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DOSSIER | LA OPINIÓN DE LOS COLABORADORES DE GARA

2012, el año en que Euskal Herria hará grandes cosas

Aun advirtiendo de que la historia no está escrita, Floren Aoiz detalla cuáles pueden ser los retos que afronte nuestro pueblo el próximo año. La crisis, la gestión del proceso, la situación de los represaliados, la batalla del relato y la memoria, son algunas de las claves que se apuntan en este artículo

Floren AOIZ Historiador

Aborrezco las profecías. La historia no está escrita, así que más que predecir haciéndose el experto (¡una soberana estupidez!) lo que procede es apuntar tendencias y retos. Los desafíos son muchos, pero yo me he atrevido a destacar seis, en los que podemos y debemos intervenir, porque no somos meros espectadores o espectadoras.

Uno: la crisis y su utilización para implantar una agenda de recortes, privatizaciones y medidas antisociales con el objetivo de trasmitir recursos y riqueza de las mayorías a unas élites cada vez más ricas.

Estas medidas provocarán una notable respuesta social, pero habrá que ver si fragua una estrategia nacional vasca de respuesta que vaya un paso más allá de la resistencia y apunte un camino alternativo.

Dos: la exigencia de la sociedad vasca de gestión de este nuevo tiempo político en términos de reconocimiento de nuestros derechos colectivos, poniendo fin a la represión, garantizando la igualdad de oportunidades para todas las opciones, y reconociendo nuestro derecho de autodeterminación, el derecho a decidir.

Ni el Gobierno español ni el francés han cambiado de actitud, así que cabe esperar una dura confrontación en la que el papel de la comunidad internacional por un lado y, sobre todo, la activación de la sociedad vasca, serán las claves.

Tres: la batalla por la vuelta de las personas presas y exiliadas. 2012 comenzará con una gigantesca movilización popular en Bilbo y sin duda la cuestión de los presos y exiliados políticos, sobre todo la modificación a corto plazo de la política penitenciaria, va a estar en el primer plano de la agenda política y social.

Es de desear que la creciente presión popular logre que se afronten todos los efectos del conflicto, pero a la espera de lo que suceda en las elecciones presidenciales francesas de primavera, todo indica que los gobiernos español y francés no cambiarán de actitud si no se sienten obligados a hacerlo.

Cuatro: la batalla del relato en torno al nuevo tiempo político, su significación y el desarrollo histórico del conflicto. Por un lado, «la derrota de ETA» y la «memoria de la víctimas», paradigmas de un relato para que nada cambie. Por el otro, el relato de la victoria de la sociedad vasca, los frutos de la lucha, la oportunidad para la solución política, el proceso de democratización y la asunción y -en lo posible-, reparación de las consecuencias del conflicto.

Cinco: la reorganización de las alianzas y los espacios políticos e insitucionales. En un año con elecciones seguras en el Estado francés y posibles en el tercio vascongado, habrá que ver cómo evolucionan incógnitas como el pulso PSF-Sarkozy, EHbai, la legalización de Sortu, la consolidación de Bildu y/o Amaiur, la apuesta del PNV, la pugna interna en la derecha españolista y la crisis del PSOE.

Seis: la confrontación en torno a la memoria histórica y su proyección hacia nuestro futuro, con el rechazo a la conquista e imposición, paradigmas de lo que ha supuesto la dependencia, y la independencia como alternativa que crece cuantitativa y cualitativamente en nuestra sociedad.

A 500 años de la invasión española de 1512, a 200 de la constitución de Cádiz, emblema del españolismo liberal y a 75 del bombardeo de Gernika, en 2012 vamos a hablar mucho del pasado, por una gran razón: porque hemos decidido dejarlo atrás y abrir una nueva era en la historia de nuestro pueblo, una etapa que apunta a la creación de un estado libre e independiente.

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