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Ivan Alexandrovich Goncharov: «Il dolce far niente»

Quien dé por bueno aquello que dijese Kasimir Malevich, «la pereza es el fin esencial del ser humano», está ante el escritor por excelencia y ante una muy adecuada obra. Ayer hubiese cumplido doscientos años el gran escritor ruso que nombro en el encabezamiento.

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Iñaki URDANIBIA

Hay escritores que han inmortalizado algunas personas y/o geografías, quedando estos como prototipos de cara a juzgar, y en casos encasillar, a otros personajes y comportamientos humanos, del mismo modo que algunos hechos, ligados a determinados lugares, han hecho que sirvan para englobar bajo sus nombres otros casos similares: ahí están El Quijote, Gargantúa y Pantagruel, Romeo y Julieta, Utopía, Obaba o Auschwitz. Podría incluirse en este conjunto al Oblómov del escritor ruso Goncharov; este personaje de ficción es el que más fama le dio y ha permanecido como ejemplo de quien se dedica a il dolce far niente, aunque la vida del caballero de dulce no tenía mucho.

El personaje se dio a conocer en un periódico de San Petersburgo, en 1859, para posteriormente ver la luz en forma de libro, bajo el título «Oblómov». El texto sirvió como fuente de inspiración para sinfonías, películas o la última novela del barcelonés Enrique Vila-Matas, «Aire de Dylan», y fue la que le dio mayor relevancia al escritor Iván Alexandrovich Goncharov, nacido el 18 de junio de 1812 en Simbirsk (Volga), hace ahora doscientos años.

Fue educado en una escuela de la nobleza y, a los treinta años, siendo funcionario, comenzó su aventura como escritor. Tras la publicación de la obra antes mentada, su nombre subió a los altares de los grandes escritores rusos, sirviendo de señal de salida a ciertos síntomas de locura que le llevaron a pasar sus últimos años enclaustrado en su vivienda de San Petersburgo; el pagano de sus fobias enfermizas fue Turguéniev, a quien acusó de robarle argumentos y de organizar una conspiración en su contra, con el fin de conseguir brillo a costa suya. Todo esto se acabó en 1891, tras más de veinte años de sequedad creativa.

Oblómov, patrón de los vagos

Ya desde la primera página conocemos al personaje, Iliá Ilich Oblómov, que está en su lecho: «Por sus ojos se paseaban las ideas como aves en libertad... iluminando su cara una luz de indolente despreocupación. Esa despreocupación se manifestaba en las posturas de su cuerpo, incluso en los pliegues de su bata». Vamos, que le conocemos en su salsa: tirado a la bartola. Su comportamiento parece perseguir la confirmación de la aseveración nietzscheana de que son los activistas y no los quietistas quienes llevan el mundo al desastre. Una vida tejida de una neta coherencia con la vagancia, con la holganza y con una indolencia que roza la mismísima insolencia. Oblómov, heredero de una familia de terratenientes, ve pasar algunas oportunidades en beneficio de algunos amigos más activos y prácticos.

La simpatía que el autor mantiene con su personaje llega a tal extremo que, en cierta medida, podría decirse que roza el elogio, la absoluta comprensión, lo que hace que se meta, y nos arrastre, en los complejos vericuetos del alma oblomoviana.

Lejos de cualquier tono sociológico o político, Goncharov da cuenta de la situación decadente de la nobleza rusa a mediados del siglo XIX, lo que le valió un éxito enorme al tiempo que convirtió el nombre de su «héroe antiheroico» en término para retratar el desbrujule del hombre ruso de su tiempo; como dijese la traductora de «Diario de un hombre superfluo» (KRK Ediciones, 2000), «tres salidas se presentaban entonces al hombre ruso: optar por el martirologio, adaptarse al sistema y ponerse a su servicio, y, finalmente, `no hacer'». El «hombre superfluo» optó por la última salida. Esta desorientación se dio de manera destacada entre los nobles, y como reflejo de este estado de cosas surgió el término «oblomovismo».

Et tout le reste c'est littérature, aunque, en el caso que nos ocupa, todo es literatura, y de la buena.

NOBLEZA RUSA

El personaje de Oblómov, retratado como un auténtico vago, sirvió para retratar la decadencia de la nobleza rusa de mediados del siglo XIX.

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