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Escalada verbal entre Argentina y Gran Bretaña

Las Malvinas desatan otra crisis diplomática

La ofensiva diplomática argentina ha provocado una dura respuesta de Londres. La presidenta Cristina Fernández retornó de su descanso forzado por enfermedad y subió el tono contra el primer ministro británico, David Cameron. El centenario conflicto encuentra eco en Latinoamérica.

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Daniel GALVALIZI

El interminable diferendo por la soberanía de las islas Malvinas se recrudeció en el último mes, con una espiral de declaraciones altisonantes que llegó al máximo nivel y puso a la presidenta, Cristina Fernández, y al primer ministro británico, David Cameron, al frente de la trinchera.

Los Kirchner siempre dieron un lugar especial en la agenda a la cuestión Malvinas y en los últimos dos años los éxitos diplomáticos fueron beneficiándoles y dejando cada vez peor parado a Londres. El último de ellos fue el que disparó los últimos cruces de declaraciones: El bloque del Mercosur definió en diciembre pasado la prohibición de que en alguno de sus puertos encalle algún buque con la bandera «ilegal» de la colonia británica Falklands.

Desde entonces, el Gobierno tory y los habitantes de las Malvinas acusaron a Buenos Aires de querer realizar un virtual embargo a las islas y de buscar su asfixia económica, en un terruño que goza de un altísimo estándar de vida gracias a los permisos que otorga en explotación pesquera.

Pero la semana pasada, Cameron, a diferencia de sus antecesores laboristas Gordon Brown y Tony Blair -quienes optaban por la moderación-, salió al paso de la estrategia diplomática argentina y la calificó de «colonialista», ante una pregunta formulada por un legislador en la Cámara de los Comunes, a pesar de que los registros históricos indican que en 1833 las fuerzas militares del entonces Imperio británico echaron a los argentinos apostados en las islas y las usurparon. Las palabras provocaron urticaria al otro lado del Atlántico y además, un milagro: La oposición argentina se solidarizó con el Gobierno y respondió al unísono y con dureza contra Londres, a pesar de que la política está en pleno descanso veraniego en el país sudamericano.

Pero la voz que faltaba era la de Cristina Fernández, después de sus tres semanas de convalecencia por la operación de tiroides a la que fue sometida. El miércoles por la noche, en su primer acto al retomar su agenda de actividades en la Casa Rosada, la presidenta argentina tildó de «reino del revés» a Gran Bretaña y dijo que Cameron «no tiene razones ni argumentos».

Además, le espetó que de las 16 causas que descansan en las oficinas del Comité de Descolonización de Naciones Unidas, 10 son de Gran Bretaña y que ese país está «depredando los recursos, el petróleo y la pesca de los argentinos» en el disputado archipiélago del Atlántico Sur.

La presidenta Fernández fustigó a Cameron por querer mostrar «como los nenes malos de la película» a los argentinos, y recomendó con ironía: «El primer ministro debería tener una charla con los empresarios (británicos) para que le comenten cómo somos. Unas 18 empresas argentinas fueron adquiridas últimamente por capitales ingleses y en Buenos Aires viven actualmente más ingleses que en las propias Malvinas».

Fuentes de la Cancillería argentina consultadas por GARA aseguraron que continuará sin titubeos la ofensiva diplomática para obligar a Londres a cumplir con las sucesivas resoluciones de la ONU para que se siente a negociar.

«Vamos a hacer todas las acciones lícitas que nos acerquen al cumplimiento del objetivo. Lo único descartado es la acción militar», señalaron, y consideraron como «probable» que la presidenta decida eventualmente suspender los vuelos comerciales que pasan por territorio argentino antes de arribar a Port Stanley (la principal ciudad del enclave insular).

Solidaridad latinoamericana

Uno de los nuevos aspectos de este conflicto es el renovado respaldo que los estados de América Latina brindan al reclamo argentino, lo que se contempla tanto en las declaraciones de las cumbres multilaterales como en la inamovible decisión de Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay y Venezuela de resistir el lobby británico y sostener la decisión de rechazar buques con la bandera de las Falklands en sus puertos.

La declaración más contundente tuvo lugar en la Cumbre de las Américas de 2010, cuando los 32 países del hemisferio -incluyendo a Estados Unidos y Canadá- respaldaron a Argentina y reclamaron a Gran Bretaña que cumpla con la resolución de la ONU y se siente a negociar.

En diálogo con GARA, el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello (quien hasta enero fue representante ante Naciones Unidas y lideró la estrategia por Malvinas en el organismo), considera que esta nueva tensión con Londres con el tema y la solidaridad regional es producto «de una activa e intensa estrategia diplomática tendiente a mantener en agenda este caso de descolonización y lograr una mejor comprensión e información al respecto».

Por ello, Argüello viajó por 22 países, desde Tailandia hasta México pasando por Sudáfrica y Alemania, para brindar conferencias en universidades explicando la cuestión Malvinas. «Ahora la estrategia del Gobierno argentino está dando sus frutos. Nuestra meta es generar condiciones políticas propicias para que se inicie la negociación entre Londres y Buenos Aires», recalca, y destaca que hasta el Gobierno de Barack Obama reconoce que hay una «necesidad de que ambas partes negocien», según declaró el Departamento de Estado la semana pasada.

«Estamos buscando a los británicos por toda la cancha pero no los encontramos», desliza con ironía el diplomático, y lamenta que sea porque «seguramente tienen el suficiente poder para desafiar no solo a Argentina negando el conflicto sino para desafiar a toda la comunidad internacional».

En un mundo en el que los recursos naturales cotizan en alza, el petróleo, los minerales y la pesca en las Malvinas dota de otro calibre al conflicto de soberanía.

«Existe una base militar en esa colonia desproporcionada con sus necesidades, son miles de hombres y mujeres que viven con sus familias y tienen como objetivo principal no la defensa del territorio sino la explotación de los recursos», subraya Argüello, quien cosechó el logro de haber conseguido como presidente del G77 + China una declaración unánime de respaldo a la reclamación argentina por parte de todos los cancilleres de ese grupo que une a más de un centenar de naciones en vías de desarrollo.

El agravamiento de la tensión llega dos meses antes de que en abril se cumplan 30 años del inicio de la guerra de Malvinas, cuando la última dictadura militar argentina buscó en forma desesperada granjearse el apoyo civil y escapar a una acuciante crisis económica anunciando la recuperación compulsiva de las islas mediante su invasión.

La invasión, que provocó una reacción rápida y feroz de la entonces premier Margaret Thatcher, duró tres meses y terminó con la vida de 800 argentinos -en su mayoría soldados rasos adolescentes enviados con poca preparación- y cerca de 350 bajas británicas. Si bien la derrota estrepitosa terminó de liquidar a la dictadura del país sudamericano, quebró un período de años de negociaciones en los estamentos bajos de la diplomacia de ambos países y además derivó en una actitud irreductible por parte de los menos de tres mil habitantes británicos en las islas.

Hoy por hoy, Londres favorece la autodeterminación de los ciudadanos de las Falklands -motivo por el que Argentina se opone en su política exterior a cualquier intento de separatismo o autodeterminación, como fue el caso de Kosovo- pero ellos insisten en su permanencia bajo la Corona inglesa.

A tres décadas del conflicto bélico, Argentina avanza en el terreno diplomático y muestra así una grieta en el sistema de estados en las que un otrora imperio se sale con la suya al desdeñar resoluciones de la ONU.

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