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Análisis | cuentas de caixabank y kutxa

¿Dónde están los números rojos?

Analiza lo que ha pasado con Caixabank y, a la vez, los datos que ha presentado Kutxa en la última asamblea, que se celebró el pasado 23 de marzo, y que muestran que la caja guipuzcoana para no dar pérdidas se ha desecho de patrimonio.

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Isidro ESNAOLA Economista

Al final ha sido Caixabank la que ha comprado Banca Cívica. Ha pagado por ella una quinta parte de su valor teórico, el que reflejan los libros de contabilidad. Cuando salió a bolsa el verano pasado lo hizo por una cuarta parte de lo que valía en libros. Entonces parecía una exageración semejante brecha entre el papel y la realidad, sin embargo, la realidad ha vuelto a poner las cosas en su sitio: la brecha era mayor. La consecuencia es que el patrimonio de los habitantes de Nafarroa se ha esfumado de la noche a la mañana como resultado de una gestión nefasta en la que no ha habido ningún control, ni público, ni ciudadano. Como acertadamente apunta Tasio en su viñeta, Caja de Ahorros de Navarra se ha «vaporizado».

De esta pequeña historia surgen otras preguntas. Caixabank ha tardado un fin de semana en poner negro sobre blanco lo que valía Banca Cívica. Mientras tanto, ¿qué ha hecho el supervisor de sistema financiero, el Banco de España? Nada. Ni antes de la salida a bolsa, ni durante, ni tampoco después. De los inversores internacionales, eso que llaman los mercados, tampoco se puede decir que hayan estado muy acertados: colocaron, compraron y vendieron acciones de Banca Cívica que en realidad valían aproximadamente la mitad de lo que estaban pagando. Con todo lo que saben y la cantidad de información que manejan, no se entiende muy bien su proceder.

La situación es bastante sencilla. Estalla una burbuja inmobiliaria en el Estado español; enseguida las deudas acumuladas durante la expansión se hacen notar; cae la producción, el consumo, el empleo, la recaudación, todo cae y sin embargo apenas hay empresas que hayan quebrado. En algún sitio tiene que estar todo aquello que se vendió, terrenos, viviendas, naves, edificios de oficinas, etc. que no valía lo que se pagó y que además se compró a crédito. Y no hay otro sitio más que el balance de los bancos. Visto lo que ha ocurrido con Banca Cívica, parece que por fin han llegado a esa conclusión y por eso esta semana los bancos han caído tanto en bolsa y la prima de riesgo se ha disparado. Esconder la porquería debajo de la alfombra, al final, termina provocando un tropiezo.

De la misma forma uno se pregunta para qué sirven los auditores que cobran un dineral por certificar que lo que pone en los libros de cuentas de una empresa se ajusta a la realidad. Visto lo visto, parecen más bien meros aduladores del pagador y por lo tanto, poco fiables como notarios que dan fe de que lo que nos cuentan está en consonancia con lo que hay. En general, poca cosa certifican; sin embargo, a veces, algunas cosas dicen. Es lo que ha pasado con el informe anual de Kutxa que se aprobó el pasado viernes en asamblea general.

Los auditores ya nos advierten en la primera página de su informe que no están de acuerdo con la forma en la que se han contabilizado determinadas pérdidas, ya que en vez de ir a la cuenta de pérdidas y ganancias, las han deducido directamente del patrimonio neto, la nada desdeñable cantidad de 119,2 millones, y de las reservas, otros 82,5 millones. Dicho en otras palabras, el resultado anual de su actividad daba pérdidas. Y eso no quedaba bien, así que en vez de ponerlas donde todo el mundo mira para ver cómo ha ido el año, en la cuenta de resultados, las han puesto donde no mira nadie, en la cuenta del patrimonio. De esta forma, parece que han ganado algo cuando en realidad han estado perdiendo dinero.

Más adelante informan sobre una corrección de errores que afecta a las cuentas de los años 2010 y anteriores en las que al parecer no reconocieron debidamente ciertas pérdidas y el deterioro de algunos activos inmobiliarios. Vamos, que en vez de ganar 69 millones en el año 2010, en realidad Kutxa perdió 24,8 millones. Todos estos apaños para arreglar la cuenta de ganancias y pérdidas tienen fundamentalmente dos motivos. Por un lado, es evidente que hay una cuestión de imagen: que una caja de ahorro dé pérdidas no deja en buen lugar a sus gestores. Además, crea alarma social y ya se sabe que la actividad bancaria se basa en la confianza por lo que las pérdidas no ayudan precisamente. A día de hoy, la cosa es en cierta forma diferente; una vez hecha la fusión con Kutxabank se pueden poner los números rojos encima de la mesa.

Los números rojos tenían otro problema para los brillantes gestores que ha tenido Kutxa hasta su fusión: lo que se destina a la tan traída y llevada Obra Social es una parte de los beneficios. Pero, ¿y si no hay beneficios? Pues entonces hay que pedir permiso, como hacen este año. En el año 2011 Kutxa ha declarado 10 millones de beneficios después de hacer los arreglos sobre los que advierten los auditores. La propuesta de reparto es la siguiente: 5 millones para reservas y 5 millones para la Obra Social. Para poner los 20 millones que al parecer faltan para completar el mínimo que garantiza la continuidad de la Obra Social han pedido permiso a la Secretaria General del Tesoro. No sé si les han dado permiso o no, pero tal y como refleja la prensa la Obra Social también está vendiendo parte de su patrimonio, supongo que para poder mantener el mínimo de sus actividades en esta época de estrechuras.

Sin beneficios no se puede mantener la Obra Social, así que hay que echar mano de la contabilidad creativa para mostrar unos resultados positivos y seguir manteniendo el engaño. Como conclusión podemos decir que la cuenta de resultados no refleja gran cosa y, como vemos, lo que está pasando con la venta del patrimonio de la obra social, donde hay que echar un vistazo es en la evolución del patrimonio de la caja durante estos últimos años. El cuadro adjunto refleja las variaciones de patrimonio. Por fijarnos solo en los más cercanos, en el año 2010 con respecto al año anterior Kutxa perdió más de 200 millones, algo así como alrededor del 10% de su patrimonio. En 2011 con respecto a 2010 otros 150 millones que representan casi un 8% del patrimonio del año anterior. ¡Ah, pillines! ¡Así que era ahí donde apuntabais las pérdidas! Y ¿cuántas más faltan por contabilizar? Eso ya no lo podremos saber tras la integración en Kutxabank. Lástima, nos hubiera dado una imagen bastante más fiel del saber hacer de los últimos gestores de Kutxa.

Pero en el informe encontramos otro dato que a primera vista puede resultar bastante paradójico: Kutxa vale más sola que el grupo que ha creado alrededor de ella. Si las matemáticas no se equivocan, quiere decir que el resto de empresas y participaciones en empresas que tiene no le dan más valor, sino que se lo quitan; vamos, que las pérdidas son mayores que los beneficios. Y entre las empresas en las que participa hay empresas solventes que le proporcionan dividendos como por ejemplo CAF o Euskaltel, pero la mayoría lo único que proporciona son pérdidas, en algunos casos, cuantiosas. Y es que la mayor parte de las empresas en las que Kutxa participa son inmobiliarias. De las 47 empresas en las que Kutxa posee más del 50%, 37 son inmobiliarias, para los amantes de los porcentajes el 78,7%. Y de las 40 en las que no llega al 50%, más de la mitad, 22 son inmobiliarias. Por poner solo un ejemplo, el grupo inmobiliario Inverlur SL, propiedad al 100% de Kutxa, acumula él solo unas pérdidas de 296 millones de euros.

Visto el entramado de empresas inmobiliarias que tiene Kutxa solo queda concluir que la caja de ahorros sin ánimo de lucro y con una extraordinaria Obra Social se había convertido en realidad en la mayor empresa inmobiliaria de Gipuzkoa. Los gestores, altruistas ellos, vieron a todo el mundo hacer dinero a manos llenas y no pudieron dejar de pensar aquello de por qué voy a dedicarme solo a dar créditos a aquellos que quieren comprar una casa, cuando puedo hacer la promoción inmobiliaria solo o en compañía de algún socio y después financiar la compra.

Y a eso se han dedicado estos últimos años, no solo en Gipuzkoa sino también en el resto del Estado; y es que no hay mejor momento para abrir una oficina que cuando se pone una promoción en marcha. Y así, según consta en su página web, al ritmo de unas 40 oficinas anuales se ha expandido por toda la península.

Y en ese extraordinario entramado de empresas inmobiliarias tienen enterrado el dinero de los habitantes y de las empresas de Gipuzkoa. No conviene olvidar que visto lo visto el modelo empresarial de Gipuzkoa que tantos parabienes recibe por haber resistido los embates de la crisis existe no gracias, sino más bien, a pesar de Kutxa. Y las dificultades que tienen todas las empresas de Gipuzkoa a día de hoy para encontrar financiación no tienen su origen en la crisis, sino en las aventuras de unos visionarios escondidos en las entrañas de Kutxabank a los que nadie pide responsabilidades. De todas formas, todo ello no hubiera sido posible sin el apoyo, seguramente más por omisión que por acción, de las fuerzas políticas que han estado gobernando Gipuzkoa hasta el pasado verano.

El estallido de la burbuja inmobiliaria ha destrozado el cuento de la lechera que habían construido los gestores de Kutxa y en cuya realización han utilizado el patrimonio de los habitantes de Gipuzkoa, no el suyo propio. Las urgencias de la fusión con las otras cajas no parece que fueran cosa de tamaño, ni de presiones del Banco de España, sino más bien, las prisas de unos gestores que querían salvar la cara; y también, el trasero.

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