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Condenado por crímenes de guerra el expresidente liberiano Taylor

El Tribunal Especial para Sierra Leona declaró ayer culpable al expresidente liberiano Charles Taylor de crímenes de guerra y de lesa humanidad, lo que le convierte en el primer ex jefe de Estado condenado por la Justicia internacional desde Nuremberg. Considera probado que Taylor ayudó, a cambio de diamantes, a los rebeldes de Sierra Leona, que cometieron innumerables crímenes y dejaron más de 120.000 muertos.

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GARA | LA HAYA

El expresidente de Liberia, Charles Taylor, de 64 años, fue condenado ayer por ayudar a los rebeldes de Sierra Leona a cambio de diamantes, con lo que se convirtió en cómplice de los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por el Frente Revolucionario Unido (RUF) durante la guerra civil que asoló ese país africano entre 1991 y 2002.

El Tribunal Especial para Sierra Leona (TESL) le consideró culpable de once cargos por proporcionar apoyo logístico, moral y de armas al RUF, «lo que tuvo un efecto sustancial sobre la comisión de los crímenes», pero rechazó su responsabilidad individual o de mando al estimar no probado que diera órdenes o controlara a sus comandos así como que formase parte de una «empresa criminal» más amplia junto a los líderes rebeldes.

La pena contra Taylor, culpable, entre otros cargos, de mutilaciones de extremidades de civiles, violaciones de niñas y muje- res, campañas de terror, asesinatos y alistamiento de niños menores de 15 años en las filas rebeldes o para trabajar como escla- vos en las minas de diamantes, será pronunciada el 30 de mayo. El expresidente de Liberia (1997-2003) cumplirá sentencia en una cárcel de Gran Bretaña.

La sentencia del TESL es la primera contra un antiguo jefe de Estado pronunciada por la Justicia penal internacional desde la del tribunal militar internacional de Nuremberg de 1946 contra Karl Donitz, comandante en jefe de la Marina alemana que sucedió a Adolf Hitler como jefe de Estado alemán al final de la Segunda Guerra Mundial y fue condenado a diez años de cárcel por crímenes de guerra. Actualmente, el expresidente de Costa de Marfil Laurent Gbagbo y el exlíder serbobosnio Radovan Karadzic están detenidos y se enfrentan a cargos por crímenes contra la humanidad, mientras que mandatario sudanés, Omar al-Bashir, están también imputado por la Justicia internacional.

Taylor ha sido declarado culpable de crear y poner en marcha una campaña de terror con el fin de controlar Sierra Leona y explotar sus diamantes, durante la guerra civil que dejó más de 120.000 muertos y miles de mutilados. Según los jueces, Taylor «sabía» que sus actos «asistían a la comisión de los crímenes».

«Diamantes de sangre»

Las tropas de Taylor combatieron junto a los rebeldes del RUF, a los que el expresidente dirigía y entregaba armas y municiones a cambio de diamantes, bautizados como «diamantes de sangre», que recibía directamente o a través de intermediarios. «La exportación de diamantes de Liberia era superior a su producción gracias al contrabando de piedras preciosas desde Sierra Leona», afirmaron los jueces.

El TESL tampoco creyó a la defensa Taylor que le presentó como un mediador en las negociaciones de paz en Sierra Leona. «Taylor apoyaba públicamente los procesos de paz, pero secretamente los minaba al promover las hostilidades facilitando armas a los rebeldes», reza el veredicto.

El juicio a Taylor fue transferido en 2006 por el Consejo de Seguridad de la ONU a Países Bajos por motivos de seguridad. Comenzó el 4 de junio de 2007 y se cerró el 11 de marzo de 2011. El TESL ya había condenado en Freetown a ocho acusados por crímenes cometidos en Sierra Leona a entre 15 y 52 años de cárcel.

Para la fiscal del Tribunal, Brenda Hollis, la sentencia es «histórica» y «refuerza una nueva realidad», en la que los jefes de Estado deben rendir cuentas por crímenes de guerra. «Con el liderazgo no vienen solo el poder y la autoridad, sino también la responsabilidad. Ninguna persona, por poderosa que sea, está por encima de la ley».

«Advertencia clara»

La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, afirmó que el veredicto es «una advertencia clara» para otros jefes de Estado que están cometiendo crímenes contra la humanidad. La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, calificó la sentencia de «hito histórica». Para EEUU, «el veredicto envía un fuerte mensaje a todos quienes perpetran atrocidades, incluidos aquellos en altas posiciones de poder».

Amnistía Internacional valoró positivamente la sentencia, pero advirtió de que «Taylor y los otros sentenciados por el Tribunal Especial son solo la punta del iceberg». Human Rights Watch afirmó que la sentencia es «increíblemente importante».

El veredicto fue recibido con una explosión de alegría en Freetown, capital de Sierra Leona, y en medio de una tensa calma en Monrovia, capital liberiana.

El hombre que sumergió una región en el horror

Charles Taylor, de 64 años, sumergió durante los años 90 a una parte del África Occidental en sangrientos conflictos. De origen burgués, se educó en una universidad de EEUU, trabajó en bancos de la administración liberiana antes de convertirse en un señor de la guerra ávido de poder y, posteriormente, en un presidente cuestionado que gobernó entre 1997 y 2003.

En 1979 ingresó en el servicio público liberiano donde se ganó el apodo de «Pegamento» por su tendencia a acaparar fondos públicos. En 1983 fue acusado de malversación y se refugió en EEUU, donde fue encarcelado y de donde escapó para refugiarse en Costa de Marfil, antes de llegar a Libia, donde recibió entrenamiento. Seis años más tarde, en la noche de Navidad de 1989, desató en Liberia una de las más atroces guerras civiles de África, incluyendo el reclutamiento forzado de niños. Sus hombres, a menudo drogados, han sido acusados de las más bárbaras matanzas y atrocidades, mutilaciones, violaciones y canibalismo.

En 1997, tras un acuerdo de paz, los liberianos le eligieron presidente, un voto que los expertos achacaron a su campaña de terror y al miedo de la población a una nueva guerra civil si era derrotado. Dos años después comenzó una rebelión en el norte, que en 2003 llegó a Monrovia y la asedió durante tres meses, de junio a agosto.

Bajo presión, Taylor aceptó dejar del poder y se exilió en Nigeria en agosto de 2003, poniendo así fin a 14 años de conflictos que dejaron un saldo de unos 300.000 muertos y cientos de miles de desplazados.

El TESL había presentado cargos contra él en junio de 2003 ante la sospecha de que alimentó al RUF sierraleonés desde 1991 y con cuya colaboración habría traficado con armas y diamantes. En marzo de 2006 fue arrestado y transferido a La Haya. GARA

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