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La ida en Miranda de Ebro, el día 31

Clasificación, amigo...

Los rojiblancos sellaron sin apuros su pase a semifinales, en un infumable partido en el que no tuvo brillo ni el gol de la victoria.

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MALLORCA 0

ATHLETIC 1

Joseba VIVANCO

«A mí siempre me pareció más interesante marcar un autogol que un gol. Un gol, salvo si uno se llama Pelé, es algo eminentemente vulgar y muy descortés con el arquero contrario, a quien no conoces y que no te ha hecho nada, mientras que un autogol es un gesto de independencia». Las palabras pertenecen al escritor chileno Roberto Bolaño. Pero arresto de independencia o pifia que dejó pequeña a la del realista Eñaut, el portero bermellón Catalayud puso en bandeja al Athletic el pase a semifinales de la Copa en un pésimo partido de ambos equipos, en el que lo mejor, lo único salvable, fue el resultado y ese preciado billete para estar el próximo martes, día 31, en el campo mirandés de Anduba.

Y es que ayer fue malo hasta el gol. Dicen que dos no pelean si uno de ellos no quiere y el Mallorca, ayer, no quería, así que el Athletic decidió que tampoco él se iba a soltar el partido del siglo, y sobre todo en un campo donde los rojiblancos no cuajarán un gran encuentro en su vida.

En favor de los de Bielsa habrá que argumentar que a este ritmo de partidos nadie sostiene un nivel competitivo óptimo, lo mismo que mentalizarse cada dos o tres días para cambiar el chip de la competición. Incluso, si me apuran, tras días de mucho, como en el mayúsculo Bernabéu, días de nada, como en la fría plaza del Iberostar.

Pero también el rival tuvo mucho que ver. Los de Caparrós tenían clara su sencilla estrategia: vivir del fallo del Athletic. Y a ello se pusieron. Como diría el utreraro, «al lío». Y prueba irrefutable de ello, el hecho de que con una eliminatoria con dos tantos de desventaja, regalaran a los leones el 65% de la posesión del balón en la primera mitad. Verlo para creerlo.

Casi todos aguardaban que, después de conocer que en las semfinales esperaba el teóricamente asequible Mirandés, los mallorquines saltarían al campo con un aliciente más, por si un 0-2 no era suficiente motivación. Pero ni por ésas. Con un 4-3-3, sus tres hombres más adelantados esperaron desde inicio al Athletic en el círculo central, sin presión alguna, sin prisa. Así que los bilbainos, a los que no quedó otro remedio que tomar la iniciativa, decidieron aceptar el reto, pero sin pasarse. Ni verticalidad, ni ritmo, ni velocidad entre los de Bielsa, con tan solo Herrera buscando la pelota, Iturraspe deshubicado, Aurtenetxe más solo que la una en su carril, un partido extraño en el que parecía como si Caparrós tratara de mostrar la zanahoria a sus exjugadores, esperando agazapado el error del rival.

El pasar de los minutos torturaba a los pocos espectadores con un juego tan desangelado como lo estaba la propia grada. Pero un juego que, con el correr del reloj, beneficiaba al Athletic, con el marcador a favor, no sujeto a las prisas. No fue hasta el minuto 20 cuando el 0-0 zozobró con un disparo a la media vuelta de Pereira dentro del área y que tropezó en un defensor bilbaino, y la gran ocasión de Muniain que, tras fallo de Chico, chutó solo ante Calatayud y éste la sacó a córner.

La parsimonia en el juego se dejaba sentir hasta en la ausencia de faltas. Apenas media docena entre las filas de los baleares, y eso en un equipo made in Caparrós. Una de ellas, eso sí, dio con Muniain en el suelo y su costado resentido, lo que obligó a Bielsa a cambiarlo por un Toquero que tampoco aportó más que sus compañeros. Un buen disparo de Herrera que despejó Calatayud y un remate fuera de Llorente fueron toda la pólvora ofensiva de la primera mitad.

La segunda mitad, incluso peor

El Mallorca estaba obligado a hacer algo más en el segundo tiempo, aunque fuera hacer ademán de ir a por la remontada. Y lo peor es que a poco que apretó el acelerador, el Athletic perdió el balón, el sitio, el control, y se pasó los 45 minutos a merced de los mallorquines. Suerte que tampoco los baleares son nada del otro mundo, y que por allí estaban, una vez más, a su nivel habitual, la dupla de centrales rojiblanca.

Caparrós maniobró a los 67 minutos, quitó un lateral y dio entrada a la zurda de seda del Chory Castro para meter en aprietos la portería de Iraizoz. Y así lo hizo durante unos minutos, los justos hasta que llegó la jugada tonta del partido y que sentenció a los locales. Gorka saca de puerta, balón para la defensa del Mallorca, Chico deja para el capitán Ramis, éste cede atrás a su portero, que falla en el golpeo y solo puede mirar desesperado el balón dentro de la red. Ya lo dijo el gran Michel Platini, «el fútbol está hecho de errores, porque el partido perfecto es 0-0». Y es que un error tenía que ser lo que alterara el soporífero partido.

Pitido final y alegría contenida

Por delante, quince minutos de la basura, en los que, no obstante, el Mallorca tuvo sus opciones, con un disparo de Hemed alto, un golpeo del Chory y un cabezazo picado de Alfaro. Pero ni por ésas. Hasta Javi Martínez, quien sabe si aburrido atrás, se descolgó más de una vez hacia el ataque. Pero el pescado estaba vendido. Tal había sido la arritmia de los noventa minutos que, tras el pitido final, ni de lejos se vivió aquel estallido de alegría de los rojiblancos de hace dos temporadas en Gijón, cuando hasta Koikili se quedó en calzoncillos en la celebración del pase a semifinales.

Semifinalistas por 44ª vez en la historia de la Copa. Cuarta vez en diez años. No está mal este último apunte. Ahora se trata de dar el paso definitivo y plantarse en la finalísima de mayo, el 20 o el 25 de mayo, dependiendo de si algún equipo español llega a la final de la Champions; si lo hace, se jugará el 25, en sede por determinar. Sólo el Mirandés y su `pequeño Anfield', la pequeña aldea gala, se resisten al `invasor'.

Si la tradición bendecía a los leones asegurando que las dos veces que el Athletic eliminó al Oviedo fue luego campeón, cada vez que un club de 2ªB ó 3ª llega a semis, ¡gana el torneo quien le elimina! Alea iacta est.

El técnico y once de los jugadores son vascos

El entrenador del Mirandés, Carlos Pouso, es del barrio de Lamiako de Leioa, tres jugadores son de Bilbo, cuatro más originarios de Gasteiz, dos más donostiarras, otro más de Hernani y otro de Pasaia. Históricamente el equipo siemnpre ha contado con jugadores vascos.

Pouso: «La pena es que no nos den 4.000 entradas»

«La pena es que no podrán darnos 4.000 entradas como nos gustaría, para que vean que en Miranda hay un pequeño Athletic también, la pequeña aldea gala», manifestó ayer el entrenador Carlos Pouso sobre el partido en San Mamés, dentro de dos semanas.

De la Ikastola Ander Deuna de Sopela a Miranda

Carlos Pouso tiene una larga trayectoria como entrenador: Ikastola Ander Deuna de Sopela, juvenil del Mungia, Sodupe (Regional), Moraza (Regional), Arenas (Tercera), Cultural (Tercera), Sestao (Tercera y Segunda B), Eibar (Segunda A), Guijuelo (Segunda B) y Mirandés.

Ya jugó en La Catedral en 1977, contra el filial

El 8 de diciembre de 1977 se midió en La Catedral al Bilbao Athletic, en Segunda B. Ganó 0-1 al siguiente equipo: Aguirreoa; Urquiaga, Lizeranzu, De Andrés, Mazarredo (Purroy), Guembe; Guti (San Pedro), Sola, Gabikola, Noriega y Mayayo. Los entrenaba Txutxi Aranguren.

Marcelo Bielsa reconoce que «no fue el partido esperado»

El entrenador rojiblanco, Marcelo Bielsa, confesó tras el partido que el choque no fue «el esperado» para su equipo y que pese a que les costó acomodarse supieron «equiparar el trámite que estaba descompasado». El argentino explicó que «cuando nos cedieron la iniciativa, el partido resultó accesible y cuando la tuvieron ellos costó acomodarnos. La verdad es que el segundo tiempo fue una producción satisfactoria».

Tras hacer bueno el resultado de ida, el técnico argentino aseguró sobre el Mirandés que todavía no han «profundizado» sobre el próximo rival en Copa, al que hay que dedicarle «la máxima atención» y sobre el que hay que tenerle «mucho respeto».

«Todavía no sabemos los días de juego, ni la comisión, hay en medio un partido de liga contra el Rayo, y a partir de que finalice ese partido planificaremos el partido contra el Mirandés, pero con la misma preparación que en cada partido», afirmó el de Rosario.

Por otra parte, Joaquín Caparrós aseguró que pese a la derrota su conjunto logró transmitir «lo que queríamos». Justificó que «teníamos la posesión de la pelota y bueno, el fútbol es fútbol y con la desgracia del gol, que ha sido un palo, anímicamente ha sido un palo».

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