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Martin Mantxo | Ekologistak Martxan

«Frack Off!!!»

La extracción de no convencionales no supone solución a la crisis energética, ni a la ambiental, ni a la económica, sino una continuación del mismo modelo, sumándole si cabe más problemas

El fracking ya es parte de nuestras vidas y de nuestro vocabulario, imponiéndose a otras acepciones relativas al nuevo tipo de extracción de gas que se encuentra entre rocas de pizarra. Este sistema nos cogió por sorpresa el pasado octubre cuando el lehendakari anunció desde Texas las supuestas «bolsas» de gas en subsuelo alavés.

Se podría traducir por «fracturación (hidraúlica)» pero pese a existir un vocablo muy próximo parece que nos decantamos por otro anglicismo. Se impondría así a otras formas como «gas de esquistos» (forma popularizada en el estado francés: schistes) o «gas pizarra». También se ha referido a ellos como «hidrocarburos no convencionales», denominación utilizada en Argentina.

Lo cierto es que por novedoso, la existencia de este gas no nos es exclusivo ni es algo nuevo. Si no se ha extraído hasta ahora es por el alto coste de su extracción. Pero ahora con los precios en alza se plantea como rentable algo que es una ruina y que requiere mucha energía para su extracción (casi la mitad de la que se obtiene). Esta técnica ya se ha iniciado en Estados Unidos, donde los resultados son también conocidos y alarmantes. Allá se extrae en 30 distintos estados, con alguno de ellos negándose a la extracción, con la existencia de más de 450.000 pozos en el sur y muchos miles más en el Noreste (50.000 en Delaware..., en la zona Esquisto Marcelus).

Se refieren a él como «océanos de gas» o «la Arabia Saudita del gas natural», una exageración que se replica en casi todas las regiones donde se plantea su extracción: gran extensión sí, pero en tan ínfimas cantidades. También en todos los sitios en los que se anuncia extracción se plantea, como hizo también Patxi López, la posibilidad de independencia energética en esas zonas donde se encuentra.

Polonia y Ucrania son otros países en los que presuntamente también existe mucho gas en esta forma. En el primero, ExxonMobil inició actividad en septiembre. Este país tiene un interés especial en alternativas energéticas debido a su gran dependencia del gas ruso.

En el Estado francés, la zona presentada como reserva es extensísima: desde todo el sureste del Mediterráneo hasta cerca de Ipar Euskal Herria en el Bearne, y también al norte, extendiéndose por el norte de Alemania... Llevan tiempo oponiéndose a él y, como resultado, se consiguió una moratoria.

En el Estado español se ha identificado todo el norte (Cantabria, Burgos, Rioja, Euskal Herria). ¡No sólo la CAPV! En Cantabria llevan ya un tiempo movi- lizándose. La extensión de las zonas en las que incluyen las reservas supone que la actividad extractiva abarca un radio considerable, e igualmente el efecto: movimiento de tierra y humanización del medio para infraestruc- turas, bombas, transporte, vaciados de pozo, almacenaje de químicos para inyectar (casi 600, incluidos tóxicos y mortales).

En Argentina se ha identificado el sur (Santa Cruz), el centro (Neuquén) y todo el norte coincidiendo con el Acuífero Guaraní (abarca además la totalidad de Paraguay, sur de Brasil...). La inyección de todos esos químicos en la fracturación tendría efectos tremendos en el agua y en el medio ambiente. En Neuquén se ha identificado una zona de 30.000 kilómetros cuadrados. Allá Repsol YPF extrae petróleo convencional con resultados ambientales y sociales dramáticos. Desde octubre (2011) Repsol YPF extrae no convencionales tras un año de anunciar su existencia.

Sudáfrica es otro país elegido para este tipo de extracción. Allá, la zona identificada coincide con la zona semidesértica de Karoo, ambientalmente muy sensible por su escasez de agua, con lo que el fraking puede suponer un desastre. El proyecto corresponde a la gigante Shell. Las protestas no se han hecho esperar. (Shell jugó un papel muy importante durante el apartheid, no respetando el bloqueo contra el Gobierno racista y siendo por ello objeto de boicot y movilizaciones, ahora extendidas por su papel en Nigeria)

En el Reino Unido la «reservas» se han identificado en la costa sur y la zona media. La actividad extractiva ya ha comenzado con un proyecto de 800 pozos en Lancashire. La oposición también. En el Reino Unido existe una larga historia de acción directa contra proyectos de gran impacto ambiental (carreteras, aeropuertos, minería...). El 2 de noviembre a esta tradición se unía la nueva actividad del fracking, cuando nueve activistas ocuparon torres de bombeo de fracturación hidráulica paralizando su actividad.

Denunciaban los peligros e impactos de este método y la Cumbre Ambiental de Gas Pizarra que tenía lugar en Londres donde participaban todas las grandes compañías petroleras internacionales. Como ExxonMobil en Polonia o Shell en Sudáfrica, además de Repsol YPF en Argentina, tienen contratos para este tipo de extracción la misma Exxon, Total, CEOC... En Estados Unidos otra mega-petrolera es la principal compañía en esta materia: la Halliburton de Dick Cheney.

Denunciaban que la extracción de no-convencionales no se plantea como alternativa a los convencionales sino como una adición a estos, como ocurrió con agrocombustibles, arenas bituminosas... Por lo tanto, no supone ninguna solución ni a la crisis energética, ni a la ambiental, ni a la económica, sino una continuación del mismo modelo, sumándole si cabe más problemas.

La acción se anunció con el título de Frack Off, juego de palabras similar a la expresión malsonante en inglés fuck off, y sus acepciones: «no fracking way», «what the frack?».

Por ello, entendemos que el uso de fracking en castellano también puede ser adecuado porque a él podremos oponerlo con Frack Off y articular así nuestra oposición a la industria energética y petrolera, la adición a los combustibles y esta nueva dimensión que suponen los hidrocarburos no convencionales. También es próxima al verbo freak, muy extendido actualmente en nuestro vocabulario para referirse a alguien extraño (friqui) pero cuyo significado correcto en inglés es «asustar» (freak out) y «temible».

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