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La comunidad internacional tiene una deuda

Marchas y manifestaciones en Gaza y Cisjordania, pero también en muchos otros puntos del planeta, conmemoraron ayer la Nakba, el gran «desastre» del pueblo palestino que hace 64 años supuso la expulsión de sus hogares de entre 750.000 y 800.000 personas, más de la mitad de la población de Palestina. Un país fue borrado del mapa, en un éxodo promovido y minuciosamente ejecutado por el recién constituido Estado de Israel, que desde entonces además de despreciar todas las resoluciones de la ONU no ha hecho sino acrecentar la injusticia, personal y colectiva, de una nación que sigue reclamando su derecho al retorno.

La expulsión de los palestinos de su tierra, en cualquier caso, no solo interpela al estado sionista, sino también a la comunidad internacional, que hizo posible que aquello sucediera y que aún hoy permite que los derechos más elementales de la población palestina sean pisoteados. Esa comunidad que tan benevolente ha sido con Israel tiene contraída una deuda histórica con Palestina, y para saldarla debe empezar por reparar las consecuencias de aquella catástrofe. El 15 de mayo es la fecha conmemorativa más importante del calendario palestino, pero es también un recordatorio de que en aquella tierra sigue instalado un conflicto cuyas consecuencias se sienten en todo el mundo.

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