En la madrugada del 20 de enero de 1980 estallaba en el bar Aldana de Alonsotegi una bomba que segó la vida a Mari Paz Ariño, Manuel Santacoloma, Pacífico Fika y Liborio Arana, además de causar decenas de heridos. «Fueron las víctimas inocentes de un ataque cargado de odio a lo vasco», rememoran tres décadas después.

A pesar de la hora en la que se produjo el atentado -a la 1.00-, el establecimiento hostelero se encontraba a rebosar ya que era punto de encuentro de muchos vecinos de la localidad y del entorno, en su mayoría abertzales.

Ese fue el motivo de la elección del Aldana para causar aquella masacre, que aún hoy hace estremecerse a muchas de las personas que lo vivieron. La acción fue reivindicada por los Grupos Armados Españoles (GAE), aunque entonces y ahora todas las miradas se dirigen hacia los aparatos del Estado español. La situación política era convulsa en Euskal Herria y se concatenaban de punta a punta de la geografía vasca los ataques de elementos ultraderechistas.

Pasado el tiempo, a las puertas del 32º aniversario de aquellos hechos, la izquierda abertzale enmarca aquellos ataques en el objetivo de «castigar el sentimiento abertzale y atemorizar a los sectores más combativos».

Cuando semana tras semana muchos vecinos de Alonsotegi oyen hablar a los responsables institucionales del papel de las víctimas del conflicto en el nuevo escenario abierto en el país no ocultan su indignación, la rabia contenida por el «manto de impunidad» que se tejió ante acciones como la del Aldana con los sucesivos gobiernos de UCD, PSOE y PP.

«Las horas posteriores a la masacre evidenciaron lo que en estos 32 años hemos podido confirmar -manifiestan desde la izquierda abertzale de Alonsotegi-, que el Estado y sus aparatos policiales no iban a mover un dedo para esclarecer lo sucedido e identificar a los responsables». Es más, aún recuerdan con indignación unas declaraciones «huecas» del actual consejero de Interior, Rodolfo Ares, en el Parlamento de Gasteiz en las que, después del 30º aniversario del atentado, dijo que el Ejecutivo de Lakua iba a hacer «todos los esfuerzos» para tratar de «esclarecer todo lo que se pueda» en relación a la bomba que explotó en el Aldana.

La izquierda abertzale no olvida tampoco cómo se trató de desviar la atención sobre la autoría. «Desde el primer momento utilizaron el arma de la intoxicación informativa y la mentira para responsabilizar a ETA del atentado, para posteriormente nombrar a José Amedo, jefe de la Brigada de Información de Bilbao, responsable de la investigación», señalan, antes de recordar el papel que jugó luego Amedo en la guerra sucia a través del GAL.

«Víctimas incómodas»

A las puertas de un nuevo aniversario, denuncian los intentos de «ocultar o minimizar» las víctimas de la violencia del Estado como los cuatro muertos de Alonsotegi. «Son víctimas incómodas ya que son el espejo de una violencia estructural que evidencia la existencia de un conflicto político irresuelto en Euskal Herria», apuntan al recordar a Ariño, Santacoloma, Fika y Arana.

Tampoco olvidan el oportunismo político de algunas formaciones e instituciones que al cumplirse el 30º aniversario trataron de capitalizarlo para luego olvidarse de ello. Así, la izquierda abertzale reitera su compromiso para mantener vivo el recuerdo de lo que sucedió aquella madrugada de 1980 en el Aldana «por encima de coyunturas y de oportunismos».

Abogan por que «la impunidad deje paso a la justicia con mayúsculas» en el nuevo escenario democrático que se debe construir en el país entre todos. «Estos hechos -apostillan- deben servirnos de revulsivo para seguir impulsando el verdadero cambio democrático, que día a día se abre paso con más fuerza». Lo reivindicarán mañana, a las 20.00, en el lugar donde se levantaba el bar Aldana.