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Herrira pide un rescate para las familias que sufren la dispersión

Ante la precaria situación económica que padecen las familias de los presos políticos vascos que se ven obligados a realizar largo y costosos viajes para poder visitar a sus allegados debido a la dispersión, Herrira realizó ayer una protesta en Iruñea en la que reclamó un rescate similar al llevado a cabo con la banca española. Cada familia invierte 19.653 euros al año en estos viajes, lo que supone una cantidad global de trece millones de euros cada doce meses.

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Decenas de personas convocadas por Herrira denunciaron ayer la sangría económica que supone para los familiares de presas y presos políticos vascos la dispersión, y reclamaron un rescate para ellos, al igual que el que se ha llevado a cabo con la banca española.

Inicialmente se reunieron ante la sede del Banco de España en el paseo de Sarasate de la capital navarra, donde repartieron información sobre los gastos que acarrea la dispersión. Todos los participantes estaban ataviados con camisetas con letras impresas, con las que formaron la frase «Eskubide guztiekin presoak Euskal Herrira».

Posteriormente se dirigieron a la avenida de Carlos III, donde visitaron varias sucursales bancarias haciendo la misma demanda.

Como explicaron, el gasto medio de cada visita de un preso son 378 euros y el gasto anual para una familia se eleva hasta los 19.653 euros. Cada fin de semana, las familias se dejan 25.000 euros en visitar a sus seres queridos, lo que suma más de trece millones al año.

La acción comenzó ante la sede del Banco de España, donde Itxaso Torregrosa y Sergio Labayen, portavoces de Herrira, realizaron declaraciones a los medios de comunicación.

Ambos llamaron la atención sobre la sangría económica que supone la dispersión. «En plena crisis, es un castigo económico terrible y muchas familias tienen verdaderos problemas para llegar a fin de mes», destacaron.

Estos gastos de los familiares de los presos, según explicaron, corresponden a los viajes de 1.000, 1.500 o 2.000 kilómetros que tienen que realizar cada fin de semana para visitar a las presas y presos políticos, al tiempo que destacaron que estos desplazamientos conllevan también un alto riesgo de sufrir accidentes de tráfico.

El dinero de los viajes se va en conceptos como los peajes de las autopistas, la gasolina, billetes de avión y de tren, carreras de taxis, pernoctaciones, comidas, revisiones de los vehículos y reparaciones de los mismos.

Junto a ello, señalaron que los gobiernos español y francés continúan rescatando bancos privados y denunciaron que «no se preocupan de rescatar a las personas».

Sangría económica

Subrayaron que los familiares de los presos políticos vascos también necesitan un rescate, reclamando que «dejen de sangrarles física y económicamente, que terminen ya con la dispersión».

Torregrosa y Labayen puntualizaron que el rescate que reclaman no es económico, sino que «se trata simplemente de que el Gobierno deje de torturar a estas familias, que utilice el sentido común, que dé pasos hacia la paz y que traiga a todos los presos a Euskal Herria, que es lo que está deseando la gran mayoría de este país».

Tras realizar estas declaraciones, las «pintadas humanas» y los paneles de denuncia se trasladaron a Carlos III, donde visitaron varias sedes bancarias.

De sucursal en sucursal, la comitiva llegó a las 12.00 a la sede de la Delegación del Gobierno español en Nafarroa, frente a la que se estaba realizando una concentración convocada por el sindicato LAB, pidiendo el reagrupamiento de los presos políticos vascos y la liberación de aquellos que padecen enfermedades graves e incurables y de quienes han cumplido toda su condena, así como el fin del aislamiento y la criminalización.

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