GARA > Idatzia > Iritzia> Hemeroteka

La Jornada | Editorial 2012/3/5

Rusia: elecciones y triunfos cuestionados

(...) Como ha ocurrido en forma sistemática en las anteriores ocasiones en que Putin resultó electo, en 2000 y 2004, la jornada de ayer estuvo marcada por denuncias de inequidad y fraude en favor de Rusia Unida. (...)

No cabe llamarse a sorpresa por la multiplicación de estas acusaciones, habida cuenta de que la Rusia contemporánea arrastra marcadas innercias antidemocráticas que datan desde tiempos de los zares, se reconfiguraron en la URSS pocos años después de la revolución de 1917 y, si bien se vieron interrumpidas brevemente durante los años de la Perestroika, entre 1985 y 1990, reaparecieron durante los gobiernos de Boris Yeltsin y del propio Putin. Uno de los componentes centrales de esa tradición autoritaria ha sido, precisamente, el empleo faccioso de los recursos públicos y las distorsiones a la voluntad popular realizadas desde la Presidencia para perpetuar al grupo gobernante.

Pero con todo y las inocultables anomalías registradas en los comicios de ayer y en los meses previos, si algo pone en relieve la abrumadora diferencia entre el candidato vencedor y sus competidores es la dispersión del voto opositor en el vasto y heterogéneo territorio ruso, así como la ausencia de liderazgos y cuadros jóvenes que puedan disputar a Putin las preferencias de los sectores mayoritarios. (...)

Luce difícil que Putin pueda ejercer su tercer mandato sin por lo menos escuchar las demandas de los sectores de la sociedad rusa que se han venido oponiendo a la perspectiva de un régimen de partido hegemómico y de un gobernante vitalicio (...).

Por último, la posibilidad de que la nación euroasiática sea gobernada durante casi un cuarto de siglo por un solo personaje -ya sea desde la formalidad de la investidura presidencial o por conducto de un ahijado político, como el actual presidente Dmitri Medvedev-, así como la recurrencia con que se denuncian fraudes electorales en las jornadas comiciales de la Rusia contemporánea, obligan a poner en entredicho el certificado de «democracia» otorgado al gobierno de Moscú por las potencias occidentales tras la caída del bloque soviético, reconocimiento que, según puede verse, no tuvo otro afán que justificar la vinculación del país más grande del mundo al mercado internacional y a las tendencias económicas definidas en el Consenso de Washington.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo