La presidente Dilma Rousseff, contó detalles hasta ahora no conocidos sobre las torturas recibidas a manos de los militares que gobernaron Brasil entre 1964 y 1985, debido a su militancia en tres organizaciones clandestinas contra la dictadura. «Al inicio no había rutina. No se distinguía si era de día o de noche. El interrogatorio comenzaba. Lo usual era un golpe, luego iba ganando intensidad, con sesiones de «pau de arara» o palo del oro, un método que consistía en colgar a la víctima maniatada a una vara horizontal, con las piernas y manos dobladas, para golpearla. «Estuve presa tres años. El estrés es feroz, inimaginable. Descubrí por vez primera que estaba sola. Las marcas de la tortura son parte de mí».