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Obama señala a Pakistán tras diez años de fracasos en Afganistán

La invasión de Afganistán cumple una década y EEUU no ha logrado ninguno de sus objetivos. Ahora, Barack Obama señala al vecino Pakistán y le acusa de contactos con la insurgencia mientras que los jefes militares de la OTAN pactan una salida prevista para 2014. Una retirada que el gobierno títere de Kabul no observa con buenos ojos: el abandono de las tropas occidentales le dejarían en manos de una insurgencia reforzada en los últimos años.

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«Creo que ellos (los paquistaníes) aseguran su apuesta en relación a lo que Afganistán podría convertirse. Y esto significa, en particular, que tienen contactos con algunos personajes sospechosos que creen que pueden recuperar el poder en Afganistán tras la retirada de las fuerzas de la coalición». De este modo se expresó ayer el presidente norteamericano, Barack Obama, durante una rueda de prensa ofrecida en la Casa Blanca en la que, además de otras cuestiones, hizo balance sobre diez años de ocupación militar de Afganistán. Una invasión que su antecesor, George W. Bush, inició después del atentado del 11-S y trató de justificar apelando a los derechos de los afganos pero que, una década después, ha dejado un país más inseguro y muy lejos de la estabilidad.

La retirada de las fuerzas de combate de la OTAN está prevista para finales de 2014. Aunque eso no significa que los uniformados occidentales abandonen definitivamente el país asiático. «Es demasiado pronto para hacer una valoración final de si serán necesarias contribuciones adicionales complementarias. Dependerá mucho de la situación de seguridad a finales de 2014. Creo que será necesario una misión de entrenamiento después de 2014», aseguró ayer mismo Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la OTAN. En mayo, los miembros de la coalición que mantienen el país ocupado celebrarán una cumbre en Chicago para determinar los próximos pasos. «Permaneceremos comprometidos», prometió el danés.

El gobierno títere impuesto por occidente es el primer interesado en que las fuerzas de la OTAN permanezcan en Afganistán. Su ministro de Defensa, el general Abdul Rahim Wardak, saludó que «todos» los aliados hayan «reafirmado su apoyo a Afganistán durante el proceso de transición y también después de 2014». Aunque el militar trató de reducir la insurgencia a 5.000 hombres y asegura que los talibanes no tienen fuerza suficiente para tomar el país, reconoce que la perspectiva de un Afganistán sin OTAN ha generado expectativas en los combatientes islamistas. El objetivo de Wardak es no dar la sensación de un «Estado fallido» que permita el regreso de quienes ya gobernaron el país tras la retirada soviética.

Mientras tanto, los afganos se resignan. «Desde que soy un niño, no he conocido más que la guerra», se lamentaba Sharif Siddiqui, ingeniero de 35 años, en declaraciones a France Press. El gobierno de Hamid Karzai sigue sin controlar más allá de Kabul, la capital y las condiciones de vida de la población no han experimentado mejoras. Después de una década de «Libertad Duradera», Occidente se pregunta cómo abandonar un país en el que, según los expertos, quien emerge realmente es la insurgencia.

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El ex presidente paquistaní, Pervez Musharraf, acusó ayer a India de tratar de convertir a Afganistán en un país «anti-Pakistán», después del acuerdo firmado entre Kabul y Nueva Delhi

Los talibanes insisten en que no negociarán con Karzai

Los talibanes niegan que el actual Gobierno afgano tenga legitimidad para entablar negociaciones o cerrar acuerdos ya que es una administración «marioneta» en un país ocupado, según informó ayer una agencia local recogida por la agencia Efe. En declaraciones a la agencia AIP, un portavoz insurgente, Zabiulá Muyahid, restó validez a los esfuerzos del Ejecutivo y el Consejo de Paz afganos por acercar posturas con los talibanes. Según Muyahid, las negociaciones con un Gobierno «que quiere establecer bases permanentes de EEUU» no son «lógicas» y la cúpula insurgente «no está dispuesta a aceptar ese sucio plan».

Estas palabras de su portavoz, remitidas por correo electrónico, son la primera respuesta oficial de los talibanes después de que el presidente afgano, Hamid Karzai, anunciara hace una semana que cerraba la puerta a futuras negociaciones con los insurgentes. «Nuestros rivales quieren seguir hablando de este tema en los medios con cualquier pretexto», afirmó Muyahid, que acusó a las autoridades afganas de carecer de criterio propio y de ser sólo «un altavoz al servicio de otros».

Para los insurgentes, la guerra sólo acabará cuando las fuerzas extranjeras dejen Afganistán y «den a los afganos la oportunidad de instaurar su propio gobierno nacional e islámico». GARA

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