GARA > Idatzia > Kultura

Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Cannes sin directoras

 


Han pasado diez años desde que Sally Potter estrenara «Orlando», una película basada en la novela homónima de Virginia Woolf. Con la extraordinaria Tilda Swinton como protagonista, la cinta es un viaje fascinante por la idea de la «identidad» a través de los tiempos, por eso que venimos denominando «genero». Ese concepto dualista y excluyente que divide el mundo en dos y nos deja pocas alternativas para construir identidades libres de corsés. Orlando vive al margen de los confines del género, se transforma y, a veces, habita en cuerpos de mujer para hacernos cómplices de la estulticia machista, esa que aun nos frecuenta. En una secuencia de la cinta, el personaje del ficticio poeta inglés Pope afirma: «El intelecto es un lugar solitario y por lo tanto un terreno bastante inapropiado para las mujeres, quienes deben descubrir sus naturalezas a través de la guía de un padre o marido». Bellos animalitos, las mujeres. Necesitadas de un mentor, de alguien que las dirija, las proteja. Y en el circo de la vida, ese que admite un sinfín de espectáculos itinerantes con los que entretenernos, junto a payasos y acróbatas brillan los bellos animalitos entrenados para que el show continúe. Estos días el mundo dirige su mirada hacia uno de los enclaves estratégicos del cine. El festival de Cannes y su circo cumplen 65 años y la imagen de Marilyn es su estandarte. «Debería bastarnos», decía irónicamente una amiga. También deberían sobrar declaraciones como las de Gilles Jacob, presidente del festival, que al ser preguntado acerca de lo que ha cambiado el cine en 65 años, exclamó: «¡Todo!». Todo para que nada cambie para las mujeres: 35.000 participantes, 22 películas en competición y ninguna de ellas dirigida por una mujer.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo