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ANALISIA ADOLFO MUÑOZ «TXIKI», secretario general de ELA

¿Hay alguna raya que no vayan a pasar?

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El 21 de mayo de 2009 hicimos huelga general. Teníamos razón. Si se mantenía aquella política vendrían reformas y recortes contra los derechos laborales y sociales. Aquí están. El poder político y económico nos atacó; los partidos que gobernaban, la patronal, los grandes medios de comunicación, CCOO y UGT... Hoy, tres años después, convocamos la 4ª huelga general. Hoy, si no se cambian con urgencia las políticas habrá más paro y más pobreza. Allí donde se han llevado a la práctica «ajustes estructurales» ese ha sido el resultado: La pobreza ha crecido de manera espectacular.

La clase política que plantea estas medidas da cobertura a un monumental saqueo. La verdad no importa y el fin justifica cualquier medio. Crean una inmensa red de mentiras e hipocresía. Se diferencian en campaña electoral con retórica vacía y tienen un acuerdo tácito: el que gobierne hará lo mismo. No es una exageración. En Grecia, gobiernan juntos socialistas, centro derecha y extrema derecha. Los partidos políticos griegos han firmado un documento con la Comisión Europea en el que se comprometen a «no revocar los recortes si ganan las elecciones, sea cual sea el programa electoral con el que se presenten». Impresionante.

Usan el déficit y la deuda pública, creados de manera injusta, ilegítima y artificial, para asegurar las reformas y los recortes que pide el capital. ¿Hay alguna raya que no vayan a pasar? No, si de ellos depende. Un partido sucede a otro en el gobierno por el desgaste de quien está, no porque plantee políticas alternativas. Y todo con una consecuencia: la distribución más justa de la riqueza ha desaparecido de su práctica política. La «política al uso» se preocupa por la competencia electoral aceptando unos márgenes institucionales muy estrechos y antisociales. Nadie es ajeno a ese mal.

La última reforma laboral y de negociación colectiva es brutal, una salvajada. Antes el PSOE (con apoyo entre otros del PNV) y ahora el PP, con mayoría absoluta, le dan a la derecha económica lo que no pudo lograr antes. Es tiempo de cosecha para el capitalismo más rancio.

Y de nuevo la coartada del empleo. La usan los mismos que con sus políticas destruyen empleo y salario. El empleo depende de la actividad económica que está colapsada porque el sistema financiero es un agujero negro del que no sale crédito (a pesar de obtener del BCE un billón de euros en los últimos 3 meses). Ni hay crédito, ni se le espera. La reforma da poder a la patronal para bajar salarios, empeorar condiciones de trabajo, debilitar la defensa colectiva... Las indemnizaciones por despido caerán una barbaridad, el trabajador-a es una mercancía, se facilita sustituir trabajo digno por precario (con ayudas públicas) y el convenio colectivo pasa a ser un instrumento de ajuste salarial y no de distribución de riqueza.

La patronal obtiene lo que quería. Toda la patronal. Y el sindicalismo tiene delante un reto muy grande para seguir siendo útil a su gente. ELA hace suyo ese reto. Teníamos razón cuando advertimos que Confebask jugaba con cartas marcadas y que sabía cuál iba a ser el siguiente regalo que le iba a hacer el gobierno. Es la misma patronal que exigía «colocar la libertad individual por encima de la coacción colectiva que supone la negociación colectiva». ¡Vaya perla!

Nos imponen un modelo de sociedad cada vez más injusto y nuestra gente necesita prestaciones sociales y servicios públicos. El raquítico gasto social no es responsable del déficit. Es urgente una política fiscal justa y progresiva que acabe con la «ingeniería fiscal» y elimine el fraude fiscal. Hay que incrementar el gasto social para hacer frente a las necesidades de una sociedad empobrecida por políticas neoliberales. Pues bien, muy al contrario, las haciendas vascas se han convertido en notarios. Nos recuerdan que «la recaudación cae». No queremos notarios. Exigimos que tomen decisiones ya. Cuando urgía a los intereses especulativos modificaron la Constitución en un fin de semana (para imponer como prioridad el pago de la deuda). Nos movilizamos también para echar atrás esas políticas fiscales aprobadas en los últimos años.

Y tienen preparado mucho más. Con esa reforma constitucional (que aprobaron el PSOE y PP) y la Ley de Estabilidad Presupuestaria faltan por concretar nuevos y duros recortes en todas las Administraciones. ¿En qué queda nuestro autogobierno? Todo eso agrava la recesión y provoca más paro. Es, sencillamente, una política insensata e inhumana.

La movilización es la única alternativa. ¿La huelga general es útil? Por supuesto. Los espacios sociales son porosos y si no protegemos el nuestro, si renunciamos a la referencia, lo pierdes. El poder económico no quiere un acuerdo social; no deja espacio ni para el teatro del «diálogo social» del que sus figurantes han sido despedidos. No les cogen ni el teléfono. No cuentan con ellos después de los servicios prestados. Las grandes movilizaciones, y la huelga general lo es, son útiles para decir basta; para que ese maldito «consenso político» se sienta muy incomodo y preocupado; para plantear nuestra alternativa social, que la tenemos; y muy importante, para enviar oxígeno a muchas luchas imprescindibles, aunque sean anónimas, que se desarrollan en el espacio social y sindical. El 29 de marzo no termina nada.

Una cosa más. No basta con la crítica ante este unilateralismo. Hace falta más. Estas reformas las hacen para debilitar la defensa colectiva y el movimiento sindical. Pues bien, el sindicato es defensa colectiva organizada. El sindicato es una prioridad. La reforma impone una estructura de negociación colectiva deplorable que determina que solo habrá capacidad de negociar colectivamente en los ámbitos sindicalizados. Ese es el reto.

¿Hace falta más para una huelga general? No. ELA anima a tomar parte en ella, a salir a la calle, a realizar un acto civil y democrático lleno de carga ideológica para decir basta y para reforzar un espacio social alternativo, no subordinado, que consideramos imprescindible.

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