GARA > Idatzia > Iritzia> Gaurkoa

Antonio Alvarez-Solís Periodista

Saber y pensar

A juicio del autor, tras haber perseguido el pensamiento como si fuera una agresión a sus inexplicadas y agresivas certezas, los españoles saben muchas cosas pero ignoran qué hacer con lo que saben. Esa ausencia de pensamiento ponderado hace que, por ejemplo, se plantee con angustia la cuestión de qué pasará si Rajoy llega al poder. Denuncia el juego de socialistas que no lo son y «populares» que abusan del término, y apuesta por un cambio radicalmente democrático que recupere el verdadero espíritu republicano, y que ayude con clara voluntad a Euskal Herria y Catalunya.

Hay españoles que saben muchas cosas, pero ignoran qué hacer sensatamente con lo que saben; el español sabe cosas, pero no sabe pensar. Es más, ha perseguido el pensamiento como si constituyera una agresión a sus inexplicadas y agresivas certezas. Algunos españoles beneméritos consagraron su vida a suscitar la aparición del pensamiento en España, como sucedió con los teólogos de la Contrarreforma liberal, con Feijóo, con Jovellanos, con miles de individuos durante las dos Repúblicas, pobladas de ciudadanos que por pensar fueron perseguidos como protagonistas de la anti-España y eliminados con furia por unas clases dirigentes cuya aspiración ha sido siempre el caudillaje indiscutido e indiscutible. Los españoles convierten automáticamente en certeza lo que imaginan o desean guiados por una decisión de oscura fe, de amistad incuestionada o de odio visceral. Eso suscita aconteceres en los que está ausente el proceso dialéctico, reducido frecuentemente a una lógica elemental caracterizada por su subitez y su caliente energumenismo. España no posee una verdadera maquinaria intelectual, que fue arruinada siempre que se intentó su construcción; de ahí su incapacidad para la política creadora, que ha de ser, si se la desea vital, una poderosa elaboración de pensamiento y confrontación reflexiva de contrarios.

Esta ausencia de pensamiento ponderado suele angustiar a la minoría española capaz de un verdadero ejercicio dialéctico cuando, por ejemplo, se aproximan las elecciones para cubrir los escaños del Parlamento ¿Qué pasará, piensa esa minoría, cuando llegue al poder el Sr. Rajoy? La barbarie intelectual de la derecha española ha dejado marca indeleble en la vida política de España.

La derecha española -repasen ustedes su historia, sobre todo en momentos que parecía factible un cambio de sociedad- está fundamentada en la eliminación de posibilidades democráticas y de libertad. Su visión de la vida social constituye una foto fija, que recuerda a esas otras fotografías en que un grupo inmóvil de cazadores aparece severo, con sus escopetas, ante un gran venado muerto. Es, por tanto, una derecha cazadora que no aparta de la mente ni un solo minuto su afán cinegético. Dos meses antes de las próximas elecciones esa derecha ya anuncia su proyecto de abatir a más de trescientos mil vascos nacionalistas declarados y quizá a un número superior, por razones demográficas, de catalanes también. Lo dramático de la situación es que una izquierda fingida se ha dedicado al trabajo auxiliar de levantarle la caza. Las leyes antiliberales que elaboraron los socialistas del Sr. Zapatero, ahora reconvertidos a su par el Sr. Rubalcaba, constituyen la escopeta de dos cañones para cometer este anunciado genocidio político.

Yo no digo que tanto daño salga adelante, pero conviene tenerlo muy en cuenta para llamar a las masas vascas y catalanas que aspiran a la dignidad de su soberanía a hacer frente a la previsible situación mediante una tenaz decisión de lucha. En esa lucha ha de contarse con un polvorín intelectual que no deje de funcionar en todo momento y ocasión. Habrá que habilitar, entre otros instrumentos, infinidad de altavoces que suenen por medio mundo. La libertad que reclaman Euskal Herria y Catalunya no es un fruto para consumo interior sino una herramienta que puede y debe utilizarse en multitud de naciones oprimidas en un silencio cada vez, y paradójicamente, más audible. Quizá ese precio de vanguardia que han de pagar vascos y catalanes por su libertad sea consecuencia de su más sólida capacidad intelectual, dimensión que por sí misma justificaría ya la pretensión de ser libres.

Conste que esa solidez intelectual no tiene unos orígenes raciales -como quieren ironizar los ciudadanos ajenos a la vida vasca y catalana- sino que procede de una vieja estructura política interna en que los centros de poder siempre han sido múltiples, según recoge la historia. A este respecto no dejan de encogerme asimismo el alma los proyectos de socialistas y «populares» para disolver instancias de gobierno básicas e intermedias en ambos países amenazados. La razón que dan para ello los jacobinos a la violeta son ahora razones de saneamiento económico, que no se produciría sin embargo, aunque se acabaría con la riqueza que suponen las múltiples vías catalanas y sobre todo vascas para vivir en directo la democracia. Creo, además, que el gasto que se haga en sostener la democracia desde sus niveles más primarios resulta muy rentable para mantener en producción a un país.

Ni Euskal Herria ni Catalunya han dejado de constituir marcos de una producción moderna porque haya en las dos naciones un entramado muy rico de instituciones sociales y políticas. El ahorro en el gasto público no radica en suprimir herramientas de gobierno popular sino en instaurar un Sistema en que esas herramientas puedan aplicarse con una mayor libertad y una mejor vigilancia pública. Las tijeras que se necesitan en esta trágica hora de la economía occidental no son las que recorten gastos sociales con ferocidad inhumana sino las que troceen el jacobinismo protector de las poderosas minorías.

No es cuestión de cortar el pelo sino de cortar la cabeza. Sea dicho, esto último, como una figura familiar de clarificar el Sistema. Si puede ser, nada de sangre, lo que proclamo ante las clases sociales y los Estados que están teñidos de sangre inocente, en este caso sangre dramáticamente real. En fin, esos caballeros que citan su ley imperial al mundo sabrán si están dispuestos al diálogo realmente humano y noble.

Realmente ¿a dónde piensa llevarnos el Sr. Rajoy, ahora tan alabado y alentado por millones de ciudadanos a los que espera un duro tránsito por el desierto? A mi me horrorizan unos y otros, socialistas y «populares», cuando hablan del ahorro como gran empresa de las masas callando los recortes más aconsejables como sería la eliminación de la gran boca financiera, el desarme del monstruoso Estado en todos sus aspectos bélicos y policiales y los disparatados gastos en corrupción social como supone el mantenimiento de sindicatos desleales, la manipulación subrepticia de algunas ONGs y el crecimiento de organismos que no sirven sino para que el arreglo necesario se pierda en el laberinto de Ariadna. Vivimos en una partida de parchís donde cada vez que el poder se merienda una ficha cuenta veinte a su favor.

Pero ¿qué hacer para superar este desorden y esta sepsia general que nos gangrena? Yo creo que se necesitan dos cosas fundamentales: recuperar un verdadero espíritu republicano que deje en manos de la calle la recuperación de la democracia -y no han de asustarnos ciertas posibles conmociones circunstanciales- y ayudar con clara voluntad a los nacionalismos verdaderos a que restablezcan los ámbitos realmente controlables por la ciudadanía -el gobierno próximo- en donde pueda darse la transparencia moral y económica y funcione sin cortapisas de origen lejano la energía propia de las gentes que saben que ha llegado la hora de su verdadero poder; inmediato y dignificante.

Tiene que acabar el juego de socialistas que no lo son y de «populares» que emplean escandalosamente esta denominación. Mas para conseguirlo es necesario que la ciudadanía drogada insidiosamente por el poder salga de su menesteroso éxtasis ante el mismo y practique en todas las circunstancia el sólido mecanismo del pensamiento. Si esto se logra comenzará la liberación social y caerán unos poderes que invitan cínicamente a las masas al sacrificio para restaurar de nuevo su propia sumisión. Basta ya de llamar a esas masas a la inmolación porque, como dice un refrán aragonés, poco adelanta un perro con un cantazo.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo