La polémica se instaura y, donde unos claman al cielo por ello, otros se escandalizan con que habiendo un servicio ya en activo, como el GREIM de la Guardia Civil, se hayan creado grupos regionales  de rescate (tachados poco más o menos que de aficionados) con contratos con compañías privadas (de helicópteros, por ejemplo) creadas ad hoc con objetivos cuando menos cuestionables.
No estoy muy enterado de la problemática, digamos la verdad, pero está claro que si los servicios sociales van a cargar con la mayor parte de la reducción del déficit, el asunto de los rescates corre el riesgo de caerse por la borda. Eso sin contar con la rumoreada quiebra (Marca dixit) de la Mutualidad General Deportiva, aseguradora de accidentes deportivos y vinculada al Consejo Superior de Deportes, con 1.200.000 deportistas asegurados, aunque hoy en día la mayoría de las federaciones de montaña (la valenciana es excepción, según Desnivel) ofrecen a sus miembros opciones alternativas de seguro de accidentes.
En fin, para reducir al burro la alfalfa cualquier arriero borracho vale, que dice un refrán.

Leo en Desnivel sobre el tema de los rescates en montaña, sobre todo en Valencia, Mallorca y Andalucía, comunidades –hoy por hoy– señaladas en los medios de comunicación como económicamente problemáticas, por no hablar directamente de las acusaciones de corrupción, donde contratos con helicópteros privados o de otros organismos han sido rescindidos o directamente se ha eliminado el servicio debido a los famosos recortes.