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Denuncias de bebés robados

Vía abierta para investigar el robo de bebés en Donostia

Tras confirmarles oficialmente que en el féretro exhumado en Polloe no había resto alguno, la familia Losa-Ocáriz afirma que irá hasta el final porque «los culpables se siguen paseando por la calle». Toma de declaración por otro caso similar en sitio –Aranzazu– y fecha –1978–.

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N. GOTI-O. LARRETXEA | DONOSTIA

La familia donostiarra Losa-Ocáriz tiene desde ayer la confirmación oficial de que en la exhumación practicada el pasado martes en el panteón familiar de Polloe no se encontraron restos humanos de quien, oficialmente, era su hermana, la pequeña Rebeca Losa Ocáriz. Fue el juez quien comunicó ayer personalmente este extremo a la familia, 24 horas después de que la noticia se diese a conocer con profusión en distintos medios de comunicación.

La asociación SOS Bebés Robados señaló a mediodía a GARA que el magistrado comunicó a los familiares que en el sepulcro en el que durante 35 años han pensado que descansaban los restos de la niña que supuestamente falleció en 1977 «no ha habido nunca nada».

Visiblemente afectados, los hermanos Cecilia y Pablo Losa Ocáriz lo corroboraron públicamente horas después, en el programa «Ni más ni menos» de EiTB. Allí relataron que se personaron por la mañana en el Juzgado, donde, efectivamente, les confirmaron que en la caja «sólo había un sudario, nada más». También les comunicaron que «no había restos biológicos» y que, por lo tanto, «nunca hubo ningún cadáver».

A juicio de Cecilia, el desenlace deja en evidencia que no se trataba «de la historieta de una madre que creía o sospechaba» haber sido víctima de una trama. «Esta es la prueba de que fue así, de que le robaron a su hija y de que en San Sebastián han robado bebés y que los culpables se siguen paseando por la ciudad».

Durante los últimos días, y sobre todo durante las últimas horas, la familia barajaba todas las posibilidades «porque siempre dejas una puerta abierta a la esperanza». «Es una noticia muy dura -dijo Cecilia-, ha sido mucha la incertidumbre y 35 años son muchos años. Cuando te dicen que no hubo nada... es como si te cayera un jarro de agua fría», contó a este diario horas después.

No obstante, Pablo y Cecilia se mostraron firmes y contundentes, dispuestos a luchar hasta el final: «Nos han dado un mazazo, pero no nos han tumbado». Y en este punto, Pablo recordó a sus padres, que están sufriendo especialmente. «Somos tres hermanas y seis hermanos, somos una familia numerosa por la que nuestros padres han luchado para sacarnos adelante. Nuestra madre está muy afectada y nuestro padre, que es una persona muy fuerte, está roto, como un muñeco».

Pero lo de ayer ha supuesto también para la familia Losa-Ocáriz un gran paso cualitativo que les permitirá adoptar ya una dirección concreta, y dar los pasos pertinentes. También puede servir de impulso a las decenas de denuncias. «Ahora se abre una vía, pero sin venganza, aunque no porque el corazón no lo pida», declaró Pablo. «En parte» están «tranquilos» porque creen en la actuación de la Justicia, así como «en la labor de la Fiscalía y la Ertzaintza», que investigan el caso. En este contexto, ambos concluyeron que las personas que han participado en esta red «deberían de empezar a ponerse nerviosas porque terminarán delante de un tribunal, sí o sí. Un delito así no puede prescribir».

La familia seguirá manteniendo la prudencia que les ha caracterizado hasta el momento. Por eso no quisieron citar nombres de algunas de las personas implicadas «para no entorpecer el trabajo de la Justicia», aunque sí confirmaron que tienen en su haber documentos y expedientes firmados en los que constan nombres y apellidos. Es más, aseguraron que algunos de los que participaron en los hechos hoy en día siguen ejerciendo (no matizaron la profesión), y añadieron que han estado «cerca» de «dos de ellos».

Aranzazu, clave

Con respecto al curso que pueda adoptar ahora la investigación, fuentes de SOS Bebés Robados señalaron que una de las claves de la investigación es la Residencia Nuestra Señora de Aranzazu y sus empleados, donde supuestamente falleció la pequeña Rebeca.

El otro paso natural del proceso será buscar a su hermana, a la que pusieron de nombre Rebeca, aunque desconocen si mantendría o no el nombre. El colectivo también subrayó la im- portancia de encontrarla y aclarar «quiénes son los culpables». Pablo abogó por «pensar en positivo» y creer que su hermana está viva. «Lo más seguro es que haya tenido una buena vida y que la hayan querido», opinó.

Con un gran camino por delante por recorrer junto a otros cientos de afectados -solo en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa hay 200 denuncias tramitándose en los Juzgados-, apelaron a las instituciones, a las que pidieron que «se pongan las pilas ya» y que investiguen qué es lo que ha sucedido «en el País Vasco, en Gipuzkoa y San Sebastián. Nada de esto puede caer en el olvido», dijo Cecilia.

Karmele Múgica, otra madre que reclama la exhumación

La Residencia Aranzazu y el año 1978. El relato de Karmele Múgica arranca en circunstancias muy similares al de Mercedes Ocáriz. Y ambos casos confluyeron ayer en el mismo lugar: los juzgados de Donostia. Mientras la familia Losa-Ocáriz recibía la noticia con la que arrancan estas páginas, en la sede judicial se tomaba declaración como testigos a un pediatra jubilado que trabajó en la Residencia Aranzazu -actualmente integrada en el Hospital Donostia- y a un ginecólogo en relación a otro posible caso de robo de bebés, en base a la denuncia interpuesta por Karmele Múgica.

Esta vecina de Hernani dio a luz en 1978 a un niño sietemesino que fue colocado en una incubadora, en principio sin otra complicación comunicada a sus familiares durante 24 días que la necesidad de que el fuera ganando el peso suficiente.

«De hecho, esa semana estábamos a punto de llevárnoslo a casa cuando nos dijeron que había muerto», explicó ayer la madre a GARA. Cuenta que, tras comunicarles la defunción, les pidieron que dejasen al pequeño para estudiar el cadáver, a lo que los padres accedieron, por lo que la inhumación del niño no se produjo hasta unos días después.

La entrega de los restos del niño fue es una de las cuestiones que levantó las sospechas de esta familia ya que, según recuerdan, el féretro era una caja cerrada y precintada que no les permitieron abrir ni en la funeraria ni en el momento del enterramiento: «Nos llamaron diciendo que el niño ya estaba en la funeraria. Quisimos verlo, pero nos dijeron que iba a ser peor y que, como la caja tenía dos precintos, por si acaso era mejor no romperlos. Y así nos quedamos».

Múgica comenta que en aquel momento la noticia del fallecimiento y la imposibilidad de ver por última vez a su pequeño antes del sepelio no les llamó la atención. Fue a raíz de escuchar en la radio la denuncia de una familia, cuando vieron muchas circunstancias coincidentes entre ambos casos, tantas que inmediatamente se pusieron a reunir documentación y establecieron contacto con la asociación SOS Bebés Robados.

Reunir documentos ya ha supuesto una ardua tarea para ella y su marido. Solo contaban con un parte de defunción en el que se indica que el niño había perecido debido a una parada cardiorrespiratoria.

Reiteradas peticiones de documentación al centro sanitario acrecentaron las sospechas del matrimonio, porque les comunicaron que no constaba que Karmele Múgica hubiera estado ingresada en la Residencia Aranzazu ni el nacimiento del niño, aunque «la historia clínica apareció casualmente ayer [por este miércoles]» y está en poder del juez que instruye la investigación.

El pediatra -con responsabilidad en la Residencia Aranzazu, según precisó Múgica- declaró ayer llamado por un juez. Días atrás, también en relación a este caso, declaró en Iruñea una enfermera que en las fechas que se investigan trabajaba en el mismo centro. En torno a esta declaración, la familia se limitó a precisar que en su testimonio hubo algunas contradicciones.

Los resultados de la primera exhumación en Polloe han tenido un gran impacto para todos los familiares que sospechan haber sido víctimas de una red de robo de bebés. La propia Karmele Múgica comentó que esperan que el juez ordene ahora la exhumación para clarificar si los restos de su pequeño están allí, porque sus dudas no han hecho sino acrecentarse. Como otros familiares, insiste en que necesitan saber la verdad. Nerea GOTI

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