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Floren Aoiz www.elomendia.com

Nafarroa vive, aunque algunos se empeñen en estrangularla

No es la añoranza del reino perdido lo que mueve el corazón navarro, sino la ilusión de la libertad. Nafarroa está viva porque no mira al pasado, sino al futuro

H an pasado 500 años desde la invasión de 1512. Si prestamos atención a la lista de pueblos, culturas y lenguas arrolladas por el imperialismo español, parece un milagro que hayamos llegado al siglo XXI. Preguntémonos qué queda de la Granada tomada solo 20 años antes que Navarra y habremos de concluir que la fuerza conquistadora ha sido, pese a todo, incapaz de tragarse a su presa.

Por supuesto, como declaraba recientemente Galeano, «la historia no camina en línea recta: está llena de contradicciones». Mejor no caer en la tentación de simplificarlo todo y crear épicas de brocha gorda. Cualquier balance de estos 500 años tiene necesariamente que adoptar una perspectiva crítica, también en lo que a nuestra parte de la historia se refiere. Como en todo proceso de asimilación y dominación, los gobernantes españoles y franceses han contado con la inestimable ayuda de una parte de nuestro pueblo. De hecho, fueron las élites colaboracionistas las que crearon e impulsaron el relato del pacto con el que se encubrieron conquistas e imposiciones.

Esto también es nuestra historia, como lo es un reino que vivió dando la espalda a la lingua navarrorum, pese a que era el idioma originario y hablado por la población. Esas contradicciones deben tenerse presentes también al reflexionar sobre los sucesos de 1512 y sus consecuencias.

La historia es, a fin de cuentas, como el presente: un nudo de complejidades que no puede reducirse a unas pocas ideas generales. Pero eso no quiere decir que no podamos interpretarla. De hecho, esta es una tarea difícil pero necesaria para afrontar cualquier proyecto de transformación. Esa visión crítica nos ha permitido plantar batalla y avanzar frente al relato justificador de la conquista y sus consecuencias.

Estamos viviendo un proceso de empoderamiento de la historia por parte del pueblo, para escándalo de las élites, que ven cuestionado su monopolio de la interpretación histórica legítima. Nafarroa está viva, por suerte. No es la Nafarroa de 1512, ni falta que hace. Y no es añoranza del reino perdido lo que mueve el corazón navarro, sino la ilusión de la libertad. Nafarroa está viva porque no mira al pasado, sino al futuro. Nafarroa no es un sueño fosilizado, sino ilusión, lucha, compromiso, rebeldía e insumisión.

Villalba, un sanguinario militar español de la conquista, escribía en 1516 al Cardenal Cisneros (que había ordenado la destrucción de las fortificaciones): «Navarra está tan baxa de fantasía después que V.S.R. mandó derrocar los muros, que no ay onbre que alçe la cabeça». Villalba pensaba con la espada. Ahora hombres y mujeres alzan la cabeza en Nafarroa, con la cabeza llena de fantasías de libertad. Eso se llama vida y con todas nuestras contradicciones, nuestras miserias y nuestros claroscuros, debemos felicitarnos por haber sobrevivido a un duro recorrido histórico donde otros se han perdido o han sido aniquilados.

Y hablando de memoria, no lo olvidéis: tenemos una cita el sábado 16 en Iruñea. Nafarroa bizirik, Euskal Herria bizirik!

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