatario del PSOE, «los ciudadanos vascos deben tomar nota de la posición de Bildu, porque una cosa es que sea legal y otra es que lo que haga sea moralmente aceptable». Y el dirigente jelkide, por su parte, reconocía en su blog su objetivo de demostrar que Bildu no es «la garantía de la paz en Euskadi». En eso andan, y andarán en las próximas semanas. Y a todo esto, ya hay portavoces como Maite Pagazaurtundua, de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, que alertan de que hablar tanto de Bildu sólo contribuye a darle más fuerza.

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