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Ochomilismo | G1 en invierno

Nueva aportación polaca en el ochomilismo invernal

Adam Bielecki y Janusz Golab se hacían con la primera ascensión del Gasherbrum 1 en invierno el pasado día 9. La expedición liderada por Artur Hajzer logra el objetivo tras 49 días de estancia en la montaña. Este último es el 11º ochomil polaco escalado en invierno.

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Andoni ARABAOLAZA

Durante esta pasada temporada invernal, las actividades que se han desarrollado en las laderas del Gasherbrum 1 han tenido una doble cara. La cara positiva cayó del lado de la expedición polaca dirigida por Hartur Hazjer que firmaba la primera ascensión invernal del ochomil paquistaní. La negativa, en cambio, ha estado protagonizada por la desaparición de tres miembros del grupo del Alex Txikon. Otra gran actividad, con apertura de una vía en la cara sur de la montaña, pero «deslucida» por esa desgraciada noticia.

La crónica del hasta ahora «virgen» G1 en invierno, la empezamos con el éxito cosechado por la expedición polaca. Adam Bilecki y Janusz Golab hacían cima el pasado día 9 hacia las 8.30 hora paquistaní. El primero, un joven alpinista de 28 años que solo contaba con el Makalu; logrado durante el otoño pasado. Un dato más: con solo 17 años se convirtió en el montañero más joven del mundo en escalar el Khan Tengri en estilo alpino. Golab, por su parte, cuenta con 43, y es un gran especialista en grandes paredes alpinas.

Como adelantábamos, ambos formaban parte del grupo dirigido por Hajzer, de un proyecto que lleva el nombre «Polish Winter Himalaism 2010-2015». Los polacos llegaban al campo base el 21 de enero y, tras 49 días de estancia en las laderas del ochomil, lograban el ansiado objetivo. Un objetivo que, como preveían, iba a ser realmente duro por las condiciones invernales de la montaña: frío extremo, vientos huracanados, menos nieve de lo normal, glaciar muy agrietado...

Pero por decirlo de algún modo, los polacos están «acostumbrados» a esa realidad; y es que están considerados como los mayores especialistas del ochomilismo invernal. Desde que Krzysztof Wielecki y Leszek Cichy se hiceran con el Everest en 1980, los polacos, con este último, han firmado nada más y nada menos que 11 gigantes de las cordilleras del Himalaya y el Karakorum. Este del G1 es el segundo ochomil del Karakorum ascendido en invierno, tras el del año del pasado del G2 firmado por Denis Urubko y Simone Moro.

Condiciones extremas

No hace falta decirlo, pero los propios protagonistas han asegurado que la escalada a este ochomil ha sido realmente dura. Lo bueno es que, aparte del éxito logrado, los miembros de la expedición han salido sanos y salvos de la actividad. Hajzer informaba que todos estaban bien: «Adam tiene unas congelaciones en los dedos de los pies, y especialmente Janusz cuenta con alguna congelación en la nariz y va a necesitar mayor atención médica. Nuestra idea era volver en helicóptero, pero no tenemos dinero. Adam y Janusz podrían utilizar el seguro y volar en helicóptero, pero no creo que el tiempo lo permita».

Sobre el desarrollo de la expedición, el líder del grupo ha señalado que a los pocos días de llegar al campo base ya empezaron a trabajar en la montaña: «Nos decantamos por la vía clásica del G1 en su cara norte con su característico corredor de los japoneses. El 24 de enero hizo un día perfecto: soleado y frío. Nos avisaron que el glaciar era muy largo y complicado, y así fue. Era un laberinto lleno de profundas grietas. Pensábamos llegar hasta los 5.900 metros de altura, pero nos quedamos 200 metros más bajo».

Montan el C1 a 5.930 metros en condiciones mucho más complicadas por el fuerte viento. Tal fue la lucha que justo montaron las tiendas, se metieron en los sacos y no tuvieron fuerzas ni para comer.

Entre la visita de fuertes vientos y el trabajo en la ruta, algunos miembros de la expedición comienzan a tener problemas; la mayoría de ellos provocados por las congelaciones. Para principios de febrero montan el C2 a unos 6.500 metros: «Ha sido más fácil que llegar y montar el C1. Hacemos noche, y nos avisan que tenemos que bajar, porque llega una tormenta con vientos intensos que durará hasta el día 8 de febrero».

Tras el vendaval llegó la calma. Y justo ese día tiran de nuevo para arriba con la intención de montar el C3, sabiendo que a unos 7.000 metros hacía una temperatura de -35º. Las siguientes jornadas fueron de gran tensión. Sin grandes problemas superan el corredor de los japoneses, y a 7.040 montan el C3. El viento comenzó a tomar protagonismo, y lo vivido por los miembros de la expedición polaca fue realmente de locura: «Aunque ganamos la batalla al viento, pasamos tres jornadas muy difíciles en altura. El viento era impresionante, parecía que las tiendas iban a volar y nosotros con ellas. Pero salimos vivos».

Entre tormenta y tormenta, y tras serias dudas sobre la posibilidad de continuar, el grupo polaco aprovecha una pequeña ventana de buen tiempo para el asalto final: «La última noche en el C3 fue medianamente «cálida» con temperaturas de hasta -35º, con luna llena y una última oportunidad. Teníamos que aprovecharla, ya que para la tarde del día siguiente llegaba el empeoramiento anunciado. Finalmente logramos cima, y nos apresuramos a bajar, ya que realmente estábamos helados».

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Finalmente ha sido la expedición polaca dirigida por Artur Hajzer la que ha firmado la primera ascensión del G1 en invierno.

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Adam Bielecki y Janusz Golab pisaban la cima del ochomil el pasado día 9 hacia las 8.30 de la mañana hora paquistaní.

Una gran actividad ensombrecida por las desapariciones

Mientras que los polacos se hacían con el reto, en la cara opuesta de la montaña, en su cara sur, Alex Txikon y sus compañeros también intentaron emular a los polacos. Pero el intento acabó en tragedia con las desapariciones de Gerfried Göschl, Cedric Hälhen y Nissar Hussein. El trío fue visto por última vez el pasado día 9 a menos de 300 metros de la cima del G1. Era mediodía, y a partir de ahí nada se ha sabido de los compañeros de expedición de Txikon.

Recordemos que en el pasado invierno Gerfried y Txikon, junto a Louis Rousseau, apostaron por una nueva vía en la cara sur de la montaña que les llevaría a cima. La apertura se quedó a unos 6.800 metros de altura, y se retiraron. En esta ocasión, con más compañeros, lograban terminar la vía, uniéndola con el plateau y la arista sureste. Göschl, Hälhen y Hussein salían a cima un día antes que el alpinista vasco aprovechando la previsión de la citada pequeña ventana de buen tiempo. Txikon y Tamara Stys iban por detrás. Estos dos últimos se daban la vuelta a unos 7.200 metros por miedo a las congelaciones. Ya en el campo base, al lemoarra le diagnosticaban algunas congelaciones en los dedos gordos de los pies.

Mientras tanto, Göschl, Hälhen y Hussein seguían adelante, y, como adelantábamos, se les veía por última vez muy cerca de la cima, en plena arista sureste. Pero el tiempo empeoró con vientos fuertes y poca visibilidad. Así pues, no se sabe si el trío llegó a cima o se quedó para siempre en el camino. Por decirlo de algún modo no ha habido ninguna oportunidad para el rescate. Hace varios días los helicópteros sobrevolaron la montaña y no vieron nada.

Desgraciadamente, una gran actividad ha quedado ensombrecida por dichas desapariciones. La apertura de una nueva vía, justo en la cara sur de la montaña y en pleno invierno, lo dice todo. Pero el invierno es invierno, y más en esas montañas tan altas. Se cierra la temporada tachando un ochomil «virgen» invernal, pero el último saldo es realmente dramático con la muerte de Vitaly Gorelik en el K2 y las desapariciones del austriaco Göschl, el suizo Hälhen y el paquistaní Hussein. Andoni ARABAOLAZA

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