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La OSE: Quince años grabando la música clásica vasca

En 1997 la Orquesta de Euskadi dio comienzo al ambicioso proyecto de recuperar y grabar la música sinfónica de los más destacados compositores vascos. Ese proyecto llegará a su fin este año con la publicación del volumen número quince de la colección, cuyos discos han traspasado las fronteras de Euskal Herria llegando a todos los rincones del mundo.

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Mikel CHAMIZO

Son muchas las motivaciones que pueden llevar a una orquesta sinfónica a realizar grabaciones discográficas. La mayoría de las orquestas más prestigiosas de hoy en día lo son en parte porque sus interpretaciones llegaron en el pasado a todo el mundo gracias a la distribución de grandes sellos clásicos como EMI o Decca. Otras orquestas, no tan conocidas, utilizan sus grabaciones como carta de presentación de su trabajo y como testimonio del mismo. Existen incluso orquestas, como la Philharmonia de Londres, que se fundaron con el propósito específico de realizar grabaciones, en la época en que esta actividad era todavía rentable. Pero entre toda esta red de motivaciones destacan, por ser las que realizan una labor social más valiosa, las orquestas fuertemente ligadas a áreas geográficas concretas, que graban para recuperar y difundir el tesoro musical de su comunidad. Este es el caso de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, que acaba de lanzar el penúltimo disco de su Colección de Compositores Vascos, una iniciativa que nació en 1997 y que no solo ha recuperado muchísima música vasca para los propios vascos, sino que la ha llevado más allá de nuestras fronteras gracias a la distribución internacional de Claves.

Para Iñigo Alberdi, director general de la OSE, la importancia de esta colección en la actividad de la orquesta es clara: «Uno de los principales motivos, y que encaja de lleno con el cometido de la OSE, era recoger el patrimonio de los compositores vascos. Por un lado el de los nombres que nunca han perdido su reconocimiento, como Jesús Guridi o Pablo Sorozábal, pero también el de aquellos autores que fueron populares en su día pero han estado en riesgo de caer en el olvido, como Valentín de Zubiaurre o Beltrán Pagola». También Pedro Sanjuán, que es el protagonista del más reciente lanzamiento de la colección: un director de orquesta y compositor donostiarra que vivió gran parte de su vida en Cuba y después en Estados Unidos, dirigiendo orquestas e impartiendo clases en varias universidades norteamericanas. Sanjuán, nacido en 1886 y alumno de la famosa Schola Cantorum de París, llegó a ganar el Premio Nacional de Música por su «Liturgia negra», obra incluida en el CD de la OSE. Pero tras su muerte, en 1977, su nombre y su legado cayeron en el sueño de los justos hasta que la Orquesta decidió que era hora de despertarlo.

El CD dedicado a Pedro Sanjuán es el decimocuarto título de una colección que prevé su finalización en el número quince, que estará dedicado a Carmelo Bernaola. Un gran número para una colección que pudo nacer, en buena parte, gracias al entusiasmo de una ciudadana suiza que se enamoró de las «Diez melodías vascas» de Guridi. Fue Marguerite Dütschler, la carismática fundadora de Claves, el sello discográfico suizo dedicado a «las grabaciones de alta calidad del repertorio clásico poco común». Dütschler entró en contacto con la música vasca por medio de un amigo, el pianista irunés Ricardo Requejo, y enseguida se quedó prendada de ese repertorio tan desconocido fuera de nuestras fronteras, de la calidad de la Orquesta de Euskadi y, en general, de la vida y la cultura de Euskal Herria. Fue así como Dütschler puso a disposición de la OSE su sello discográfico, una firma de dimensiones reducidas pero de reconocido prestigio internacional, y tras llegar a un acuerdo con German Ormazabal, el gerente de la Orquesta por aquellos años, se materializó la Colección de Compositores Vascos con un primer CD dedicado a su adorado Guridi, allá por 1997.

«En cierto sentido, Dütschtler encarna el alma de la colección -recuerda Miren Elosegui, responsable de comunicación de la Orquesta, que vivió intensamente aquellos momentos-. Se enamoró del proyecto y se encargó de que tuviera una proyección internacional. Ormazabal tenía muy claro que había que dar con alguien que tuviera la seriedad y responsabilidad necesarias para comprometerse con un proyecto como este. Y ahí entró Claves, que aunque sea pequeña lo ha hecho realmente bien». Tan bien que aquel disco dedicado a Guridi, hoy completamente agotado, se puede encontrar en el catálogo de la Biblioteca Nacional de Washington. Tras Guridi, fueron llegando, con una periodicidad anual, todas las otras grandes figuras de la música vasca: Usandizaga en el 98, Jesús Arámbarri en el 99, Andrés Isasi, Francisco Escudero, Pablo Sorozábal, Aita Donostia, Tomás Garbizu, Aita madina, Juan Crisóstomo de Arriaga, Luis de Pablo, Beltrán Pagola, Valentín de Zubiaurre y, ya a finales del 2011, el disco dedicado a Pedro Sanjuan que ya hemos señalado. Además, esos 14 CDs grabados hasta la fecha son también un magnífico compendio de la calidad de los directores, coros, cantantes y solistas instrumentales que han estado más cercanos a la OSE en los últimos años, como Asier Polo, María Bayo, Cristian Mandeal, Marta Zabaleta o Andrés Orozco-Estrada, el actual titular de la Orquesta. Por último, pero no por ello menos importante, la colección de discos ha ayudado también a realizar nuevas ediciones de muchas de estas partituras, que estaban conservadas en su forma manuscrita en ERESBIL, el archivo de la música vasca de Errenteria. Y poner, gracias a este trabajo de corrección y edición, a disposición de otras orquestas interesadas los materiales adecuados para poder tocar este repertorio.

La Corporación Mondragón ha ejercido un importante patronazgo económico sobre la Colección de Compositores Vascos. En realidad más allá de lo económico, pues estos discos son, de hecho, uno de los regalos que sus representantes entregan como obsequio típicamente vasco cuando realizan contactos de negocios en el exterior. Pero aparte del patronazgo... ¿se han venido bien estos discos? ¿Han mostrado los melómanos vascos interés por sus compositores? Alberdi cree que sí, aunque «dentro de la realidad de que el cliente objetivo de esta colección es reducido en número y que estos compositores no generan ventas masivas». Lo realmente importante para Alberdi es que esta colección se haya convertido en «representativa» de la Orquesta de Euskadi. «Es nuestra carta de presentación. Muchos directores conocen estos discos, otros nos conocen por estos discos y muchos los utilizan para su trabajo. La nuestra es la colección de música vasca de referencia, a la que todo el mundo acude cuando desea conocer algo de estos autores. De algunos de ellos porque son las únicas referencias comerciales que existen, y de otros porque se trata de grabaciones de gran calidad. Por eso tienen tanto éxito también en el circuito musicológico». Una obra magna que la OSE cerrará el año que viene para diversificar su actividad discográfica hacia otros territorios.

Olaizola: «De aquello que nació como un sueño contemplamos su bella realidad»

En su 30 aniversario, la OSE homenajeó a uno de los fundadores, Imanol Olaizola. La orquesta dio inicio anoche, en el Kursaal donostiarra, a la gira de celebración. Y lo hizo con un estreno (con Tesela, un proyecto compositivo que verá la luz durante estos doce meses de celebraciones), el éxito arrollador del percusionista Martin Grübinger y el homenaje a Olaizola. A sus 92 anos, este histórico investigador y político, creador también de Eusko Ikaskuntza, fue arropado por, entre otros, Carlos Garaikoetxea, lehendakari cuando nació la OSE. Según recordó Iñigo Alberdi, «además de fundador, Olaizola fue el primer presidente e ideólogo». Entre aplausos de la orquesta y el público, recibió una escultura llamada Topaketa y el primer cartel de la orquesta firmado por todos los músicos. «De aquello que nació como un sueño contemplamos su bella realidad», declaró. A. EREÑAGA

Imanol Olaizola, al recibir la escultura Topaketa. Andoni CANELLADA | ARGAZKI PRESS

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