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Bangladesh sigue negando la entrada a los rohingyas que huyen de Myanmar

Guardias fronterizos de Bangladesh impidieron la entrada a tres barcos con un centenar de musulmanes rohingya a bordo que huían de la violencia desatada en el estado de Rakhine, en Myanmar. Su capital amaneció con columnas de humo y los establecimientos cerrados.

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La capital del estado de Rakhine, Sittwe, en el oeste de Myanmar, volvió a ser escenario de otra jornada violenta entre budistas y musulmanes. Más casas fueron incendiadas pese a la declaración de toque de queda y a la presencia de soldados en las calles. A las columnas de humo en varios barrios, se sumó el cierre por segundo día consecutivo de centros de educación, bancos, tiendas y mercados.

«La violencia crece sin control bajo la vigilancia del Gobierno. Dado el historial de abusos del Ejército en este estado, poner a los militares a cargo de hacer cumplir la ley puede agravar la situación. El Gobierno necesita proteger a las comunidades amenazadas, pero sin la presencia internacional existe el peligro de que no lo haga», advirtió en un comunicado la subdirectora para Asia de Human Rights Watch, Elaine Pearson, al reclamar a las autoridades que se permita el acceso de diplomáticos, periodistas y cooperantes.

El 89% de los cerca de 60 millones de personas que habitan en Myanmar son budistas y un 4% profesa el islam y reside, mayoritariamente, en Rakhine. La actual ola de violencia arrancó el 28 de mayo tras el hallazgo del cadáver de una mujer budista, supuestamente, violada por un grupo de musulmanes. El pasado día 3, una turba de budistas linchó a diez musulmanes, lo que desató fuertes choques entre ambas comunidades.

Desde entonces, muchos musulmanes, sobre todo de la etnia rohingya, han emprendido la huida. Ayer, los guardias fronterizos de Bangladesh volvieron a negar la entrada a tres barcos con un centenar de rohingyas, la mayoría mujeres, niños y ancianos, a bordo. Un comandante de la Guardia de Fronteras de Bangladesh informó de que los tres buques, que partieron de Sittwe, fueron interceptados en la noches del lunes al martes en el río Naf, que separa a los dos países. Desde el lunes, Bangladesh ha devuelto once barcos, a más de 400 rohingyas.

El delegado de ACNUR Craig Sanders instó a Dhaka a abrir sus fronteras y a proporcionar a estas personas asistencia humanitaria urgente. «Esta es una prueba importante para los refugiados rohingya y los pueblos birmano y bengalí. Nuestro objetivo es que se les respete su derecho a recibir asistencia médica y humanitaria», resaltó,

Ni patria, ni reconocimiento oficial ni derechos

Los rohingyas no están oficialmente reconocidos por Myanmar como una minoría étnica, aunque la comunidad cuenta en el país con unas 800.000 personas, confinadas en los distritos de Maungdaw, Buthidaung y Rathedaung, en el estado de Rakhine, fronterizo con Bangladesh, que, según cifras oficiales, acoge a 300.00 rohingyas, si bien los considera una carga para el país.

La ONU denuncia que esta minoría apátrida es una de las más perseguidas del mundo. La ley birmana sobre nacionalidad, que data de 1982, especifica que solo los grupos étnicos que puedan demostrar su presencia en territorio birmano antes de 1823, fecha en la que se inició la guerra con Gran Bretaña que dio paso a la colonización, adquirirán la nacionalidad.

Según ACNUR, por el hecho de ser apátridas son objeto de «persecución, discriminación y explotación, que incluye rabajo forzoso, extorsión, restricciones a la libertad de circulación, negación del derecho de residencia,y la confiscación injusta de la tierra. Tienen también limitado el acceso a la educación secundaria y superior y a otros servicios públicos». La mayoría budista de Rakhine los tacha de «inmigrantes ilegales». GARA

msf

La ONG Médicos Sin Fronteras suspendió sus actividades en el estado de Rakhine por la ola de violencia que ya se ha cobrado la vida de, al menos, 25 personas. La organización Proyecto Aran, sin embargo, hablaba de «decenas» de fallecidos.

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