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El derecho a decidir libremente

«Gazta zati bat»

Iratxe FRESNEDA

Si existe algo que nos impide desistir de aquello que anhelamos, eso se llama esperanza. Y algo o mucho de lo que se esconde tras esa palabra me ha parecido ver en el trabajo audiovisual de Jon Maia, “Gazta zati bat”. “Gazta zati bat” sí, lo cotidiano, aquello que nos alimenta, cultural, emocional y gastronómicamente. Lo humano es definitivamente lo divino en este documental. Las palabras, escuetas, pero impregnadas de ese conocimiento que únicamente aportan los años, surgidas del corazón de un pastor a caballo entre dos siglos me han hecho acordarme de aquel verso de Pierre Laxalt: «Artzaina nuen aita/ Bere sukaldea/ mendietan zeukan./ Ttipitik artzain hasia/ Pyrene mendietan/ halaber Nevadan/ Artzain sortua/ etzuen bestela nahi».

«Etzuen bestela nahi», como aquel pastor, el de Idiazabal tampoco desea habitar castillos, aprecia la sencillez de su chabola. Una vida sencilla, la complejidad reside en las mentes. Un árbol es testigo y compañero de su evolución, y ese árbol de la vida une simbólicamente la historia de “Gazta zati bat”, por donde viajan la vida y la muerte de la mano de aquellos que nos dejan, de aquellos que continúan el camino iniciado por otros. Otros que trabajando en comunidad, desde iniciativas como Nazioen Mundua, generan impulsos soberanos cargados de autenticidad, sumamente necesaria para afrontar momentos y decisiones difíciles. “Gazta zati bat” nos lleva de viaje hacia la esperanza de un modo sencillo y cercano, alejado de las imposturas, observando e investigando lo que habita en el camino con ojos curiosos y traviesos, pero decididamente valientes. Con una cuidada y elegante realización, cercana a las formas de la televisión, “Gazta zati bat” consigue que el espectador sienta interés por el viaje de «esos locos vascos», se emocione y ría, y hasta retrate las pequeñas debilidades humanas de los protagonistas que habitan en este documental.

La película, dirigida por Jon Maia, es el fruto de largos años de trabajo, de prórrogas y cambios, seguramente de materiales que han quedado fuera de campo, de historias de compañerismo e ilusiones que traspasan la gran pantalla para llegar hasta el espectador y contagiarle de entusiasmo y esperanza. El viaje de “Gazta zati bat” une en su periplo a las razones de dos pueblos como el escocés y el vasco en el reclamo de algo tan esencial e universal como es el reconocimiento del derecho a decidir libremente, a decidir «qué se desea ser».

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