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Koldo CAMPOS Escritor

El curso de la historia

 

Decía Jorge Luís Borges que los vascos se han caracterizado siempre, además de por ordeñar vacas, por oponerse al curso de la historia. Y como el curso de la historia, al parecer, se ha empeñado en cerrar caseríos y cada día son menos las vacas que ordeñamos, hemos tenido que volcarnos y compensar la lechera carencia que padecemos cultivando, profusamente, nuestra otra gran característica.

El elocuente silencio que resonara hace un par de semanas por toda Euskal Herria para que se respeten los derechos de los presos vascos y vascas, y pongan fin a su violencia los estados español y francés, es un ruidoso ejemplo de hasta qué punto se esmera la sociedad vasca en practicar la virtud que le reprochara Borges.

Si del curso de «su historia» hubiera dependido, hace tiempo que los vascos en lugar de hablar euskara hablaríamos inglés, que en vez de repudiar la OTAN habríamos pasado a dirigirla, y que no habría paraje en toda Euskal Herria sin su correspondiente central nuclear o cementerio de residuos.

Curiosamente, ese afán de oponerse al curso de la historia que, afortunadamente, no es un rasgo exclusivo de los vascos, va ganando adeptos dispuestos a matricularse en esa esencial característica a la que debemos nuestra supervivencia y, hasta la justicia argentina, dado que la española se inhibe de ejercerla, se dispone a investigar los crímenes del franquismo para que ni el engaño ni el olvido sigan trazando pautas al curso de la historia, pero no al de la «historia universal de la infamia» que escribiera Borges, sino al nuestro, a nuestra historia.