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OCTAVOS DE FINAL DE COPA

Un queso duro de roer

Los de Bielsa deberán demostrar en el partido de vuelta una superioridad que ayer no evidenciaron.

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ALBACETE  0

ATHLETIC  0

Joseba VIVANCO

Dos bostezos, que diría el escritor Eduardo Galeano, reflejaron el marcador anoche del Carlos Belmonte. No fue, sin embargo, un partido aburrido, pero tampoco el encuentro que elegiría Marcelo Bielsa de su videoteca para ponerles a sus nietos una tarde de domingo, ante un bol de palomitas. «No hemos ganado a nadie sin dificultad», admitió como aviso a navegantes el técnico argentino en la previa. Ayer, ni siquiera se ganó ante un Segunda B que jugó de tú a tú ante un Athletic que se volvió a tomar el partido, sí, en serio, que salió con todo, pero que con decir que el mejor del equipo fue un Fernando Amorebieta más stopper que nunca...

Un 0-0 en una eliminatoria siempre es un resultado engañoso, se suele decir. Es el segundo marcador sin goles de la era Bielsa, tras aquel ya lejano ante el Trabzonspor turco en su estreno en San Mamés. Desenlace justo visto lo visto, en un choque que, como ante el Oviedo, fue eminentemente copero, trabado, generoso en lo físico, alocado por momentos y con todos los deberes para el partido de vuelta. El que otrora fuera `Queso mecánico` de Benito Floro, anoche fue el `Queso duro de roer' de Antonio Gómez.

El Athletic, como antes del encuentro, sigue siendo favorito, por categoría y por equipo, pero deberá demostrar que también por juego. Como también avisó el argentino, «nadie gana» un partido «por presunción de facultades». Y ayer no las demostró. «La pelota es el único que no suda en un partido, que corra ella», decía el compatriota de Bielsa, Ángel Cappa. Con similares palabras les arengaba el rosarino en el entrenamiento del lunes en Lezama. Pero los que sudaron, y en exceso, fueron sus hombres. Detrás de un balón que andaba huérfano, sin dueño, que al rato reptaba para luego surcar el cielo sin rumbo. El 45-55% de posesión final ante un Segunda B lo dice todo.

En sala de prensa, Marcelo Bielsa dijo que fue un partido «como lo imaginábamos», es decir, «disputado, cerrado». Sin embargo, su visión fue más amable de la esperada al defender que «era un partido ganable», que se defendió bien, se llegó con profusión a línea de 3/4 rival, pero se falló en la profundidad y la culminación. Nada nuevo al alba. Eso sí, ante un Segunda B.

Un partido de tú a tú

Era lo previsible y así fue. Salieron los manchegos de inicio con la navaja albaceteña entre los dientes y arrinconaron a los de Bielsa en los primeros compases del partido. A los dos minutos ya botaron su primer córner. El Athletic, con Javi Martínez y Amorebieta muy abiertos para dar inicio a la salida del balón de Iraizoz, se las veía y deseaba para hacer fluir el esférico. El técnico rojiblanco, ante los dos puntas locales arriba, modificaba de inmediato a la posición de tres centrales, ayudados por Aurtenetxe, dejando las subidas por su carril a De Marcos.

El transcurrir de los minutos, la modificación táctica visitante, la superioridad bilbaina en la medular, fue modificando el dibujo del partido, aunque el Athletic siguió muy incómodo sobre el duro y `botón' terreno del Carlos Belmonte. Los leones mareaban menos la pelota que otras veces y optaban así por las diagonales de treinta y cuarenta metros a De Marcos y a Iraola.

En punta, Toquero -generoso como siempre, desacertado como nunca- actuaba como un `falso 9`, esa figura que tan buenos resultados le da a Guardiola. El gasteiztarra aparecía por izquierda o derecha, y al remate los hombres de dentro.

El `Alba' cedió lógicamente en la presión y el Athletic pasaba a dominar, pero sin `punch' final. El primer tiro a puerta, en el minuto 18, de Herrera, desde lejos y alto. La mejor y la única oportunidad clara de toda la primera y hasta del partido, un precioso `sombrero' de Iturraspe para Iraola por encima de toda la defensa local, que el de Usurbil envió a la cepa del poste. Era el minuto 20. Era la que había que meter. Como en Oviedo. Pero, por enésima vez, se marró. Por enésima vez, como siempre.

Se fallaba el último pase, el último control, y el campo no ayudaba en nada. Herrera, en la medular, apenas estuvo conectado veinte minutos.... El Albacete se acercaba a Iraizoz, pero sin morder. Y así el Athletic, en ese irse o quedarse, fue diluyéndose, demasiado preocupado por defender su portería.

Más ocasiones, pero sin premio

Tras el descanso, el ajedrecista Bielsa movió fichas. De Marcos y Susaeta se fueron a la ducha, mientras Ibai tenía su oportunidad -¿aviso a navegantes al de Eibar?- y San José fortalecía la zaga de tres, como sucedió ante el Oviedo en el último partido del año. Iturraspe adelantó líneas y Aurtenetxe -la tuvo en un disparo alto en el 67- e Iraola se convertían en la máxima expresión del carrilero, pisando más área casi que un Toquero al que maniató un buen excachorro como Mikel Santamaría.

El `Alba' aprovechó también el intermedio para afilar su navaja y echarse de nuevo la manta al hombro cual Curro Jiménez. Tardó diez minutos el Athletic en sacudirse la presión y quince en disparar Toquero, inocentón, a puerta tras jugada individual de un Muniain que hizo sufrir a la zaga blanca hasta el final con sus peligrosos slaloms, disfrazando así la escasa conexión entre líneas de los rojiblancos.

Si los rojiblancos pecaron al pensar que a su rival le pasaría factura su esfuerzo de la primera mitad, se equivocaron. El Albacete redujo la diferencia porcentual de la posesión del balón a favor de los bilbainos. No había diferencia de categoría sobre el césped. Ora dominaba el Athletic, ora el Albacete. Los manchegos sumaron cinco córners, por tres los vizcainos, prueba de que estos últimos nunca terminaron por controlar el juego rival. Tuvieron los locales sus pegadas, guiadas por el inquieto Tete, pero siempre pasaba por allí Amorebieta para repeler el balón; tuvieron los visitantes las suyas: un chut de Ibai al portero, otro de Iker que se fue fuera por poco, el primer balón botado por Iñigo Pérez -que salió por un inoperante Herrera- y que sacó el portero local en el minuto 89... Hubiera sido mucho premio para tan poco juego.

San Mamés, la próxima semana, será otra historia. Eso sí, como diría el francés Thierry Henry, que de esto sabe un rato, «a veces, en el fútbol, hay que marcar goles».

 

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