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Raimundo Fitero

Fallido o fallero

 

Las dudas razonables no pueden aplicarse con ningún tipo de rigor o metodología al patio de Monipodio en la que se vive en este lugar de la península en la que las elecciones se preparan bajo el juramento de que se cumplirán los palzos, todos contratan vallas y material publicitario, pero esconden sus intenciones, y un poco más abajo del Ebro están preparando, con un grupo de supuestos expertos, un pucherazo electoral para que voten los supuestos «exiliados». Es decir, van a dar una muestra más para que la confianza de los europeos sean menor, porque al menos la democracia formal dice que una persona, un voto, una circunscripción electoral, y no dos, por decreto ley y por interés partidista.

Se está montando una algarada ridícula porque los nuevos propietarios de un edifico en la madrileña Puerta del Sol han decidido no colocar un cartel luminoso histórico de una bebida espiritosa, cuyo logo es una botella con sombrero cordobés. No se admiten chistes con el apellido de la actual alcadesa de la capital del reino. Es una muestra más del cachondeo que se llevan, del delirio que sufren, porque Esperanza Aguirre ha anunciado un ERE en la Asamblea de Madrid, cortando hasta la mitad el nÚmero de electos. O sea, a lo mejor es lo único sensato que ha soltado en los últimos tiempos.

Porque la ministra de empleo, Báñez, declara que gracias a la Virgen del Rocío, que va a interceder, se va a arreglar el problema del paro. O se ponen hasta las cejas de Tío Pepe, el del neón retirado, o estamos ante un equipo de gobierno parangonable al de los estados que se considera con soberbia eurocéntrica fallidos. Este estado que nos despista es fallido o fallero. O ambas cosas a la vez.

En España tienen ministros-zombies, ministras-místicas y un presidente que solamente lee prensa deportiva. Pero el cuadro se completa con muchas más joyas del casticismo cañí más desbordantemente estrafalario: el fiscal general abre investigación a la creación de Bankia y dice que pueden existir cuatro o cinco indicios de delitos. Nada.