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CRíTICA: «La sombra de los otros»

Sin identidad cinematográfica

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Mikel INSAUSTI

Se suele pensar que los cineastas europeos que llegan a Hollywood han de aportar un toque de autor al cine comercial, pero esto es cada vez menos cierto. A menudo la industria estadounidense lo único que quiere importar es personal técnico, en forma de realizadores solventes que dominen el impacto visual de las escenas de acción. Es el campo en el que se mueven los suecos Mars Manlind y Björn Stein, fichados a raíz del éxito internacional de su película de 2005 «Storm». La pareja se tomó su tiempo para escoger un guión a medida de entre las muchas ofertas que les llovieron entonces, hasta que hace dos años se decantaron por uno de Michael Cooney, autor del enrevesado y genial libreto de «Identidad».

La flauta no vuelve a sonar por segunda vez, entre otras razones debido a que falta el humor negro que James Mangold supo aplicar a aquella irrepetible cinta. Pero, sobre todo, se pierde la definición del contexto genérico, pues ya no se trata de un thriller de suspense criminal a secas. En su intento por llevar más lejos la intriga derivada de un asesino con personalidad múltiple, Cooney comete el error de acudir a otros temas esotéricos mediante los cuales poner en duda la realidad objetiva y crear una ficción sin barreras físicas o mentales. Acaba mezclando demasiadas cosas, tantas, que se confunden las creencias religiosas con la posesión diabólica, la reencarnación, la magia negra, la brujería, los crímenes rituales y las tragedias familiares.

En medio de las influencias despersonalizadoras de otras realizaciones de ambiente sobrenatural, lo único original de «Shelter» es la compleja caracterización del actor irlandés Jonathan Rhys Meyers. Al adoptar las distintas identidades también se va transformado físicamente, pasando de ser un parapléjico postrado en una silla de ruedas a moverse con normalidad. Protagoniza los momentos de mayor tensión, mientras que el descreído personaje de Julianne Moore termina cayendo en el fundamentalismo.

 

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