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Juan Carlos Escudier 2012/1/26

El ministro de la perpetua

Público.es

Se quejaban los jueces de Gallardón porque no daba la talla como ministro del ramo, y va a resultar que tienen en él a una bicoca. (...) ayer debieron sentirse muy satisfechos al verle anunciar el nuevo modelo de elección del Consejo General del Poder Judicial, que hurtará dicha facultad a la soberanía popular, es decir al Parlamento, para hacerla recaer en sus togadas señorías. (...)

Es evidente que el nuevo sistema acabará con la politización del CGPJ por la sencilla razón de que la inmensa mayoría de sus vocales serán de derechas. Y no porque sociológicamente los jueces sigan muy emparentados con Don Pelayo, que también, sino porque las grandes asociaciones judiciales en las que descansará la facultad de propuesta lo son. Verde y con asas.

La Justicia del PP será cosa de los jueces y también de los ricos, porque sólo aquellos que puedan pasar por caja tendrán derecho en determinados ámbitos -laboral, mercantil y el contencioso-administrativo- a disfrutar de una segunda instancia. Lo que se plantea para frenar nuestro ímpetu litigioso es un sustancial recorte de derechos. ¿Recurrirá un trabajador el fallo sobre su despido si teme que le salga más caro el remedio que la enfermedad?

Pero por lo que puede pasar a la historia Gallardón es por ser el ministro de la cadena perpetua revisable, un honor que debería corresponder a Trillo, desaparecido del mapa y que fue su gran promotor. La tienen países como Francia o Alemania, donde las penas efectivas no suelen superar los 20 años. Aquí, en cambio, con uno de los códigos penales más duros de Europa, es posible el cumplimiento íntegro de 40 años de condena para determinados delitos. ¿Era necesario tal despliegue cuando con un índice de criminalidad relativamente bajo el ratio de reclusos es de los más elevados de nuestro entorno?

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