Recuerdo una noticia de hace un par de años en la que nos contaban como habían sido detenidos miembros de una ONG en Darfur acusados de secuestrar a varios niños para darlos en adopción. Después de la sentencia, Sarkozy intervino a favor de los detenidos para que fueran devueltos a Francia a cumplir sus condenas, algo comprensible y fácil de entender como parte de sus derechos de poder cumplir su condena en su país y cerca de su familia. Sin embargo, esta situación resulta tan difícil de entender y aceptar aquí, en el País Vasco, en cuanto a la demanda de acercar a todos los presos vascos a Euskal Herria, también como parte de sus derechos de cumplir condenas cerca de sus familias y su entorno, Y así como hemos podido entender que el Sr. Sarkozy haya intercedido a favor de los derechos humanos de sus ciudadanos, independientemente de la acusación y la sentencia, no acabo de entender por qué aquí se hace tan difícil entender esto como un derecho de todos los presos vascos que actualmente se encuentran ilegalmente dispersados en los territorios español y francés. Si hacemos una revisión exhaustiva de este asunto, nos encontraríamos con que muchos de ellos han cumplido ya su pena sin poder salir, y muchos otros podrían por cuestiones de salud beneficiarse de permisos especiales que la misma ley indica para este tipo de casos. Sin embargo, el solo hecho de defender a los presos políticos vascos es ya un delito por el que a varias personas se les ha detenido y procesado.

Todo esto sigue siendo parte del folclore español, como la reforma exprés sin referéndum que Zapatero y Rajoy acuerdan en diez minutos. Otro ejemplo es que PP, PSOE y PNV han firmado un acuerdo presentando conjuntamente una candidatura y repartiéndose los cargos directivos de Eudel y excluyendo en todo momento a Bildu quienes más concejales lograron en las elecciones municipales. El tema de desahucios en un contexto en el que el Estado español auxilia a los banqueros, mientras los ciudadanos pierden sus propiedades y van quedando en la calle sin la mínima preocupación de políticos y banqueros. También está la privatización de la banca, la disminución de capital para ayudas y obras sociales, la descabellada «solución» de pretender que los profesores de base aumenten horas de trabajo a costa de dejar en el paro a miles de profesores interinos, paro, miseria, inseguridad ciudadana, corrupción política. Mientras, ellos siguen disfrutando de sueldos millonarios y nosotros aprendemos a vivir al límite. En fin, todo esto forma parte del folclore español. Nada que envidiar a los mexicanos, puesto que poseemos una gran similitud en materia de «antidemocracia», corrupción y abuso de poder político, tortura y un sinfín de derechos violados, ignorados y ensombrecidos bajo el yugo político de un sistema que nos lleva a la quiebra y a la ruina, que nos impone ser tercermundistas en un país supuestamente desarrollado y en el que nos hacen dudar de por qué y para qué tenemos que seguir apoyándoles con nuestros votos en las próximas elecciones.