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REBELIÓN EN LIBIA / LA BATALLA DE TRÍPOLI

Los rebeldes libios se saltan la exclusión aérea de la ONU

«No hacemos nada ilegal, estamos coordinados con la OTAN», se justifica Khaled al-Zintani, responsable del consejero local de Zintan a preguntas de GARA. Desde hace ya un mes, sus aviones,  en los que llega material civil y militar, aterrizan en una pista habilitada en una carretera

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Alberto PRADILLA

Una treintena de pasajeros aterrizó ayer en una improvisada pista habilitada en Zintan, en medio del desierto, en el oeste libio. De él descendieron diversos cargos del Consejo Nacional de Transición (CNT), entre los que se encontraban Abdullah Shamia, responsable de Economía de la autoridad de Bengasi, así como diversos mandos militares. Trípoli es su próximo destino. Allí, los altos cargos de la administración transitoria ya están estableciendo su cuartel general.

No era la primera vez que un avión irrumpía en Zintan, ubicada a 160 kilómetros de la capital libia. Desde hace al menos un mes, los rebeldes han establecido un puente aéreo que une esta localidad con Bengasi y Misrata. Según la resolución 1.973 de la ONU que estableció la zona de exclusión aérea, ninguna nave puede atravesar el cielo del país africano salvo aquellos vuelos justificados por «motivos humanitarios». Sin embargo, los rebeldes utilizan estos aeroplanos para transportar personal (civil o militar) y todo tipo de material, desde bienes médicos hasta munición. También para traer desde Bengasi a los miembros del CNT, que están trasladando su cuartel general hasta la capital.

Estos aviones cuentan con el visto bueno de la OTAN, que se coordina con los insurgentes a través de un puesto de mando ubicado en el bastión rebelde. Desde hace tres días, los sublevados han ampliado el número de vuelos y su capacidad de carga. Primero utilizaron aviones Antonov AN-26. Después, jets con un mayor pasaje, ya con el sello de Air Libya. Desde hace cuatro días, aeronaves de la marca Illushin, también fabricadas en Rusia, despegan desde Bengasi con destino a la base militar de Remada, ubicada en Túnez.

«No hacemos nada ilegal, estamos coordinados con la OTAN», aseguró a GARA Khaled al-Zintani, responsable de medios del consejo local de Zintan. En teoría, la ONU estableció la zona de exclusión aérea bajo el argumento de proteger a los civiles de Bengasi y Misrata, asediados por las tropas leales a Muamar al-Gadafi. Pero, inmediatamente, sirvió para la intervención militar aliada. Sin embargo, el veto impuesto al Ejército leal al coronel no ha sido efectivo para las milicias del CNT, que cuentan incluso con la colaboración directa de los uniformados occidentales. «Todo se coordina desde Bengasi», reconoció, en declaraciones a GARA, Abdulamadi Zentani, piloto militar y uno de los encargados de hacer volar los aparatos.

Respecto a la carga, el responsable de aviación indicó que únicamente se transporta personal civil y militar, así como bienes de primera necesidad. «No llevamos armas, ya tenemos suficientes aquí», aseguró. Sin embargo, pasajeros presentes en el vuelo del pasado viernes, que enlazó las localidades de Bengasi, Misrata y Zintan, niegan este extremo. «La mayor parte de los pasajeros eran militares. También se cargó munición y explosivos», aseguró a GARA Igor Kossov, periodista de origen ruso y establecido en Bengasi que había logrado uno de los pasajes para subir a bordo.

No sería la primera vez que los insurgentes, con el aval de la OTAN, mienten sobre el contenido de sus medios de transporte. Durante meses, los barcos de pesca que unían Bengasi con Misrata aseguraban, cuando eran interrogados por los capitanes de los buques aliados, que únicamente acarreaban material médico y alimentos. La realidad era bien distinta. La principal carga de estos pesqueros eran las armas con las que la milicia sublevada resistió al prolongado asedio de las fuerzas leales a Muamar al-Gadafi. Según Kossov, el avión partió a las 9.30 de la mañana del bastión rebelde, se detuvo en Misrata para repostar y descargar parte de su carga armamentística y aterrizó, definitivamente, en Zintan.

Durante la última semana, el improvisado puente aéreo ha cobrado una especial importancia. Con el frente este atascado entre Ras Lanuf y Sirte (localidad natal de Gadafi), los aeroplanos han sido la principal vía para que los miembros del Consejo de Transición se desplazasen al oeste de Libia y pudiesen desembarcar en la capital. Del mismo modo que los bombardeos aliados han permitido el avance militar terrestre, su control del aire también facilita los movimientos de los líderes insurgentes Ayer mismo, varios altos cargos de la Administración temporal, liderada por Mustafá Abdel Jalil, aterrizaron en Zintan, desde donde se dirigieron hacia Trípoli. Aunque todavía no hay rastro del primer ministro. «No sé cuándo va a venir», admitió el responsable de Economía, Abdullah Shamia.

Una obsesión

Disponer de una pista de aterrizaje en la zona era una de las obsesiones del comandante militar rebelde en el oeste, Mohtar Milad Fernana, quien en una entrevista a GARA confirmó, hace un mes, que ya se había realizado un primer vuelo sin carga. Sin embargo, Zintan no tiene aeropuerto. Así que los insurgentes han improvisado una pista de aterrizaje en Rehibat, a 10 kilómetros. Para cons- truir el aeródromo, aprovecharon una larga recta en el desierto donde han instalado los útiles necesarios para medir el viento y han pintado las marcas que permiten que la ruta sea visible desde el aire. «Cortamos la carretera, facilitamos que lleguen los aviones y los coches pueden volver a circular», confirmó Khaled al- Zintanti. Los vehículos apenas permanecen estacionados unos minutos.

La carretera terminó siendo insuficiente. Por este motivo, los sublevados han habilitado otra pista a las afueras del propio Zintan, tal y como confirmó Abdulamadi Zentani. Un aeródromo que, en muy poco tiempo, también se ha quedado pequeño. Así que los rebeldes han recurrido a Túnez para facilitar el desembarco de aviones con más carga. La base militar de Remada, ubicada en el país vecino, recibe desde hace cinco días los aviones procedentes del aeródromo de la capital insurgente. Un libio que solo aceptó identificarse como Siragh y que trabaja para la web «Life in Libya» (establecida en EEUU), aterrizó el viernes procedente de uno de estos vuelos.

Abdulamadi Zentani confirmó su existencia, justificándolos por la poca capacidad de los aviones Antonov. Esta sería una de las primeras muestras de apoyo explícito del Gobierno de Túnez a los rebeldes. Durante todo el conflicto, el país limítrofe se había limitado a colaborar en la acogida de los miles de desplazados que huían de Libia. Después de que el Ejecutivo de Beyi Caid Essebs haya reconocido al CNT como representante del pueblo libio, su cooperación con los insurgentes ha ido en aumento. Con los sublevados en el poder de facto, los vuelos seguirán normalizándose. Ayer mismo, otro aeroplano sobrevolaban Zintan. Pronto, ya no será necesario saltarse la resolución aprobada, en teoría, para defender a sus propios civiles.

Los combates pierden intensidad mientras aumentan los llamamientos a evitar venganzas

Los combates entre fuerzas rebeldes y tropas leales al líder libio, Muamar al-Gadafi, continuaban ayer en distintos puntos del país, aunque su intensidad había disminuído considerablemente respecto a jornadas anteriores, al tiempo que se instaba a los responsables de la rebelión a evitar actos de venganza a la vista de la aparición de decenas de cadáveres en varios puntos de la capital libia que, no obstante, algunas fuentes atribuyen a matanzas cometidas por grupos de combatientes leales al régimen.

En Trípoli, donde desde hace una semana se libra la que para muchos es considerada la batalla final por el control del país, los enfrentamientos se limitaban a los alrededores del aeropuerto, mientras 32 barcos con todo tipo de suministros para los rebeldes (combustible, agua, alimentos y medicamentos) esperaban fondeados a recibir el permiso para atracar en el puerto.

El Consejo Nacional de Transición (CNT), por su parte, trataba de restablecer la seguridad, los abastecimientos y los servicios básicos como agua y luz, que permanecen cortados en casi toda la capital, aunque no descartó que el régimen hubiera destruido las instalaciones e infraestructuras esenciales.

Mientras tanto, los rumores sobre el paradero de Al-Gadafi, a cuya cabeza se ha puesto precio, se multiplican. Ayer, el CNT, que atribuyó la recompensa a una iniciativa privada, aseguró desconocer dónde se encuentra el coronel, a quien algunas fuentes sitúan en Argelia, después de que un responsable militar rebelde informara a la agencia oficial egipcia MENA de que un convoy de seis coches blindados que podría transportar a altos cargos del régimen libio, incluso a Al-Gadafi y a sus hijos, cruzó el viernes la frontera entre Libia y Argelia custodiado por una brigada de tuareg. La fuente dijo que no pudieron dar alcance a la caravana por falta de munición y de los equipos necesarios. Las autoridades argelinas negaron categóricamente la entrada en su territorio de un convoy de esas características. GARA

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