Paseaba el domingo junto a mi hija Itxaso por las faldas del monte Arraiz. Cielo azul, un punto de calor y un paisaje de esos que hace que merezca la pena ser mendizale. Recordé entonces que era el día perfecto, sí, pero no para estar ahí, sino en la fiesta de las ikastolas que este año nos lleva a Trapaga y que había sido atrasado al primer domingo de junio para no coincidir con la colosal fiesta de la gabarra surcando el Ibaizabal. No voy a entrar aqui en los porqués de la no bajada de la gabarra pues no es mi intención hacer una crónica deportiva. Pero sí en el compromiso, al menos moral, sino económico que debiera tener una institución deportiva que ha sido capaz de teñir de rojiblanco durante más de cuatro meses todos los rincones de la geografía bizkaitarra.

Me explico. En estos últimos meses hemos asistido a una fiebre futbolera como hacía años no se recordaba en Bilbo y alrededores. Incluso la jornada del Aberri Eguna tuvo aparcada la ikurriña que colocamos en nuestros balcones por la rojiblanca con todo tipo de mensajes de ánimo en pos de un triunfo que se resiste casi treinta años. Llegados a este punto, y con unas previsiones que apuntan a un Ibilaldia 2012 pasado por agua, espero equivocarme, el Athletic como institución tiene un deber con el mundo del euskara. Siempre, pero este año más si cabe. Y no ya por la suerte que podamos tener o no en lo meteorológico, sino por la situación económica que aprieta y mucho en el ámbito educativo.

Yo no soy nadie para exigir nada, pero tengo el deber de sugerir que ese poder de convocatoria que genera el fútbol en general, y en esta tierra el Athletic en particular, se utilice no solo en el ámbito deportivo, sino tambíen en el social y cultural. Y qué mejor ocasión que ahora para animar a llenar esos 8 kilómetros que nos ha preparado la ikastola Itxaropena de euskaltzales, de familias, de cuadrillas, de amigos y amigas para que se acerquen a pasar una jornada festiva, sí, pero también reivindicativa en pro de lo nuestro. Una jornada para que esa ikastola y todas las que componen el mapa de Bizkaia, y que hace semanas y meses se vistieron y nos vistieron con los colores rojo y blanco, vean ahora devuelto el cariño con la gratitud de aquellos a los que animaron hasta el final.

Allí estaremos el domingo. Itxaso y yo, y también Aritz, el mayor. Y creo que también mi aita, y mi ama, y Basauri entera si me la pudiera llevar. Y la cuadrilla de Rekalde y tantos y tantos que será el único día donde no nos importará guardar cola para conseguir ver, estar y participar en nada. Porque eso será la señal del éxito de convocatoria de Ibilaldia 2012. Y ahí también deberán estar los profesionales de rojo y blanco. Herritik sortu zinalako, maite zaitu herriak.