GARA > Idatzia > Kirolak> Futbola

El I+D+i de Löw quiere devolver a Alemania a la cabeza de europa

p038_f01_181x112.jpg

Beñat ZARRABEITIA

Después de varios años de zozobra, la selección alemana tocó fondo en la Eurocopa de 2004. La progresiva retirada de los futbolistas que lograron el Mundial de 1990 y el campeonato continental de 1996, la crisis económica que sacudía a equipos como el Borussia Dortmund, el elevado número de jugadores extranjeros en la Bundesliga, las pocas oportunidades a la cantera o las dificultades que encontraban los hijos de los inmigrantes para acceder a la nacionalidad germana fueron algunos de los factores que provocaron el hundimiento de la mannschaft.

Algunas de las primeras ideas que manejó la Federación teutona fue la nacionalización de estrellas como el entonces máximo goleador de la Bundesliga, el brasileño Ailton. Medida a la que se opuso el entonces capitán Oliver Kahn. Finalmente, la decisión fue nombrar al mítico Jurgen Klinsmann como nuevo seleccionador. Afincado en EEUU, el antiguo jugador llegó con una serie de medidas que revolucionaron el fútbol alemán.

La introducción de psicólogos, especialistas, readaptadores y preparadores físicos suizos y estadounidenses procedentes de otros deportes fue su primera aportación. Asimismo, Joachim Löw pasó a ser su segundo y Kopke el nuevo entrenador de porteros sustituyendo a Sepp Maier. La reconversión de los métodos de trabajo fue la primera piedra en el camino para lograr un papel digno en el Mundial de 2006.

El segundo cometido pasaba por cambiar el esquema de juego habitual. La importancia del líbero en Alemania era superlativa, pero la ausencia de un futbolista capaz de desarrollar las habilades de Beckenbauer, Matthaeus o Sammer en el pasado facilitó su eliminación. El binomio formado por Klinsmann y Löw apostó por los jóvenes, el talento y un juego ofensivo y vertical.

El tercer puesto en el Mundial local supuso la despedida de Klinsmann al frente del combinado germano. La continuidad marcó el paso y con Löw al frente, Alemania completó una clasificación inmaculada para la Euro de 2008. Allí, logró dar un paso más pero se vio superada por España en la final. La maquinaria del I+D+I alemán seguía en marcha la versión 3.0. El objetivo era realizar un gran papel en Sudáfrica, algo que la selección alemana consiguió aunque no pudo regresar a casa con su cuarto entorchado mundial. España les volvió a apear en semifinales pero las distancias entre ambas selecciones se habían acortado.

Apuesta clara por la cantera

Los factores fueron confluyendo para alcanzar el éxito. La DBF y la propia Bundesliga efectuaron una apuesta por la cantera que contó con un éxito casi inmediato. Las categorías inferiores de la selección comenzaron a cosechar éxitos, se incluyeron a más hijos de inmigrantes en las convocatorias, y los clubes dieron paso a jugadores jóvenes en sus alineaciones. El Stuttgart fue uno de los primeros; pronto le siguieron otros como el Werder Bremen, el Borussia Dortmund, el Schalke o el mismísimo Bayern. La eclosión de talentos como Lahm, Schweinsteiger o Podolski fue dando paso después a Khedira, Neuer, Özil o Kroos.

Actualmente, 18 personas conforman el cuerpo técnico donde la preparación física, psicológica, la recuperación y la innovación aportan a partes iguales. Entre los 33 futbolistas utilizados en los últimos dos años, únicamente cinco juegan fuera de la Bundesliga y de los 23 preseleccionados para la Euro, 14 cuentan con menos de 25 años.

El Bayern es el equipo más representado con 7 jugadores, el Borussia Dortmund cuenta con 5 y el Leverkusen con 4. La incorporación de nuevos talentos como Reus, Gotze, Schurrle o Gundogan -sin olvidar a los descartados de última hora Draxler y Bender- ha dotado de mayor nivel técnico, frescura y alternativas tácticas a la ya de por sí potente Alemania.

La diversidad cultural también es uno de los elementos a destacar. Un total de nueve jugadores no cuentan con raíces germanas. Es el caso de Gundogan y Özil, ambos de origen turco. El madridista recibió el pasado año el Premio Bambi a la integración. Jerome Boateng es de padre ghanés, país al que representaron futbolísticamente tanto su tío como su hermanastro Kevin Prince. Klose y Podolski son polacos de origen, aunque de ascedencia alemana, ya que nacieron en Silesia, un territorio alemán entregado a Polonia tras la II. Guerra Mundial y que convirtió a cerca de 10 millones de germanos en polacos. El padre de Dennis Aogo es nigeriano, el de Mario Gómez procede de Granada y el de Khedira de Túnez. Asimismo, Adler, Schmelzer y Kroos proceden de la antigua República Democrática Alemana (RDA).

La competencia en este sentido es grande, ya que por ejemplo la Federación turca cuenta con 25 ojeadores en Alemania con la misión de captar talentos de ascendencia otomana. Así, Sahin, Torun, Ekic, Topak o Tore son algunos de los futbolistas nacidos en territorio germano pero que defienden la elástica turca. Algo similar sucede con los croatas Klasnic e Ilicevic, los bosnios Misimovic y Besic o el iraní Dejagah.

Una década de cambios que ha vuelto a situar al fútbol alemán a la cabeza de Europa. Ahora, recupera su histórica segunda camiseta verde, espera poder alzar su cuarto título continental. Lo hará con estilo y composición muy distinta a los anteriores, pero basado en una receta conocida: trabajo, investigación, desarrollo e innovación futbolística. En la versión 4.0 del trabajo iniciado por Klinsmann y mejorado y desarrollado por Löw, la fuerza y la potencia acompañan al talento, no lo sustituyen.

 

 

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo