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ENTREVISTA | Enrike Solinís, guitarrista

«El Reino de Nafarroa era un crisol de culturas único en Europa»

El guitarrista bilbotarra Enrike Solinís es una de las figuras más iconoclastas del panorama estatal de la música antigua, un género que aborda apoyado en el estudio histórico pero dejando un amplio espacio a la intuición y a la fantasía. Ayer presentó un espectáculo de música del Renacimiento ubicado en el Reino de Nafarroa, porque allí se dio una convivencia única de musulmanes, judíos y cristianos.

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Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Solinís, al frente del Euskalbarrokensemble, el grupo especializado en música antigua que fundó hace unos años, actuó ayer en el Monasterio de Ziortza en un espectáculo titulado «Azken Euskal Printzesa».

«Azken Euskal Printzesa» es un fragmento de un espectáculo mayor que aún no se ha estrenado, «Nafarroako Azken Erregea». ¿De qué trata?

Hace mucho tiempo que quería hacer un espectáculo de música del Renacimiento ubicado en Euskal Herria. En concreto en el Reino de Nafarroa, porque allí se dio una convivencia única de musulmanes, judíos y cristianos bajo el reinado de sus últimos gobernantes, como Enrique III. Toda esa diversidad cultural se atestigua en las músicas de aquél periodo y en los documentos que nos han llegado. Por eso quería plasmar una serie de ideas que llevo madurando desde hace tiempo, sobre cómo debía sonar realmente la música que se hacía en Nafarroa en el Renacimiento, y unirla con textos originales del siglo XVI para que el oyente se hiciera una idea de aquella realidad cultural, que era mucho más abierta de lo que concebimos normalmente.

Para ello se ha rodeado de algunos de los mejores músicos antiguos del mundo.

Sí, colaboran conmigo músicos canadienses y de origen iraní, para dar empaque a esa diversidad. También los habituales del Euskalbarrokensemble y grandes figuras consagradas, como el percusionista Pedro Estevan.

«Azken Euskal Printzesa», ¿en torno a qué gira?

La princesa del título es en realidad una alegoría que hace referencia al euskara, que fue uno de los elementos integradores del Reino de Nafarroa. Cuando en Castilla habían expulsado ya a musulmanes y judíos, en Nafarroa todavía estaban y muchos de ellos eran euskaldunes. Para dar forma a esta idea he tomado y me he inspirado en los poemas de Etxepare y en fragmentos del Manuscrito de Lazarraga.

¿Y qué músicas sonarán durante el espectáculo?

Primero una recopilación de canciones de la época extraídas del Cancionero de Palacio, pero con textos en euskara, que era una práctica común. También músicas arabo-andalusís que se tocaban por toda la península. Una curiosidad será «Jançu Janto», un texto ininteligible escrito en medio euskara y medio castellano. Luego llegarán un «Oi Peio Peio» interpretado con aire morisco, música milanesa. que también llegó hasta Nafarroa, un zortziko de Antxieta, danzas italianas de Kapsberger y muchas cosas más. Un programa que sugiera que, aunque tuviéramos la particularidad del idioma, los movimientos culturales en el Reino de Nafarroa estaban en consonancia con los de otros lugares, y que nuestro acervo musical no se limita a cuatro personas tocando el txistu.

Parece que hay un componente político en el trasfondo.

Está la intención de que unos y otros salgamos de la cerrazón cultural a que nos llevan los intereses políticos con respecto al tema de Nafarroa. El rollo de la conquista, por ejemplo, que cada uno lo maneja a su interés. Y resulta que Nafarroa era, como dijo el mismísimo Shakespeare, el paraíso cultural de Europa, un lugar abierto y tolerante. Por desgracia, parece que algunos tengan interés en ocultar ese crisol de culturas que se dio aquí. Por eso este proyecto quiere evidenciar, por medio de la música, que la cultura vasca tenía también color musulmán y judío, evidenciar esas universalidades para percatarnos de que, por encima de guerras y conquistas, lo que todos venimos compartiendo es la cultura.

Mucha gente pensará que no son los mejores tiempos para andar defendiendo la cultura.

Como dice Jordi Savall, es necesario conocer la cultura del pasado para afincar bien la memoria del futuro. Si no hay memoria histórica, si ignoramos los frutos maravillosos que ha generado nuestra cultura, nos vemos abocados a tener como referentes a Ikea y Coca-Cola.


 

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