(Traducción: GARA)

Benjamin Netanyahu viajó esta semana a Nueva York para decir la verdad. He aquí la verdad: Nuestra situación nunca ha sido tan deprimente.

Ha habido situaciones más peligrosas en el pasado -por ejemplo, a principios de los años 50, cuando Israel no tenía un sólo aliado estratégico-. Ha habido situaciones más exasperantes -por ejemplo, cuando la Asamblea General de la ONU aprovó que el Sionismo es Racismo. Pero nunca hemos estado en situación más lamentable que la actual. La grotesca política exterior de Netanyahu y Avigdor Lieberman ha convertido Israel en patética y desamparada.

La razón es simple: En la guerra, la mejor defensa es el ataque. Pero en la diplomacia, la mejor defensa es la cesión. Sólo si concedes algo obtienes algo, consigues aliados e incrementas tu fuerza. Pero el Israel de Netanyahu y Lieberman es un país tacaño incapaz de hacer cesiones. Es por lo que no recibe nada, no consigue aliados y se está convirtiendo en peligrosamente débil. (...)

En vez de ser el saco de boxeo del mundo, Israel debiera ser un agente político sensato, que retiene la atención del mundo y es tomada en serio.(...)

Pero Netanyahu y Lieberman no iniciaron nada, no ofrecieron nada, no concedieron nada. Todo lo que han hecho en estos dos últimos años ha sido soportar la presión y preservar su honor, preservar su honor y soportar la tensión.

Haciendo eso, han servido a la causa palestina de una forma en la que nunca ningún jefe de estado hostil lo hizo. Con sus propias manos, han convertido a Abbas en el héroe que no es, han convertido a Israel en un leproso, que no debe ser. Han llevado a Israel a un punto bajo diplomático sin precedentes. (...)

Aunque la apuesta palestina fracase en el Consejo de Seguridad de la ONU, la foto básica no cambiará. Gracias a Netanyahu y Lieberman, el Estado palestino es ahora querido con cariño por la comunidad internacional. Gracias a ellos, ningún país es más odiado y despreciado que el Estado judío.