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Antonio Alvarez-Solís | Periodista

La prisa-2

 

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En el oficio político proceder con prisa o atropellamiento es una mala señal -distingamos ya de inicio: el acontecer revolucionario no es atropellado sino súbito tras un largo periodo de maduración-. El proceder con prisa en el ámbito político indica una de estas dos cosas: o que no se tiene seguridad en la propia permanencia o que se ha soñado lujuriosamente con determinados beneficios de carácter personal o de clan. La prisa es una forma de actuar proclive a cosa punible. Se dice que los radicales del Sr. Lerroux -que quería elevar al rango de madres a las vírgenes- lo primero que hacían tras ganar unas elecciones municipales era llevarse el metálico que había en las tenencias de alcaldía. Durante su periodo ministerial en la II República, tan bueno para la derecha, se creó el término straperlo para calificar una operación que un allegado suyo había culminado con mucho fruto al vender unas motocicletas a la policía nacional. Yo quería citar estos antecedentes para apoyar en ellos una pregunta que me interesa hacer como ciudadano que ni es ducho en vírgenes ni en motocicletas. Pregunto: ¿Puede constituir straperlo o algo por el estilo la prisa con que el marido de la Sra. Cospedal, Sr. López del Hierro, fue designado consejero de «Red Eléctrica», empresa pública, con un sueldo que oscila, según se ha publicado, entre 130.000 y 180.000 euros anuales? ¿Puede constituir un dato significativo la prisa con que se rectificó ese nombramiento? ¿La rectificación atropellada no expresa un straperlo moral, pues que solamente obedece al miedo? ¿Puede decirse ahora que aquí no ha pasado nada? La moral es una virtud de principio, no de final.

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