GARA > Idatzia > Ekonomia

Desde cuando no eran Grecia

Alberto CASTRO I Analista económico

Cuando Grecia (abril de 2010) pedía el rescate, en el Estado español, los gobernantes, entonces del PSOE, decían que no había de qué preocuparse porque «no somos Grecia». Más adelante, cuando le tocó el turno a Irlanda (diciembre de 2010) al quedarse a un paso de la quiebra al trasladar las pérdidas de los bancos en el ladrillo a los contribuyentes, se apelaba también a una diferencia: nuestro sistema financiero es solvente y no pasará por esa tesitura. Poco después, Portugal (mayo de 2011) se veía consumida por los elevados tipos de interés y asumía finalmente la imposibilidad de financiarse en los mercados. Entonces, decían, nuestra economía no era la portuguesa, teníamos más recursos y nuestros bancos estaban consolidados.

Pero, hete aquí, que la distancia entre Grecia (240.000 millones de euros) y el Estado español (100.000 millones), pasando por las estaciones anteriores de Irlanda (85.000 millones) y Portugal (78.000 millones), no es tan grande. Al menos no tanto como presumen. Ni con Grecia, que nunca debió entrar en el euro porque mintieron con sus datos macro y de deuda, según comentan; ni con Irlanda, que fue demasiado lejos con la desmesura bancaria; ni con Portugal, que tiene una economía menos importante que la española y es incapaz de crecer.

A día de hoy, sin embargo, se han producido suficientes hechos que colocan al Estado español en el mismo sitio que los tres estados rescatados. Para empezar, la facultad de mentir con los números no es solo de Grecia: lo estamos viendo con los balances de las cajas bancarizadas, con las supervisiones agradecidas del Banco de España y con los amaños en los números del déficit. Con Irlanda también nos nivela una burbuja, nacida en el ladrillo y ampliada por los bancos hasta niveles insoportables para su deuda. Y con Portugal, que era incapaz de financiarse, y tuvo que pedir apoyo para evitar la quiebra.

Igual que le acabará sucediendo al Estado español, que no aguantará mucho tiempo si Europa no les rescata en serio y poniendo su batería de ayudas en todas las direcciones. La compra de bonos por parte del BCE, el auxilio al sistema bancario y un mayor relajo en el plazo para el cumplimiento del objetivo de déficit parecen ya pasos inapelables. Poco después, también, la implantación de los eurobonos, pese a la resistencia de Alemania.

Esperemos a la letra pequeña que sustancie la descomunal «línea de crédito» para entender los riesgos asumidos. Pero pinta mal, puesto que se sigue en medio del túnel: recesión e imposibilidad de elevar las recaudaciones, medidas lastrantes para la creación de empleo, financiación del Estado a precios desorbitados, vencimientos cercanos de deuda colosales e incapacidad para generar confianza.

No eran tan diferentes como se creían. Han tenido que apechugar con la «deshonra» de pedir ayuda y no han podido colar la cándida añagaza de una solicitud exclusiva del sector. A partir de ahora, como en esos tres estados, cuelgan de un hilo. Y lo peor, que ese hilo lo sujetan los menguantes derechos sociales, la pérdida del poder adquisitivo y, dramáticamente, el aumento real de la pobreza.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo