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ensayo

¿Estética o antiestética?

Iñaki URDANIBIA

Si partimos de la definición comúnmente aceptada del término «estética» como investigación sobre lo bello, parece que, en la excursión propuesta por el siempre sagaz y hábil Eco, se le funden los plomos a esta definición. El libro planea por la fealdad, por lo horroroso, por las tinieblas plasmadas en distintas obras artísticas a través de los tiempos, la fealdad elevada al grado de lo sublime, y lo digo ateniéndome al punto de vista kantiano que señalaba la ambivalencia que suponía lo sublime en el placer estético y el horror que ciertos fenómenos naturales, o no, provocaban en los sentidos (de tal palabra viene etimológicamente el término estética: aisthesis) del sujeto cognoscente.

Pues bien, con un guía de excepción, no solo en lo que hace a conocimientos sino también por el modo de exponerlos, viajamos a través de la historia del arte desde la antigüedad griega y la romana hasta la más rabiosa actualidad. Toda una galería de seres monstruosos: brujas, priapos, obesos, deformes varios, demonios, ancianos decrépitos, escenas desbordantes de sangre, de tortura, de muerte y decadencia caótica se suceden en un continuum de ilustraciones, primorosamente reproducidas, que conducen en más de una ocasión a la más pura repugnancia.

Los comentarios de Eco nos van ubicando ante los distintos criterios de la época al tiempo que nos entrega sagaces puntualizaciones sobre las representaciones grotescas, misóginas, infernales, de sadismo, de cuerpos troceados, descompuestos y en doloroso retorcimiento. Un impactante recorrido por cuadros, esculturas, fotogramas de películas y hasta alguna portada de disco, que comenzando por la cubierta que reproduce el «Viejo enamorado», de Quentin Metsys, hasta la última de Diego Velázquez («Francisco Lezcano, el niño de Vallecas») nos muestra las obras de arte que han representado el espanto, el lado oscuro de la vida y de las relaciones personales a lo largo de la historia.

Numerosas obras y naturalmente numerosos autores: Goya, Dix, Grosz, Picasso, Delacroix, Bacon, da Vinci, Giorgione, Aldovrandi, el Bosco, Botero, Dalí, Breton, Klee, Strozzi, Passerotti, Bruegel, Doré...y ahí me quedo para no abusar y por centrarme en algunos de los más conocidos, aunque hay muchos más... hasta completar la cifra de alrededor de doscientos artistas.

Se ha de saludar la publicación del libro en edición de bolsillo, aunque la verdad es que los bolsillos han de ser francamente holgados para poder llevar el volumen. A un precio más asequible que la edición más lujosa, por las tapas duras, las reproducciones en ambos casos son de elogiar. La que se publicó por Lumen hace unos cuatro añitos venía a costar casi el doble .

Tras ver lo visto, comparándose, uno se siente como crecido, Federico, guapo si no rico, o como Eduardo Benavente, cantante de Parálisis Permanente, que se miraba en el espejo y era feliz...

 

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