GARA > Idatzia > Mundua

Los seguidores de Gadafi se pudren en la cárcel sin procesos judiciales a la vista

p025_f01_148x108.jpg

Imed LAMLOUM | TRÍPOLI

Para los seguidores del coronel Gadafi en prisión en Trípoli, la detención se prolonga sine die sin proceso a la vista.

«Queremos saber de una vez por todas por qué estamos aquí», reclama un grupo de prisioneros acusados de haber apoyado el antiguo régimen y que se pudren desde hace semanas en una prisión del extrarradio al este de la capital.

En la prisión de Al-Jandak en Tajura, Othman Mojtar, reconoce que «soy partidario (del derrocado régimen). No es ningún crimen», añade, para, mirando en derredor, justificarse con que «estábamos, como otros, engañados por los medios de comunicación de Gadafi».

«Sí, es cierto que tenía un arma, pero no para matar a mis hermanos libios. Vi a africanos tomar las armas para defender a Gadafi, Y me dije, ¿qué hago yo? Era mi deber en tanto que libio». Mojtar recuerda que entregó su arma a los thowar (rebeldes armados) y denuncia que «al día siguiente, vinieron en tres coches a buscarme a casa y desde entonces estoy aquí, sin saber realmente por qué».

A su lado, Amer Salem asegura que fue detenido cuando abandonaba Bani Walid, uno de los últimos bastiones del viejo régimen situado a 170 kilónetros al sudeste de Trípoli.

«Huimos cuando comenzaron los combates. Iba en mi coche con mi mujer mis hijos y pasamos sin problemas todos los controles, pero varios vehículos nos interceptaron cuando estábamos a 15 kilómetros».

«Me trajeron aquí tras arrebatarme el coche y todo el dinero que llevaba. Los primeros días nos pegaban constantemente. Ahra, la situación ha mejorado mucho», reconoce.

Ali Ayad fue detenido cuando huía de la misma localidad. «Llevo aquí 65 días y mi familia no supo hasta ayer mismo que sigo vivo». Organizaciones de defensa de los derechos humanos exigen al nuevo régimen que ponga fin a las detenciones arbitrarias y a los malos tratos a los prisioneros.

Sentado solo en el patio de la cárcel, un militar que pide el anonimato explica que está en prisión desde la caída de Trípoli, a finales de agosto. «Yo era un soldado. Era mi deber ejecutar las órdenes y ocupar mi puesto en una escuela militar. Si hubiera desertado, mi familia habría muerto. No tenía elección», implora, mientras asegura que «gracias a Dios, no he matado a nadie». Padre de cuatro niños, que han podido finalmente visitarle, el militar insiste en que «esperamos que se abra de una vez la investigación. Yo no he cometido ningún crimen. No sé qué demonios hago aquí».

Mientras el primer ministro libio interino del nuevo régimen, Abderrahim al Kib, aseguraba que el nuevo gobierno de transición será anunciado hoy, París adelantó su intención de celebrar con presencia del acusado el juicio contra el número uno de los servicios secretos, Abdallah Senusi, por el atentado contra un avión de la compañía UTA en 1989.

Human Rights Watch (HRW) instó al nuevo régimen a tratar con humanidad al prisionero y entregarlo a La Haya.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo