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Raimundo Fitero

Indignación amortizada

 

Los miro con muchísima simpatía, los siento, en ocasiones y en ciertas circunstancias, hasta próximos, me encanta la propuesta de abrirse a las plazas y a la calle para debatir de política, no de políticos, pero cuando después suceden sus convocatorias, veo cómo son retransmitidas en directo, los comentarios de defensores y detractores, me embarga una sensación de incredulidad que me desconecta racionalmente de esas maneras tan ardientemente primaverales de protestar contra un sistema que se recochinea de indignados, concentraciones y flores a María.

Los del 15-M tienen una buena estrategia de comunicación. Han logrado movilizar a muchos tibios, pero en vez de transmitir a los que van allí porque está de moda ir, alguna idea de convencimiento en una alternativa política, los customizan para las fotos y los siento como si protestasen por la subida del precio de mojitos en Licenciado Poza. Yo creo que las cámaras de televisión retransmitiendo en directo las concentraciones, especialmente la de Sol, están mostrando la inconsistencia de esa procesión, de esa celebración de las doce campanadas en mayo, de esa exhibición de modelos y poses de ser y parecer guay. Cuantos más micrófonos y cámaras se introducen en las masas, más se ven las costuras de ese movimiento inercial, que parece fruto de una campaña publicitaria, aunque no sé si alguien la patrocina o con las imágenes sobrantes se podrán elaborar catálogos de gafas de sol, zapatillas de esparto o ropa casual, pero chic.

Entre los miles de manifestantes, es obvio que existen personas concienciadas, con alguna idea más allá que esa presencia, pero si hace un año vino el 15-M a introducir desequilibrio, ahora revive para refirmarse como un placebo de la actividad política, un simulacro de actitud revolu- cionaria. Todavía nadie, hoy, conoce sus objetivos. Con la mayoría absoluta de Rajoy parecía cumplida una fase. Ahora protestan con sordina, acaparan una representatividad no otorgada y dejan a las autoridades peperas como ejemplos democráticos. Esta indignación está amortizada y huele a chamusquina. A la tele me remito. Demasiadas cámaras y atención para cosa buena.