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Burgoa: «Le preocupa la decisión, pero atisba una pequeña luz»

El preso Ibon Iparragirre sigue ingresado en el Hospital de Basurto a la espera de que la Audiencia Nacional española decida sobre la causa que tiene pendiente. Su madre, Angelita Burgoa, comenta que está preocupado, pero también lo ve esperanzado: «Llevarlo a casa afectaría positivamente a su estado emocional».

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Oihane LARRETXEA |

Las muestras de solidaridad hacia el preso político ondarroarra Ibon Iparragirre se suceden. Un calor humano del que es consciente y que agradece enormemente. «Lo he visto algo contento; al menos mejor de como le vi la última vez que lo visité en la cárcel de Basauri», relató ayer su madre, Angelita Burgoa, a este periódico. Precisamente, a las 12.30 de hoy está convocada en su pueblo natal una movilización que se prevé multitudinaria para reivindicar, además de su puesta en libertad, la del resto de presas y presos vascos enfermos.

Comentó que a su hijo «le preocupa» lo que pudiera decidirse próximamente, en alusión a su posible puesta en libertad dada la gravedad de su enfermedad, y añadió que «Ibon atisba una pequeña luz». No obstante, Burgoa señaló que, en caso de que, efectivamente, fuera excarcelado en un corto plazo de tiempo, la situación que padece persistiría «porque que lo saquen no significa que todo haya terminado». Es más, el largo proceso de recuperación al que debe enfrentarse no habría hecho más que empezar.

La familia también tiene por delante un largo camino por recorrer. Y, en ese camino, precisamente, el primer paso sería sacarlo del pabellón Jado del Hospital de Basurto en el que se encuentra ingresado desde el martes por una infección pulmonar que agrava la infección de VIH que padece. «A partir de ahí iremos paso a paso, despacio, y valoraremos cómo se encuentra». Ese cambio, inevitablemente, afectaría de manera positiva a su estado emocional y, en consecuencia, a su deteriorado estado de salud.

Al igual que Iparragirre, también su familia es consciente del apoyo popular, y de la capacidad para movilizarse. «Se han llevado a cabo muchas concentraciones y manifestaciones, y éstas seguirán existiendo hasta que Ibon salga -dijo, tajante-. La suma de fuerzas es imprescindible, hay que presionar». Y aprovechó para dar las gracias a todas las personas que se han sumado a esas convocatorias: «No hay resquicio que se haya quedado sin cubrir», puntualizó agradecida.

Realizó estas declaraciones poco después de que se llevara a cabo una concentración frente al centro hospitalario de Basurto. En ella, más de un centenar de personas se reunieron para exigir su inmediata puesta en libertad. El preso de Ondarroa siguió la movilización desde el otro lado del cristal, desde donde recibió los ánimos de familiares y amigos.

Sin novedades

En cuanto a su estado de salud, Angelita Burgoa señaló que es su compañera la persona autorizada por Iparragirre para ofrecer detalles al respecto. Sí remarcó las estrictas medidas a las que son sometidos durante las visitas porque, además de los agentes de la Ertzaintza que custodian la habitación, la visita se realiza con la presencia de un agente y la videovigilancia de una cámara. Todo ello para evitar, entre otras cosas, que haya contacto físico. «Eso está terminantemente prohibido, al tiempo que nos recuerdan que una cámara está grabándolo todo», explicó.

Por ahora, el régimen de visitas establecido es de dos semanales, de dos horas de duración cada una en tiempos partidos de media hora.

Jurídicamente, su madre indicó que no hay más novedades después de que la Audiencia Nacional decretara el viernes «libertad provisional» en una de las causas pendientes. Mientras, sigue cumpliendo condena por otra causa por la que Iparragirre fue condenado a tres años de cárcel, y casi ha cumplido dos.

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