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Despedida

Rayista hoy, txuriurdin siempre

Mikel Labaka se mostró agradecido a la Real en su despedida, tras una etapa de quince años que cierra para fichar por el Rayo.

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Amaia U. LASAGABASTER

La voz entrecortada. «Entender mi vida sin la Real es imposible». Las lágrimas amenazando con asomar. No sólo en los ojos de Mikel Labaka, sino en la de todos, periodistas, amigos, incluso la hija del azpeitiarra, los que le arroparon en su despedida del club donostiarra. Lo deja para fichar por el Rayo, pero su corazón se quedará para siempre en el vestuario de Anoeta.

No es difícil de entender. Ha defendido la camiseta txuriurdin durante 15 de sus 31 años. Media vida, y por una vez no es un tópico, en la que ha ido ascendiendo por todas las categorías del club hasta llegar al primer equipo, en el que ha jugado de manera ininterrumpida desde 2004, cuando tocaba su primer balón contra el Mallorca, y en el que se había convertido en uno de los pesos pesados del vestuario. Pero ni la capitanía ni la propia trayectoria deportiva -casi 200 partidos con la Real- aseguran nada cuando arranca una nueva temporada. Y menos aún cuando coincide con la llegada de un nuevo entrenador. «Tenía la ilusión de ver si jugaba, si tenía opciones de renovar y de seguir muchos años -explica Labaka-. Pero antes de empezar la pretemporada me comentaron que prácticamente no iba a tener ninguna opción de jugar y que pensara en una salida. Hablé con el club y les comenté que, al haber venido un nuevo entrenador quería que por lo menos me viera y que tuviera una oportunidad de poder cambiar la situación. Pero han pasado los días y las semanas y he visto que no iba a cambiar. Así que había que tomar una decisión porque la situación no era buena, ni para mí, ni para la Real». La decisión, tras «darle muchas vueltas», «dormir poco» y «hablar con mucha gente», pasa por dejar la Real y fichar por el Rayo Vallecano.

Toca hacer las maletas y toca hacer balance. Y, pese a la «ilusión» por empezar «una nueva etapa en mi vida», lo hace con «mucha tristeza, a decir verdad, porque doy fin a una etapa muy larga». Una etapa imposible de resumir. «Quince años dan para mucho. Entender mi vida sin la Real es imposible. He conocido muchísimos sitios y, sobre todo, a muchísima gente a la que quiero muchísimo y que siento que me quiere también... He vivido muchos momentos muy buenos. Como ahora mismo, ver que en la despedida haya tanta gente aquí me llena muchísimo», se emocionaba el azpeitiarra, incapaz de encontrar una palabra que abarque todo lo vivido. «Me quedo con lo que he conseguido a nivel deportivo, sea más o menos, pero sobre todo con la gente -insiste-, con la posibilidad de hacer muchos amigos. Tengo mucha gente a la que quiero gracias a la Real». Como Mikel Aranburu, tocayo, paisano y compañero inseparable, del que ni siquiera se despide. «La relación que tengo con él está muy por encima de lo deportivo. Y me da mucha pena, aunque ya sé que Mikel y yo seguiremos siendo amigos. Me despido de muchas cosas, también tendré que despedirme de la Real, pero de Mikel no».

Del club lo hace sólo hasta cierto punto. «Yo soy de aquí y siempre he sido de la Real. Es unsentimiento y los sentimientos no se borran de un día para otro. Estaré jugando en otro club, pero no hace falta que diga todo lo que siento por la Real y todo lo agradecido que estoy», subrayó. Agradecimiento que hizo extensivo a todos los componentes de la familia txuriurdin. Incluyendo, claro está, a la afición. «Siempre he sentido su respaldo, jugar en Anoeta me ha gustado mucho. Hemos tenido etapas diferentes, algunas más difíciles y otras más fáciles, pero sólo puedo darles las gracias. Y no creo que sea nadie para pedir nada, pero si puedo hacerlo, les pediría que sigan respaldando al equipo. Porque seguir en Primera es un reto y todos unidos no es fácil, pero si no lo estamos es aún más difícil».

Ilusión

Seguirá también en Primera Labaka, de la mano de un Rayo al que llega «ilusionado». «Desde el punto de vista deportivo, me da la oportunidad de jugar en Primera. Lo que queremos los deportistas es tener al menos la oportunidad de competir y, juegue más o menos, al menos tendré esa posibilidad. Y en el plano personal, creo que ir a vivir a otra ciudad será enriquecedor para mí y para mi familia. El tiempo lo dirá, pero voy ilusionado», afirmó el central, que confía en que los problemas que han acuciado en los últimos tiempos al equipo madrileño no le afecten ahora. «Garantías al cien por cien no creo que haya en ningún sitio, pero si no, no iría -reconoció-. Está claro que están en Ley concursal, con todo lo que eso supone, pero he hablado dos o tres veces con los jugadores y me han animado a ir. Me han dicho que han pasado por una etapa muy difícil, pero ahora parece que la cosa va por buen camino. La gente está muy ilusionada y creo que es un sitio en el que se pueden hacer bien las cosas», confió.

Optimismo que hace extensible a la Real. «Veo al equipo ilusionado y comprometido. Ojalá sea un buen año», desea Labaka, que cree que el primer objetivo de los donostiarras debe ser «conseguir la permanencia cuanto antes. Y a partir de ahí, adelante. Se ve que en el equipo hay mucha gente joven, creo que hay futuro. Trabajando bien es más fácil conseguir los objetivos y creo que aquí se está haciendo», sentenció, justo antes de que los aplausos emocionados de la sala de prensa pusieran fin a su última comparecencia como jugador de la Real.

ÚLTIMO ENSAYO

La Real se despide de tierras italianas con el amistoso que le enfrenta hoy (20.45) al Catania y para el que Montanier podrá contar con Bravo y Demidov.

«Un espejo en el que mirarse»

Jokin Aperribay hizo pública una carta de despedida a Mikel Labaka, al que definió como «un profesional de los pies a la cabeza», que aúna «los valores» que quiere transmitir la Real, como «responsabilidad, liderazgo, cultura del esfuerzo, del cansancio común, del respeto, humildad, amor a unos colores».

Por eso, el presidente realista asegura que «siempre resulta doloroso decir adiós a un futbolista. Pero nuestra emoción se agrava en este caso», ante la marcha de un hombre «con corazón y alma txuriurdin». «No tantos futbolistas que comienzan otra aventura dejan la huella que dejará Mikel -añade-. Nadie olvidará su importancia, tanto dentro como fuera del campo. Su intachable comportamiento, su contribución.. Ha sido y es un espejo en el que queremos que se miren nuestros jóvenes de la cantera. Para mí es una satisfacción conocerle como persona y deportista. Desde estas líneas, y hablo en nombre de toda la Real, le deseamos la mayor de las suertes en el reto que se le avecina. Esto no es un adiós. Es un hasta pronto», concluye la carta de Aperribay. A.U.L.

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