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Muchos griegos regresan al campo o a las islas empujados por la falta de trabajo

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GARA | ATENAS

Un creciente número de griegos, en su mayoría en edad adulta, se han visto forzados por la crisis económica y política a abandonar Atenas para volver a su pueblo o isla de origen, mientras que muchos jóvenes licenciados en paro han optado por viajar a otro país en busca de una oportunidad mejor.

Elisabeth Kokoreli, de 40 años, y su compañero Vanguelis Tsprounis, de 42 años, por ejemplo, han decidido regresar a la isla de Eubea, donde se criaron, por el alto coste de la vida en la capital, que les suponía 3.000 euros al mes, el doble de un ingreso medio. «Estoy muy feliz», señala Kokoreli, que trabaja como terapeuta en un hospital. «Vamos a tener un futuro mejor aquí. En Atenas, la lucha era constante. Es un gran cambio para mí, pero me gusta este nuevo estilo de vida», confiesa.

La pareja ha matriculado a sus dos hijas en Vassilika, al sur de la isla. Kokoreli se ha tenido que instalar sin su marido, que ha cambiado la pintura por la agricultura.

Este flujo migratorio, por el momento limitado, no tiene precedentes en la historia reciente de Grecia, marcada desde la Segunda Guerra Mundial por un éxodo masivo del campo a Atenas, que tiene cuatro millones de habitantes, lo que supone el 40% de la población griega. Este cambio de tendencia ha supuesto desde 2008 el incremento en un 7% del empleo agrícola. La edad de estos nuevos «agricultores» oscila entre los 45 y los 65 años.

Despedido el año pasado de la emisora de radio donde trabajaba, Ambroise Santamouris, de 50 años, y su novia Adriana Flores, de 52 años y también periodista, se trasladaron en enero a la isla de Tinos, donde han heredado una casa junto al mar.

«Es una cuestión de supervivencia pero también una oportunidad para cambiar nuestra escala de valores . Hubiéramos preferido instalarnos aquí una vez jubilados, pero ¿cómo vamos a encontrar trabajo en Atenas si la cuarta parte de los periodistas estarán en paro el próximo año?», remarca Santamouris, que ha invertido parte de la indemnización que recibió tras su despido en la puesta en marcha de una web informativa y de una radio por internet. Con él colaborarán once periodistas a modo de voluntariado hasta que el acceso a la publicidad haga viable el proyecto.

La pareja resalta el atractivo de la isla y mira el lado positivo de esta crisis, que, en parte, ha supuesto el renacer de las pequeñas localidades y el resurgimiento de la industria agrícola «Antes, los olivos de Tinos estaban totalmente abandonados. Ahora, produce su propio aceite», señala Flores, en busca de trabajo. Está a la espera de que la admitan en varios cursos de formación, uno de ellos para cultivar miel y otro para criar caracoles. De momento, no hay plazas por la alta aceptación que están teniendo estos cursos.

«Este nuevo estilo de vida supone para nosotros un gran reto. Pero, si nos quedábamos en Atenas, no podíamos esperar nada. No había mucho futuro para nosotros en la capital», remarca.

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