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Javier Castejón Iriarte Licenciado en Sociología

¿Por qué el TAV no está en crisis?

No es justo que el TAV deba ser considerado, tal y como está haciendo el Gobierno navarro, un proyecto de carácter prioritario para la sociedad, cuando vemos cómo la realidad nos dice que las necesidades más urgentes pasan por garantizar los servicios sociales, la educación pública y la sanidad pública

Como decía la canción no son buenos tiempos para la lírica. La realidad navarra nos habla de 52.000 personas en paro, 7.000 hogares sin ingresos, cientos de desahucios, aprobación de medidas que merman los derechos sociolaborales de la clase trabajadora, continuos recortes en salud, educación, bienestar social... etc. A pesar de esta maltrecha situación y a pesar de que existe en la sociedad un cuestionamiento muy serio del proyecto, el Gobierno de Navarra sigue empeñado en construir el TAV. A mediados de abril hay previstos nuevos levantamientos de actas y firmas de expropiaciones en Cadreita, Villafranca y Valtierra. Y mientras tanto las máquinas del TAV siguen trabajando a buen ritmo en el subtramo Cadreita-Villafranca.

Hasta el momento no se ha realizado ningún estudio fiable, riguroso e independiente sobre la supuesta rentabilidad socioeconómica del TAV. El Informe Mecsa encargado por el Gobierno de Navarra para justificar la decisión (ya tomada) de construir el TAV se ha quedado obsoleto, en palabras del Consejero Anai Astiz. Máxime cuando dicho informe fue realizado en un contexto socioeconómico que nada tiene que ver con el actual.

Son UPN y PSN principalmente quienes están haciendo como se suele decir «la casa por el tejado». Por motivaciones de tipo político y económico y obstinados en seguir la senda de la política del cemento, quieren huir hacia adelante con una línea de Tren de Alta Velocidad que a día de hoy nace en Castejón y muere en Iruñea, dado que los tramos para realizar la conexión con Zaragoza y con la llamada Y vasca están sin definir todavía.

El TAV no parará en los pueblos ni en las comarcas, zonas donde tiene lugar la mayoría de los desplazamientos, sino que solo tendría parada en Iruñea y ya veremos si lo hace en Tudela. El precio del billete será notablemente alto por lo que solo lo podría utilizar una minoría, aquella que pueda pagárselo y que viaja habitualmente entre capitales. Estas líneas de alta velocidad ni ayudan a crear condiciones dignas de vida ni solucio- narán el problema del desempleo, sino que en todo caso crearían durante su construcción unos escasos puestos de trabajo precarios y temporales. Recordemos que el Estado español es el país europeo que más kilómetros de alta velocidad tiene, pero a la vez es líder en desempleo y en peores perspectivas para salir de esta crisis.

El TAV cuesta al menos 4.000 millones de euros, y esto sin contar las más que probables desviaciones presupuestarias típicas de este tipo de macroinfraestructuras. Estamos hablando de una cantidad superior al presupuesto anual del Gobierno de Navarra para una línea ferroviaria que, al no tener un número suficiente de viajeros, acarrearía pérdidas continuas que pagaríamos entre todos. Y todo para que una minoría de la sociedad, casualmente los que más tienen, puedan ahorrar unos minutos en sus desplazamientos a otras ciudades o capitales de provincia.

Esta obra, como otras que se han realizado (Circuito de Los Arcos, Pabellón Navarra Arena, Ciudad Agroalimentaria de Tudela, ampliación del aeropuerto de Noain...) suponen un enorme derroche de dinero, del común, y solo responden a intereses de la clase política en el poder y a intereses económicos de constructoras, bancos y grandes empresas, los mismos que en su día se forraron con la construcción y adjudicación de Itoiz, el Canal de Navarra y las ilegales centrales térmicas de Castejón.

El TAV tiene grandes dificultades técnicas y económicas para transportar un número significativo de mercancías. Hasta el momento no hay en el Estado español ninguna línea de alta velocidad que transporte mercancías. En más de una ocasión tanto la CEOE como el Círculo de Empresarios han manifestado que deben reorientarse las inversiones del TAV hacia el tren convencional debido a la falta de utilidad del TAV para el transporte de mercancías. En cuanto a cómo se está realizando el proyecto del corredor navarro de alta velocidad ferroviaria hay que decir que desde los partidos impulsores del TAV ni han informado a la ciudadanía sobre este proyecto ni han creado cauces de participación para debatir y tomar decisiones.

Hay multitud de pueblos afectados, propietarios y ayuntamientos que desconocen el contenido del proyecto, dado que desde las instituciones no se les ha informado para nada del mismo, siendo la falta de debate y la falta de transparencia que rodea al TAV una de sus señas de identidad.

Por todo esto es necesaria una llamada a la reflexión y a la cordura, dado que existen más que serias dudas en que este proyecto sea socioeconómicamente viable. Asimismo, no es justo que el TAV deba ser considerado, tal y como está haciendo el Gobierno navarro, un proyecto de carácter prioritario para la sociedad, cuando vemos cómo la realidad nos dice que las necesidades más urgentes pasan por garantizar los servicios sociales, la educación pública y la sanidad pública.

Hoy, 21 de abril, tenemos una oportunidad más de expresar nuestro rechazo al TAV acudiendo a la manifestación ruidosa convocada por AHT Gelditu. Ahí nos veremos!

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