GARA > Idatzia > Kultura

ENSAYO

En el socialismo real

p041_f02.jpg

Iñaki URDANIBIA

Hay libros que bien valen su peso en oro; es un modo de hablar. Los libros que tengo en la mesa pesan el uno 889 gramos y el otro 859. Hay veces en que el grosor espanta al lector, y más si se va viendo con el avance de las páginas que hay mucho relleno; en los libros que presento no ha de ocurrir esto, pues son dos señoras novelas. Nada que ver con algunas recientes novelas sobredimensionadas y que los críticos han dado por asociar a obras de literatura mayor; en las que presento resultan más pertinentes dichas asociaciones. Ambas se ubican en los países de lo que se llamaba el socialismo real: uno en la Hungría de los cincuenta, el otro en la RDA. La primera, «Guantes rojos», de Eginald Schlattner (Acantilado), nos habla de los duros tiempos que se vivían bajo la bota de la nomenclatura húngara, la otra presenta la situación que se vivía en la república federal alemana en el momento de su derrumbe. A lo que ambas reflejan se les podría adjudicar la manida afirmación de que de buenas intenciones está empedrado el infierno.

Dejando de lado la primera, el espacio impera, me ceñiré a la segunda: verdadero acontecimiento literario en el retrato de la disolución de un país en una reunificación en la que una de las partes marcaba la dirección a seguir. Los valores de la RFA se impusieron a los desvanecidos de la RDA, tras la caída del muro berlinés. En la novela se ve confirmada aquella afirmación de que el socialismo sin libertad finaliza por devenir un cuartel, y así la temible Stasi dominaba la situación hasta tal punto que se podría aplicar, tal cual, la canción de Jean Ferrat: «Hou, hou méfions-nous, les flic sont partout» (desconfiemos, los polis están por todas partes). En el barrio residencial que da nombre a la novela los habitantes tienen como tabla de salvación, ante el derrumbe del país, la literatura, la música y el arte; tales dedicaciones no suponen de ninguna de las maneras un parachoques que evite las raspaduras de los últimos coletazos del régimen autodenominado socialista, ya que el partido lo controla todo, como se puede ver en las sagas familiares que se nos presentan.

La atmósfera se va tornando irrespirable en la medida que avanzan las páginas, que exigen un esfuerzo indudable de lectura, lo que no quita para poder afirmar que estamos ante un gran retablo de un país que se desvanece; el esfuerzo al que aludo no se ausenta, al contrario, en obras esenciales de la literatura, y ya que se compara al escritor con el genio de la literatura germana, Thomas Mann, diré que la lectura de, por ejemplo, «La montaña mágica» no es una lectura que se ingiera como un caramelito de fresa... «La Torre» tampoco, pero merece la pena, y la otra nombrada también.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo