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«Les bleus», una pelea contra el enemigo invisible

La multicultural selección francesa aspira a reverdecer viejos laureles tras superar una turbulenta etapa tanto en lo deportivo como en lo social.

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Beñat ZARRABEITIA

Certificada la eliminación de Francia en el Mundial de Sudáfrica, «L'Equipe» calificó de «raperos de suburbio» a buena parte de los futbolistas del combinado galo. Los insultos de Anelka al cuestionado Domenech, la pelea entre Evra y el preparador físico Robert Duverne, el conato de plante de los jugadores y el pésimo rendimiento ofrecido en el césped provocaron un terremoto de grandes dimensiones en el Estado francés.

Las primeras medidas, previa dimisión de varios directivos de la Federación, fueron nombrar a Laurent Blanc como nuevo seleccionar y sancionar a los futbolistas implicados en los incidentes del Mundial y en otros casos de índole sexual. Sin embargo, el nombre de Blanc pronto se vio salpicado de una gran polémica. Su presunta propuesta de instaurar cuotas raciales que incluyeran la discriminación positiva para los blancos en las categorías inferiores levantó una enorme polvareda en la opinión pública. Tras comparecer ante sendas comisiones de investigación puestas en marcha por la FFF y el Ministerio de Deportes, el seleccionador quedó absuelto en medio del aplauso de Zinedine Zidane y la crítica de Liliam Thuram.

Karim Benzema, mejor delantero francés del momento, echó más leña al fuego en una entrevista a la revista «So Foot» el pasado invierno. Confesó haber votado a Segolene Royal en las anteriores elecciones presidenciales y se quejó amargamente de que «cuando marco soy francés, pero cuando fallo soy un argelino». El abuelo de Benzema emigró desde la Cabilia a Lyon en la década de los cincuenta, más de 30 años más tarde nació su nieto futbolista.

Su caso no es una excepción, ya que de los 23 futbolistas que componen la lista de Francia para la Eurocopa 13 cuentan con raíces extranjeras. El portero Mandanda nació en la República Democrática del Congo, Evra vino al mundo en Senegal mientras que Malouda lo hizo en la Guayana. El caso del extremo del Chelsea es curioso, ya que ha confesado que se siente brasileño. El defensa corso del Valencia Adil Rami es hijo de marroquíes y Ben Arfa de tunecinos. El padre de Matuidi es angoleño, el de Valbuena de Valladolid, el de Clichy de la Martinica, el de M'Vila congoleño y el de Diarra de Mali. Nasri, al igual que Benzema, es nieto de argelinos. El caso más particular es el de Yohan Cabaye, cuya abuela es vietnamita. El collage multiracial de la selección francesa no termina de agradar a determinados sectores y prueba de ello son las habituales críticas del Front National a los futbolistas bleus que no entonan La Marsellesa.

Los éxitos, con equipos integradores

En la Eurocopa, Francia quiere dar la sorpresa y conseguir su tercer título continental tras los de 1984 y 2000. En ambas ocasiones, la aportación de los hijos de la primera generación de inmigrantes llegados de antiguas colonias africanas y de ultramar así como de Italia o el Estado español fue capital para el triunfo galo. Era el caso de Platini, Ferreri, Luis Fernández, Daniel Bravo, Manuel Amoros o, el malí Jean Tigana. Aquella plantilla también contaba con un vasco, el portero suplente Bergeroo.

La diversidad estuvo tremendamente presente en la escuadra que se alzó con el Mundial de 1998 y el campeonato europeo de dos años después. Era la generación de Zidane, Vieira, Desailly, Wiltord, Henry, Trezeguet, Anelka, Djorkaeff, Desailly, Thuram, Karembeu, Pires o los vascos Lizarazu y Deschamps. Los hijos de personas procedentes de Argelia, Senegal, Guadalupe, Martinica, Armenia, Ghana, Nueva Caledonia o Portugal consiguieron que la selección francesa se convirtiese en la mejor del mundo. Muchos de esos futbolistas se habían criado en los barrios periféricos de las grandes urbes galas, en los puntos en los que estallaron las revueltas de 2005. En esos banlieues tan denostados y estigmatizados por buena parte de los medios, políticos y opinión pública francesa.

Preparados para dar la sorpresa

En lo meramente deportivo, el inicio de Blanc al mando de los bleus no fue especialmente bueno sumando sendas derrotas ante Noruega y Bielorrusia. El cambio de piezas, la regeneración generacional del equipo y la reincorporación de varios de los implicados en los incidentes de Sudáfrica han permitido a Francia ir ensamblando un bloque sólido y competitivo. La experiencia acumulada por Nasri, Cabaye y Ben Arfa en la Premier y el protagonismo de Benzema en el Madrid les ha permitido dar un importante salto de calidad. Los últimos resultados así lo atestiguan, en un corto espacio de tiempo han sido capaces de derrotar a Brasil y Alemania. Así las cosas, sin el cartel de favorito que tenía en otras ediciones, Francia se presume como uno de los grandes tapados de la Eurocopa.

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