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La selección de las arenas vuelve a casa

La selección nacional saharaui de fútbol vuelve a los campamentos de refugiados de Argelia tras participar en el torneo mundial NF-Board para países no asociados a la FIFA.

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Andoni LUBAKI I

Europa y gran parte del mundo mira hacia la Eurocopa de Polonia y Ucrania, plagada de estrellas de grandes equipos, de famosos jugadores, de equipos con glamour, etc. Mientras las bulliciosas aficiones corean los nombres de los jugadores de su selección, los equipos no reconocidos oficialmente vuelven a sus respectivos países tras haber disputado el torneo bianual de la NF-Board.

La NF-Board nació en el año 2003 como un torneo internacional para aquellos países no reconocidos por la FIFA. Con un marcado carácter humanitario, esta asociación de fútbol -desvinculada de la organización oficial del fútbol mundial- esta formada por representantes de 39 selecciones. Minorías étnicas como los tamiles de Sri Lanka, países minúsculos como las islas Tuvalu, o poblaciones refugiadas como la del Sahara Occidental figuran en las listas de este peculiar campeonato, que se celebra en los países de los integrantes de esta confederación.

Este año el acontecimiento deportivo ha tenido como sede la ciudad de Erbil, bajo administración kurda, en el norte de Irak. Los nueve equipos que ansiaban la copa de esta singular federación de fútbol de olvidados han sido: Kurdistán, un combinado turco-chipriota, Sahara Occidental, Darfur, Zanzíbar, Tamil Elaam, Retia y Occitania.

La selección nacional de fútbol de los campos de refugiados saharauis de Argelia regresó el pasado martes a casa. Les esperaban varios miembros del Gobierno del Frente Polisario, así como todo un séquito de periodistas locales que esperaban ansiosamente declaraciones de sus estrellas para la televisión de los campamentos, la RASD TV.

Uniformados con su chándal verde, devoraron el tentempié que les aguardaba -llegaron al mediodía- en el Ministerio de Juventud y Deportes. Con una inmensa sonrisa, daban sus opiniones sobre el acontecimiento y se sacaban fotos con los allí presentes, antes del regreso con sus familiares.

Presiones de Marruecos

«Hemos tenido dificultades para acceder al lugar donde se celebraba el torneo. Marruecos hizo que Qatar Airways anulara los vuelos de ida y vuelta desde Doha a Erbil», declaraba a GARA Mohamed Sid Ahmed Bugleida, director de deportes del Ministerio de Juventud y Deportes.

«Luego en el campo, también por las presiones de Marruecos, se nos negó utilizar la bandera de nuestro país, cuando este torneo es especialmente para este tipo de Estados. El público kurdo nos ayudó mucho en este sentido, sentimos que el pueblo estaba con nosotros. Al contrario que el Gobierno local, que nos prohibió utilizar nuestra enseña nacional. Tuvimos que llegar a un acuerdo con los equipos contrincantes para poder usarla de manera extraoficial. Si no, no habríamos jugado ningún encuentro. Eso lo teníamos claro», añadía Bugleida.

El combinado saharaui terminó el torneo en quinta posición por detrás de países como Kurdistán -que se alzó con la copa de campeón- y Zanzíbar, superando a otras selecciones como los Tamiles y Darfur -que terminó en la última posición-.

Las dificultades que han superado los integrantes de esta selección no han sido solo políticas. Acostumbrados a jugar en terreno arenoso y pedregoso, los jugadores de los campamentos de refugiados se han encontrado por primera vez en su vida con un césped de hierba natural. «Al principio nos costó adaptarnos. Creíamos que nos resbalaríamos al correr encima de la hierba. Pero cuando nos acostumbramos cogimos confianza en nosotros mismos», asegura el integrante del combinado Salah Ahmed, autor de tres goles en el torneo, que le convirtieron en máximo goleador de su equipo.

«Estamos contentos con la quinta posición. Era nuestra primera participación en este torneo. Hemos tenido muchas dificultades para ir, pero la experiencia ha sido positiva. Lo mejor ha sido poder llevar la bandera de nuestro país y enseñársela al resto del mundo», nos decía con una gran sonrisa Saleh Abdallahi, de 24 años. Este joven deportista se mostraba convencido e ilusionado con la idea de jugar en una selección nacional del Sahara Occidental reconocida por la FIFA -«si me mantengo en forma para entonces», puntualizaba-.

«La experiencia ha sido muy positiva, tanto para nosotros -el pueblo saharaui- como para los integrantes del equipo que nos representa a nivel internacional», declaraba Mohammed Molud, ministro de Juventud y Deporte . «Estamos contentos con la quinta posición, para ser nuestra primera participación no está nada mal», añadía.

Tanto los jugadores como el entrenador de la escuadra saharaui y sus representantes en el torneo disfrutaron de una velada con los suyos. Sintiéndose héroes en tierras ajenas, lejos de su ansiado país ocupado por Marruecos desde el año 1975, pronto volverán a la cruda realidad diaria de los campos de refugiados. Para algunos este evento se convertirá en un grato recuerdo; otros quizás jueguen el siguiente torneo, pero todos ansían que su selección pueda jugar en un campeonato oficial ya como país reconocido por las instituciones internacionales.

Mientras, seguirán jugando en terreno desértico, destrozarán zapatillas en la arena, y volverán a sus casas a esperar el esperado regreso a la tierra arrebatada.

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