Resulta curioso observar cómo a medida que se cuestiona la historia «española» oficial, surgen «expertos» en la vasca.

Emilio Campmany decía ayer en «Libertad Digital»: «Es común a todo nacionalismo basar su movimiento en el principio de identidad entre nación y Estado. Pero, para tener una nación, hace falta un pueblo. Y para tener un pueblo, es necesario que tenga una historia. Y esa historia tiene que contar lo feliz que era ese pueblo cuando era real o imaginariamente independiente». Lo cierto es que el nacionalismo español sí hace esa identificación para intentar justificar el sojuzgamiento de varias naciones. En cuanto al relato de «lo feliz que era ese pueblo...», es costumbre del facherío poner en boca de los demás lo que no han dicho pero que a ellos les gustaría que dijeran.

Después se refería después a la «iniciativa 1512-2012» (se supone que se trata de 1512-2012 Nafarroa Bizirik»), iniciativa de «unos funcionarios de ETA», según Campmany. Seguro que no le gustaría que a él le llamasen, por ejemplo, mercenario del neofranquismo, pero tienen tan interiorizado que contra los vascos vale todo, y cuentan con tal impunidad, que no se paran ni a pensar lo que escriben. Y continuaba asegurando que «cuentan que érase una vez un pueblo navarro que vivía feliz y contento desde tiempo inmemorial en una tierra próspera y rica, gobernado por reyes sabios y bondadosos. Hasta que llegó el Duque de Alba, los conquistó y se inició la tenebrosa era del dominio español que aún perdura». Fíjense que, con el objetivo de ridiculizar, insiste en poner en boca de las y los promotores de esa iniciativa términos que jamás han utilizado, más propios de la «historia» que pretende negar la evidencia histórica, por cierto, con muy poca gracia.

Y terminaba afirmando que «Dirán que tenían que haber organizado un referéndum, institución de generalizado uso en el siglo XVI». Nadie dice eso, sino simplemente que lo que era un reino, una estructura estatal homologable a cualquier otra de aquella época, fue conquistado por la fuerza de las armas. En cualquier caso, hoy en día el referéndum es un procedimiento de uso generalizado, al menos en los países democráticos, pero Campmany y compañía prefieren la democracia española, sobre todo la del siglo XVI.